En su primera participación de la sétima temporada de Dancing with the Stars, la actriz Melissa Diakova anunció que será la “revelación” del programa de Teletica. Su escogencia de palabras demostró mucho cálculo, pues si bien la influencer llegó a la pista de baile con casi medio millón de seguidores a su haber en Instagram, para ella el horario prime time en televisión abierta es algo completamente nuevo y la gran mayoría de familias que la seguían desde casa no tenían ni idea de quién era ella hasta ese momento (o que incluso ya ha estelarizado una película en salas de cine).
El suyo es uno de los ejemplos más representativos de lo que se genera con la nueva camada de “famosos” que compite las noches de domingo en Canal 7, pues este grupo de participantes es el primero desde que el espacio empezó a producirse en Costa Rica, en el 2014, cuyo “pegue” proviene más de redes sociales que de otros formatos tradicionales. Esto hace que, además, buena parte de la audiencia televisiva, especialmente aquellas personas mayores de 40 años, no esté familiarizada con personajes que amasan decenas de miles de followers en Tiktok e Instagram, donde brillan a punta de giveaways y challenges.
En palabras sencillas: usted ya debe andar rondando la cuarta dosis de la vacuna contra el covid-19, si de todas las mujeres que están participando del Dancing with the Stars tico del 2022 a la única que conocía de antemano era a Nicole Aldana (por su rol en un programa de variedades de hace 20 años), si recuerda cuando el Víctor ‘Mambo’ Núñez rompió el récord de Errol Daniels como máximo anotador del fútbol nacional de primera división, o bien si llegó a ver a Mauricio Hoffman debutar como presentador de Hola Juventud.
En el otro extremo etario del público de Dancing, solo la gente más joven y versada en plataformas sociales entenderá por qué Diakova, la periodista deportiva Gabriela Jiménez y la presentadora Kimberly Loaiza son las dueñas absolutas de las redes, donde sus contenidos colmados de viajes a la playa, fitness, música y experiencias idílicas se desbordan de “likes”, mientras todo tipo de marcas hacen fila para pedirles que promocionen sus productos y servicios.
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Este es el Dancing más viral de todos, uno en el que incluso varios de los coreógrafos (usualmente personajes de reparto) llegan con mayor presencia social que algunos de los “famosos” estelares. Y si bien en la edición 2019 el programa ya había coqueteado con potenciar influencers al incluir a Coco Vargas y al dominicano Destino —figuras extraídas de redes sociales que no sumaron mucho en tele— es en la edición 2022 cuando el arrastre virtual finalmente se pondrá a prueba: ¿se influye igual desde un teléfono que en la pantalla televisiva?
En números
Al revisar el following de los participantes actuales de Dancing with the Stars en plataformas sociales —Instagram, Tiktok, Facebook, Twitter, etc— lo primero que corresponde es colocar en una categoría aparte a la actriz colombiana Lorna Cepeda, quien en la escala de los influencers ticos viene a ser una gigantesca anomalía: es como si Godzilla hubiese llegado a la fiesta de la buena vecindad del Chavo del 8.
La invitada internacional del concurso de baile local es un monstruo de las redes sociales, impulsada desde luego por su muy recordada participación en Betty la fea, por mucho el programa más importante de la televisión latinoamericana de los últimos 25 años (no es cuento, por algo sigue pegado en el Top 10 de los más visto en Netflix). Cepeda suma cerca de cinco millones de seguidores entre todas sus redes sin mucho esfuerzo, casi que por inercia. De hecho, su manejo de plataformas sociales es bastante conservador, pues sabe que con poco le alcanza para mucho.
DWTS: El 'pegue' en cifras
La sétima temporada del programa de baile de Teletica enfrentará a figuras especialistas en "likes", "giveaways" y "challenges". Compare aquí el respaldo virtual con el que llegan a la pista, tanto los famosos como sus coreógrafos.
FUENTE: Perfiles públicos de los participantes. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
¿Podrá ganar la Peliteñida el programa de Teletica? Si bien no se descarta, sí suena improbable que una figura sin vínculo estable con el país llegue a ocupar la cima a final de temporada (aunque vale decir que la tica Debi Nova hizo justo eso en el DWTS Colombia, en el cual se impuso contra cualquier pronóstico, en el 2016). En el caso de Lorna, sin embargo, su participación parece buscar otros objetivos, asociados a la proyección internacional del programa de Canal 7.
Del resto de participantes, Diakova es la que llega con más respaldo virtual en Instagram (483.000 seguidores), mientras que Gabriela Jiménez viene a ser la “reina” de Tiktok entre los competidores (272.000). Ellas dos y Kimberly Loaiza (no confundir con la archifamosa influencer mexicana del mismo nombre) son por mucho las figuras locales dentro del concurso a las que más ticos prestan atención en redes sociales, seguidas por un Hoffman cuya fama no se originó en Internet, sino que más bien es una extensión de sus décadas en televisión y los muchos programas en los que Teletica lo ha empleado a lo largo del tiempo (el rol de presentador ”pomada canaria” que antes era de Édgar Silva pasó a ser suyo hace rato).
Eso sí, para poner las cosas en perspectiva, ninguno de los concursantes actuales de Dancing se acerca siquiera al nivel que otros costarricenses han sumado en Tiktok, plataforma de amplia penetración entre niños y adolescentes y donde ya muchos compatriotas acumulan millones de seguidores, como son los casos de Benjamín Ramírez “El Maravilloso Benja”(5 millones); la trailera Milena Gonzalez (2.3 millones) y la odontóloga Guisselle Ugarte (2.3 millones). Pero eso es tema para otro trabajo.
En la otra acera están personajes de renombre producto de la “vieja escuela”, entendidos como aquellos que se tornaron de dominio público a partir de sus apariciones recurrentes en televisión. Tal es el caso de Nicole Aldana, a quien medio país sigue asociando con A todo dar; Víctor Núñez, figura emblemática del fútbol criollo; el tenor Joaquín Yglesias, al que Teletica todos los días pone a cantar el Ave María, y el periodista José Miguel Cruz, quien es más conocido y querido por el target de señoras al que se dirige su programa +Q Noticias que, digamos, una Diakova con miles de followers.
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En medio de todo se ubica Bryan Ganoza, quien indiscutiblemente es el participante de Dancing más reconocido por el público general (después de Cepeda, claro). El bailarín ya era un nombre común desde los años de Combate (fue por mucho el combatiente del que más se habló) pero desde que desarrolló su álter ego musical Ganoza B, mejor conocido como El Cabro más Macabro, Bryan se tornó en un meme viviente, un sticker de Whatsapp, con todo lo bueno y malo que eso implica. A lo mejor no todo el mundo le dará “like” en sus redes, pero difícilmente usted encontrará un tico que no sepa quien es este colorido y controvertido artista. Por esto, el peso digital de Ganoza puede ser mucho más alto del que su following en redes refleja, especialmente entre niños.
Otro aspecto llamativo de esta edición es que los coreógrafos veteranos del formato llegan exhibiendo tremenda musculatura “social”, amasando seguidores en redes incluso por encima de varios de los “famosos” titulares. La reina de esa tabla es Lucía Jiménez, pues la carismática bailarina en Instagram suma 145.000 fans, lo que la ubica ahí por encima de Yglesias, Ganoza, Mambo y JM. Detrás de suyo van en esa misma red social las nada despreciables cifras de los coreógrafos Yessenia Reyes (105.000); Michael Rubí (79.000); Alhanna Morales (65.000) y Javier Acuña (65.000), todos ellos con más “pegue” en Instagram que Víctor Núñez y José Miguel Cruz.
Es más, no sería de extrañar que por “ósmosis” Rubí termine la temporada como el coreógrafo mejor ubicado en Instagram, en tanto su pareja de baile, Lorna Cepeda, lo etiquete en sus posteos.
La tele vs las redes
Ahora bien, este Dancing with the Stars apenas inicia y aún es muy pronto para lanzar pronósticos sobre quiénes podrían imponerse al final de la temporada. Vale la pena recordar que esta competencia, si bien es de baile, no siempre premia al más diestro en la pista ni castiga al más tieso, y que mucha de la permanencia de los concursantes se basa más en su popularidad que en su desempeño.
Sin embargo, sí hay algunos aspectos que se pueden conjeturar e impulsarían a algunos de los participantes. El cantante Yglesias y el periodista Cruz, por ejemplo, no cuentan con el arrastre social de Gabriela Jiménez o “Meme” Diakova pero ambos las aventajan por mucho en exposición televisiva, dado que ellos aparecen a diario en el canal de mayor alcance de la televisión costarricense, el 7, mientras que ellas lo hacen en TD+, el irreverente y de nicho “hijo menor” de Teletica y cuyo alcance es más limitado, en vista de que es un canal de cable que no todos los operadores ofrecen en sus servicios (aunque sí goza de una creciente presencia digital).
Al final, ser ficha de Teletica tiene su peso y para efectos de una carrera en el medio local del entretenimiento es la cúspide de la cadena alimenticia. Y en ese sentido, hacerse notar en un programa de Teletica Formatos puede ser la llave a más y mejores oportunidades profesionales.
Un claro ejemplo de lo anterior es lo ocurrido con Keyla Sánchez. Hoy podrá parecer omnipresente, pero en el 2018, cuando participó de Dancing, Sánchez era conocida por solo una parte de la población, pues su carrera la había hecho hasta entonces en medios de alcance limitado y redes sociales. Sin embargo, aquel año, tras obtener el segundo lugar en la competencia de baile y mostrarse como una de las “famosas” con personalidad más arrolladora, Teletica le terminó de abrir las puertas de par en par y la convirtió durante la pandemia en su presentadora estrella y, en apariencia, insustituible.
Hoy Keyla Sánchez es la persona tica radicada en Costa Rica más seguida en Instagram y el país habla de ella más por lo que hace fuera de la televisión que dentro de ella. En tanto, una nueva camada de figuras llega con atestados similares, buscando ser la “revelación” de la pantalla chica, aún cuando ya arrastren a decenas de miles de personas que a diario le dan “like” a sus fotos y reels en una pantalla aún más chica.