Antes de ser periodista se graduó como historiador. Suena extraño, pero el éxito profesional y personal que dice tener Daniel Quirós posiblemente no habría sido tal sin sus estudios en Historia y su experiencia como profesor de Estudios Sociales de secundaria.
Quirós siempre quiso ser periodista deportivo, salir en televisión y narrar los partidos de fútbol con el mismo ímpetu que relataba las mejengas de los ‘compas’ en Hatillo 8, el barrio donde creció; sin embargo, lograr el sueño de su vida no sería tan fácil.
Provenir de una familia con orígenes muy humildes complicaría la realización de los anhelos profesionales del entonces muchachito, quien le sacó provecho a sus buenos dotes de estudiante para alcanzar una beca completa en la Universidad Nacional que le permitió cursar una carrera con la que, después, se costearía la de comunicación.
En concordancia con su gran gusto por los Estudios Sociales y las buenas calificaciones que acostumbraba alcanzar en esa materia, Historia fue la carrera seleccionada por Quirós. Él usaría ese título como llave para abrir puerta a las victorias que, sabía, iba a alcanzar como comunicador.
Se graduó como historiador ya vinculado a los canales 29 y 2 de Univisión Costa Rica –donde llegó con un programa de música–, llevó los cursos de Pedagogía en la Universidad Nacional y por un año fue profesor de Estudios Sociales para los estudiantes de noveno y quinto año del Liceo de Belén, en Heredia. También dio clases en un instituto privado para el Bachillerato por Madurez.
El objetivo se cumplía tal y como lo había planeado: mientras se desempeñaba como profesor comenzó a estudiar Periodismo en la Universidad San Judas Tadeo, y muy rápido las oportunidades en el mercado de la comunicación se comenzaron a expandir.
“Hice un noticiero deportivo en el canal 29 al que me permitieron meterle pauta (publicidad) y con eso terminé de pagar la U. No volví a dar clases nunca más en la vida”, dice Quirós sentado en una de las mesas de la terraza de República Casa Cervecera, en Sabana Oeste, donde La Nación lo citó para este trabajo.
Desde ahí, Daniel repasó los casi 28 años que suma de su carrera periodística que labró en los canales 2, 29 y Repretel. Luego, el josefino, quien actualmente vive en Palmares de Alajuela, ‘aterrizó’ en la empresa que siempre fue su blanco: canal 7 de Teletica, donde trabaja hace casi dos décadas.
“La verdad es que de chiquillo siempre pensaba en canal 7, no voy a ser mentiroso”, refiere Quirós, antes de agradecer las diferentes experiencias que sumó previo a su llegada al canal de La Sabana.
Actualmente, en el 7 él asume roles como periodista, narrador estelar de fútbol, presentador y coordinador de las ediciones nocturnas y matutinas de Teletica Deportes, departamento donde lo conocen mejor como Chamaco.
“Es que soy un ‘roco’ de 47 años con el corazón de un chamaco”, expresa sobre el sobrenombre, que hace referencia al espíritu de niño que aún conserva y que se refleja con facilidad en su forma de ser, en las ilusiones que le despierta cada año –por ejemplo– visitar los parques temáticos de Orlando (religiosamente los visita al menos una vez al año. Las Vegas también es un infaltable) o en las colecciones de gorras, zapatos, tennis, monedas, billetes e imanes para el refrigerador que acostumbra tras algunas prácticas de su infancia.
Esas particularidades personales salieron a relucir en una entrevista que Quirós dio a Viva hace unos días. En ella habló ampliamente de su trayectoria, de los 5.422 partidos que ha narrado y de algunos aspectos de su vida privada poco explorados. Esta es parte de la conversación.
–28 años de carrera en un medio como la televisión se dice fácil, pero no lo es tanto. ¿Qué conclusiones saca de todo ese tiempo, más de la mitad en canal 7?
–Dios me ha permitido cumplir todos los sueños que tenía de chiquillo porque he logrado todo lo que ambicionaba. Dios me ha permitido estar en todas las facetas: he sido periodista, narrador, coordinador, he tenido la oportunidad de estar en transmisiones especiales, como el año pasado (2019) que Teletica me invitó para el Festival de la Luz. Entonces estoy muy agradecido con Dios porque profesionalmente se me ha cumplido todo lo que he querido, lo único que no he podido es ir a campeonatos mundiales de fútbol porque me tengo que quedar aquí narrando, coordinando, presentando secciones deportivas...
–A pesar de tanto tiempo en pantalla a usted se le percibe fresco y agradable, ¿cómo ha hecho para no ‘quemarse’?
–Tengo que decirlo: creo mucho en Dios y Él ha actuado para que en momentos indicados de mi vida me quede fuera del protagonismo. Eso me ha ayudado a no quemarme y me ha permitido darme un nuevo aire cada vez que me toca volver (frente a cámaras). Esa presencia intermitente en pantalla me ayuda a refrescarme, porque si hubiese estado de manera continua ya hubiera cansado.
–¿Qué orígenes tienen su afición al periodismo deportivo y a la narración de partidos de fútbol?
–No sé, creo que eso lo trae uno. Desde carajillo yo me ponía a narrar cuando jugaba bola con los amigos del barrio. Mi sueño era presentar y salir en tele. Desde chiquitillo decía que quería ser periodista y narrador.
–¿Cómo se afianza una carrera en la televisión?
–Para mí la base de tantos años en este medio han sido la humildad y tener los pies bien puestos sobre la tierra. He tenido la bendición de narrar tantos partidos, llevo la cuenta: son 5.422 partidos narrados en 28 años, desde la primera vez que me dieron la oportunidad de narrar en canal 29. La clave del éxito es que trato de llevarme bien con todo el mundo y de entender que es un trabajo, que hay que disfrutarlo y hacerlo bien. Hay que ubicarse, muchos pierden el norte con poquísimos años de estar en esto. Yo sufro porque, obviamente, no quisiera perder cierta participación o protagonismo como estar en momentos bonitos como el Mundial de Brasil 2014, que lo narró Kristian Mora y que me hubiese encantado narrarlo, pero no estuve ahí en la narración. Estuve coordinando o narrando algunos partidos que no eran de la Sele.
–En ese entonces no era el narrador titular de Teletica, ¿sufrió por no ser protagonista de la narración de Brasil 2014, por ejemplo?
–De momento lo sufrí porque era ver esos partidazos y yo en la Fuente de la Hispanidad esperando a que me dieran un pase con un micrófono que nunca llegó, mientras Kristian narraba esos juegos, pero son cosas de la vida porque el Mundial anterior (Sudáfrica 2010) sí me había tocado la titularidad pero Costa Rica no había clasificado. Son cosas de la vida. Uno entiende que esto es así y esos mismos toques son, al final, los que me han mantenido vigente a través de tanto tiempo.
–¿Cuál es el partido que más recuerda de los 5.422 que ha narrado?
–Han sido muchos, pero el de Costa Rica contra Estados Unidos (octubre del 2005) con los goles de Carlos Hernández en el Ricardo Saprissa, aquel llenazo y aquellos golazos… Ese lo recuerdo con todo el cariño por lo que significó (Costa Rica clasificaba al Mundial de Alemania). Otro que me golpeó mucho fue narrar el gol de Jonathan Bornstein a 20 segundos de la final del partido Estados Unidos-Costa Rica que nos dejó fuera del Mundial de Sudáfrica. Ese me marcó mucho y así hay miles de partidos y clásicos.
–¿Cómo cree que recibe la audiencia su trabajo como narrador?
–Creo que bien. Hay de todo, como en todo. Hay gente que lo odia a uno y le escribe mensajes al Facebook de que no le gusta, pero en términos generales muy bien. La narración del fútbol vivió un cambio generacional porque se fueron los grandes narradores con los que uno creció. En la actualidad, el chiquillo que creció escuchando a los grandes narradores es el que lleva el protagonismo junto a otros compañeros como Kristian Mora, Óscar Segura, Adrián Méndez, Marvin Centeno… Soy parte de ese grupo al que muchos chiquillos de ahora nos ven como los señores de la narración, como veía yo a los que estaban en su momento cuando era un güila. Eso ayuda para que la gente se identifique mucho conmigo. Siento que la gente valora mi narración de forma positiva.
–Aquellos narradores no estuvieron en el apogeo de las redes sociales...
–Las redes sociales son fatales y estamos expuestos a la crítica absoluta cada vez que tomamos un micrófono para narrar un partido, en este caso. La gente te acribilla por cualquier cosa en las redes, entonces hay que tener mucho cuidado. Pero sí pienso que las redes sociales nos han obligado a ser más profesionales en la narración, a ser más coherentes con lo que se dice, a prepararse mejor...
–¿Cómo se prepara para la narración de un partido?
–Eso se trae, desde niño narraba las mejengas de los carajillos y con los años se aprende a cómo manejar el partido y a interpretarlo más. Ya no es solo el que lleva la bola y va por derecha, hay que ir más allá.
–¿El partido más difícil de narrar cuál es?
–Contrario a pensar que podría ser un partido internacional donde uno no conoce a nadie, es el partido donde todo el mundo conoce a los que van a jugar, como un Clásico Nacional o un juego de la Selección, porque donde la gente conoce y sabe más, están más atentos a cuestionar tu trabajo.
–¿Y cómo hace cuando juega su equipo en un partido nacional que tenga que narrar?
–Es que ya me neutralicé. Carajillo tenía mi color (de equipo), pero eso es etapa superada. De chiquillo decía que era manudo, pero uno se termina neutralizando. Nunca fui fanático de la Liga, solo me gustaba el equipo pero hace muchos años dejé de ser aficionado a un equipo para convertirme en narrador de goles de un partido, así los meta Saprissa, la Liga, o cualquier otro. La idea mía es que haya goles y que sea un buen partido sea quien sea que juegue.
–¿De dónde nutrió su particular estilo de narración?
–Lo más difícil de narrar es hacer tu estilo, que le guste a la gente, al canal y que te den la oportunidad de hacerlo. Mi estilo de narrar está hecho de hace añales. El A lo que vinimos es una frase que me surgió un día, la empecé a decir no sé por qué y me gustó y se quedó. También el Mirada fija en la pantalla la usé una vez, me gustó y se quedó. Hay algunas que he ido erradicando o modificando para que no suenen tan cansones. Su estilo de narrar se convierte en un sello personal.
–¿Qué cuidados tiene para su voz?
–A punta de los remedios tradicionales de las abuelitas: miel de abeja con limón todo el tiempo, chupar caramelos de zorritone y ya cuando uno está más afectado, tomo fluimucil para las flemas. No tomo bebidas muy frías después de las 6 p. m.
–¿Cuál es su principal virtud como persona?
–Tener los pies bien puestos sobre la tierra y ser perseverante. Después de que dejé de ser narrador titular de canal 7 (estuvo del 2004 al 2013, luego Kristian Mora regresó a Teletica y hasta hace año y medio recobró la titularidad con la salida de Mora) sufrí mucho y eso se me juntó con un momento personal delicado porque me había divorciado y fueron momentos difíciles que quizá otra persona en mis zapatos se habría ido de canal 7, pero seguí humildemente trabajando en lo que me pedían con las mismas ganas de cuando me tocaba narrar.
–¿Cómo asumió esos vaivenes entre Kristian y usted en la titularidad de la narración en canal 7?
–Con mucha humildad. La primera (en el 2013) dolió porque eran muchos años de estar en narrando como estelar en Teletica (2004-2013) y porque yo disfruto y amo lo que hago, pero está la parte de que vivo tan agradecido con Dios por permitirme hacer realidad mi sueño de carajillo. En ese momento le dije a Dios que él tenía el control de todo. Pensé que nunca más iba a asumir la titularidad de la narración en canal 7 porque Kristian es muy bueno, pero nunca tuve que hacer nada para que esto se diera otra vez. Kristian decidió irse (en setiembre del 2018) y Dios me colocó de nuevo en este lugar y cada partido lo sigo disfrutando como si fuera el último.
–¿Se siente parte de la farándula?
–No. Eso queda para otros. Lo que siento es que la gente lo identifica a uno por tantos años de estar en el medio y más en uno tan fuerte como Teletica, por narrar los partidos que en este país mueve tanta gente, pero no creo ser parte de la farándula.
–Hace un tiempo una página de noticias de farándula ventiló una supuesta mala relación con sus dos hijos y la desatención suya hacia ellos. ¿Qué hay de cierto en eso?
–De eso no hay nada de cierto. Sí hay diferencias entre mis hijos y yo porque ellos crecieron y tomaron sus decisiones; pero mi responsabilidad como papá ha sido siempre total. Hay detalles, como que los hijos pueden tener diferencias con sus padres, eso es normal, pero hay un montón de cosas que ahí se dicen que son falsas.
–¿Cómo es la relación con sus hijos?
–Es buena. Ya son grandes (el mayor tiene 24 años y la menor 22) y la relación no es la mejor; incluso hoy por hoy hemos tenido algunas diferencias pero estoy totalmente tranquilo porque no ha sido ninguna situación mía la que generó eso. Ya ellos están grandes, toman sus decisiones y se equivocan como me equivoco yo o se equivoca cualquiera y eso hace que la relación no esté en su mejor momento. Es una relación cordial en la que asumo algunas responsabilidades. Mi hija está en la universidad y yo le pago todo para que ella termine su carrera; mi hijo ya hizo su vida y es papá. Mi nieto tiene tres años.
–¿Ese ruido en redes de situaciones tan personales es el precio que se paga por estar en este medio?
–Diay sí, es que yo puedo estar sentado aquí tomándome una cerveza y viene alguien que le caigo mal, me ve, me toma una foto, la sube y dice que aquí estaba borracho, que llevaba 14 birras y que me agarré con la gente. A eso está expuesto uno.
–¿Su vida sentimental cómo está?
–Superbien, tengo novia. Vivo en Palmares, hice casa con ella allá. Tengo casi seis años de estar radicado en Palmares, pero de vivir vivir año y medio. Mi novia y yo tenemos casi 7 años relación, no nos hemos casado aún, pero está en los planes.
–¿Todavía cree en matrimonio?
–Sí y con ella (su actual pareja) no tendría ningún problema con establecerme.
–¿Cuál es su principal defecto?
–Soy poco tolerante y muy explosivo. La gente que realmente me conoce sabe que soy una buena persona, aquí no me estoy poniendo ninguna máscara porque así soy yo siempre, pero sí tengo un carácter muy fuerte.
–¿Cómo se alimenta espiritualmente?
–Lo hago de manera individual todos los días cuando vengo manejando desde Palmares hasta el canal, porque viajo todos los días. Ahí es donde me cultivo. Crecí católico pero he asistido mucho a la iglesia cristiana porque la parte católica no me llenaba tanto, es que los sermones, por el audio, no se escuchan bien porque los parlantes de las iglesias católicas no lo permiten; entonces busqué una nueva alternativa hace tiempos y fui a la iglesia cristiana, invitado por una compañera del canal. Yo no tengo problema de ir a cualquier iglesia donde se hable de Dios. Pero mi forma de cultivarme es cuando vengo solo en el carro. Hablo con Dios cuando viajo al trabajo y le agradezco lo que me da, le pido que me bendiga, que me ayude a hacer las cosas bien, que me quite este carácter impulsivo y hasta hago terapia porque pongo música de Jesús Adrián Romero.
–¿Le queda algo pendiente por hacer?
–Sí, un emprendimiento que lo tengo guardado y lo llevo caminando. Quiero poner mi negocio propio de mayonesas. Suena raro, pero a mí me encanta la mayonesa, entonces le vengo dando vueltas a este proyecto de crear mi propia mayonesa y comercializarla.
–¿Qué les dice a sus detractores?
–Hakuna matata, ese es mi lema. La vida es muy corta y hay que disfrutarla, yo la disfruto intensamente, sin preocuparme tanto.