Con cada nariz rota de narcotraficante, por cada sicario aporreado, por cada pedófilo sin dientes, Matt Murdock se convence de que está haciendo un bien a la sociedad. Entonces, ¿por qué se siente tan culpable?
Todos nos hemos puesto en algún momento en los zapatos de Matt, por más que no lo aceptemos en público. ¿Cómo no desear partirle el alma al infeliz que asesina a un niño, o al maldito que se llena las bolsas con la trata de personas? La diferencia es que la mayoría nos tragamos nuestra frustración y depositamos en el sistema de justicia nuestras esperanzas contra las lacras humanas. Matt, en cambio, no puede esperar al sistema.
Matt Murdock es Daredevil, y para él, la justicia, más que pronta, debe ser implacable.
Con los matices propios de tomarse las leyes en sus propias manos, Daredevil cree que toda vida humana debe respetarse, aún las de la escoria. Sin embargo, en el “gremio” de los justicieros, no todos sienten el mismo aprecio por quienes provocan la miseria.
En su segunda temporada, Daredevil –serie de Netflix producida por los estudios Marvel– confronta a su héroe titular con dilemas éticos en un ambiente carente de ética, debido a la aparición de nuevos actores. ¿Es justo defender vidas despreciables? ¿Cómo combatir a un vengador que asesina a los asesinos?
La era de la oscuridad. En el 2015, con el estreno de la primera temporada de Daredevil , Marvel se sacó el clavo de contar historias de superhéroes en tono adulto, oscuro, muy distante del entretenimiento blando que debe mostrar en sus megapelículas de cine, aptas para un público familiar.
En su nueva entrega –13 episodios que se colocarán en línea este viernes 18 de marzo– la producción nos muestra a un Daredevil (Charlie Cox) ya afianzado en su oficio de destructor del bajo mundo en el neoyorquino barrio Hell’s Kitchen. Abogado no vidente de día, vigilante enmascarado de sentidos superdesarrollados de noche, Matt nos recibe a los espectadores en una calma relativa, tras desbaratar un año atrás el imperio criminal de Wilson Fisk (Vincent D'Onofrio).
Así se puede apreciar en los primeros siete capítulos de este nuevo año, adelantados por Netflix a Teleguía .
Cuando un misterioso pistolero empieza a dar caza a integrantes de distintas bandas delictivas de la zona, el conflicto se desata. ¿Se trata de un asesino en serie o un justiciero? ¿Son sus actos obras de maldad o necesidad? La población se divide entre apoyarlo y condenarlo, e incluso entre los policías hay aplausos por atreverse a llegar más allá de donde la ley lo permite. Matt también está confundido.
Así se introduce en la historia (y en el Universo Cinematográfico Marvel, UCM) a un personaje clave de la casa de historietas y que –al igual que Daredevil– vive un segundo aire tras haber sido maltratado por malas adaptaciones en la pantalla grande: Frank Castle, mejor conocido como The Punisher.
Levántante y anda. Con el padrinazgo de Disney, Marvel es hoy uno de los actores más sólidos de la industria del entretenimiento estadounidense. Tanto que ya nos cuesta acordarnos de la etapa pre- Iron Man , cuando los personajes inventados por Stan Lee y Jack Kirby eran administrados, en su mayoría, por otros estudios de cine.
Marvel aún lamenta aquellos años perdidos en que sus creaciones padecieron deplorables versiones cinematográficas. El regreso a casa fue complicado y doloroso, pero hace un par de años la firma logró recuperar los derechos sobre Daredevil, The Punisher, Ghost Rider, Blade, Elektra, y empezar la reconstrucción.
En vez de arrojar a unos personajes tan maltratados en medio de los egos planetarios de Hulk, Capitán América y Thor, Marvel optó por un acercamiento más “sutil” e interesante: un convenio con Netflix que expande el UCM a una plataforma adulta y digital, con series para Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage, y Iron Fist, que luego desembocarán en The Defenders (versión urbana y sin asco de The Avengers ).
El experimento ya pasó la fase de prueba y hoy es un caso de éxito, tras la tremenda respuesta que recibieron las temporadas debut de Daredevil y Jessica Jones , ambas en el 2015. Ahora lo que corresponde es darle espacio en dichas series a otros nombres familiares para la fanaticada.
The Punisher es la primera gran adición. Encarnado por el actor Jon Bernthal ( The Walking Dead ), el castigador también se toma la justicia por sus propios medios, con la diferencia de que en su código, la vida de los maleantes no vale un cinco. Entre peor sea el crimen, así será el dolor que Frank infringirá en el desdichado de turno.
Castle es un ejecutor, cuya estela de víctimas lo pone en el camino de Matt. El choque entre ambos no solo se limitará a los métodos, sino también a sus motivaciones: detrás de las matanzas del Punisher hay una razón de ser, una que podría generar algo parecido a la empatía hacia un personaje que a toda óptica es despreciable.
La violencia de Castle es intolerable para Murdock: mientras que él muele a un criminal a golpes pero se abstiene de darle muerte con tal de que el sistema funcione, Frank no tiene freno. Donde Matt ve una posible redención, el otro ve una reincidencia inevitable.
Para el Punisher, la única manera de eliminar la rabia es matar al perro.
El regreso de la “ex”. La otra gran adición a la segunda temporada de Daredevil está en Elektra, la eterna amante/contrincante del héroe ciego.
La actriz francesa Élodie Yung ( G.I. Joe: Retaliation ) da vida en la serie a Elektra Natchios, una figura complicada del pasado de Murdock, quien regresa a Nueva York con una agenda propia y demasiados secretos para el gusto de su contrariado exnovio.
La trama se acerca mucho a los orígenes de Elektra y Punisher en las historietas, por lo que no se sienta contrariado si esta información se parece a un spoiler , dado que ya es cultura universal. Si usted algo sabe de cómics, entonces no se sorprenderá de ver a Elektra peleando con tanta habilidad como Daredevil.
La crítica ha recibido especialmente bien las actuaciones de Bernthal y Yung, quienes se amoldan perfectamente a la química que ya se percibía entre Cox y los intérpretes de sus colegas y amigos Deborah Ann Woll y Elden Henson, la primera como la persistente asistente legal Karen Page, y él como Franklin Foggy Nelson, socio de Matt en el bufete Nelson & Murdock, y resignado confidente de su identidad secreta.
Las secuencias de pelea mantienen la calidad desplegada en la temporada anterior. Si creía que, por ejemplo, la coreografiada lucha de Matt contra los secuestradores de un niño en el segundo episodio del año pasado fue perfecta, entonces prepárese para un plano secuencia de pelea aún de mayor complejidad y ejecución.
Si a estas alturas no ha visto nada de la serie, desde luego que lo recomendable es que busque en Netflix los capítulos estrenados en el 2015, pues los nuevos son continuación de aquellos. Además, también sería útil que antes de entrarle a lo nuevo cumpliese con ver lo que ya está disponible de Jessica Jones : ambas series están relacionadas, y lógicamente veremos más guiños en común, de esos que solo los conocedores celebran como gol mundialista.
La segunda temporada de Daredevil es posiblemente una de las mayores apuestas que Netflix hará este año, consiente de que corresponde demostrar que las series de superhéroes son sostenibles en el tiempo.
A su favor tiene que esta, antes de ser una producción sobre seres sobrenaturales con poderes especiales, se centra en sujetos demasiado reales, con conflictos tan mundanos como los suyos o los míos, en un vecindario donde el sistema suele fallar, y donde justicia y venganza, a veces, se conjugan.
Véalo. Viernes 18 de marzo. Netflix: www.netflix.com