Un amigo le propuso audicionar para bailar ballroom dancing. A David Martínez, de 33 años, le pareció una gran idea. Al llegar al lugar del casting los jueces le dijeron que “estaba muy viejo”.
Con su templanza de siempre, se retiró con la frente en alto. Martínez no se dio por vencido y, dos años después, se convirtió, junto a su pareja de baile, en el sexto mejor en ese ritmo en el escalafón internacional.
Cuando el juez de Dancing with the Stars (de Teletica), hoy de 59 años, da “sin contemplación” la calificación más baja a los bailarines luego de su ejecución, lo hace con empatía y profesionalismo. Él, en verdad, sabe lo que es estar en esos zapatos.
El costarricense, experto en jazz y ballroom, corrige una posición o movimiento con total conocimiento de la disciplina. Él vivió en carne propia esos comentarios que lo educaron y lo hicieron convertirse en el profesional que es ahora.
David sabe de lo que habla y, también, de lo que los demás bailan.
Primer baile
El hijo de David Martínez y Roxana Solano supo lo que era ser un foráneo desde temprana edad. El empleo de su padre hacía que la familia se asentara por temporadas en distintas provincias y comunidades costarricenses.
Ser nómada no fue asunto solo de su infancia y adolescencia: aún conserva la práctica, pues por sus conocimientos, Martínez se mueve por diferentes países conformando paneles de jurados, como lo ha hecho en Dancing with the Stars en Panamá y en Colombia.
También viaja para participar en retos de baile en Europa, o bien, para “ayudar al talento”, como le llama al entrenamiento que brinda a bailarines.
Cuando conversa, David no es tan rígido como se ve a través de los monitores de canal 7. Es simpático y armonioso. Sus cabellos se mantienen en perfecto orden, reflejando bien la personalidad del bailarín que antes de descubrir su gran pasión estudió para ser arquitecto.
¿Cómo descubre el baile un arquitecto?
A los 15 años, mi papá me mandó a estudiar a Estados Unidos. Con 16 años ya estaba en la universidad. Estudié arquitectura pero nunca ejercí. Justamente fue una amiga y compañera de la universidad quien me invitó a ver una clase de baile.
“Como yo venía de Costa Rica, estaba acostumbrado a ver otra cosa, nunca había visto una clase en la que todo el mundo hacía las cosas tan perfectas; era una clase profesional de jazz .
“ En ese momento dije que eso era lo mío. Al día siguiente empecé a tomar clases de jazz . Un profesor me dio la primera lección y me preguntó que si había tomado clases alguna vez y me becó. Entonces empecé a tomar clases de jazz y de ballet y de cuanto podía”.
Dos años después David tuvo su primer trabajo profesional: participó en la apertura del show de Rod Stewart, en Las Vegas.
Luego de ese evento vendrían nuevas y grandes oportunidades para el bailarín, unas que supo aprovechar y otras que se disiparon por “equivocaciones”.
David reconoce que el éxito que conoció en su juventud fue manejable gracias a las “buenas costumbres” que llevaba de Costa Rica. Compartió con Liza Minelli en el famoso Studio 54 de Nueva York y ganó la audición para abrir el espectáculo de Tina Turner; no obstante, un accidente le impidió participar.
¿Dejó pasar alguna oportunidad?
Sí y no. Yo regresé a Costa Rica a finales de los 70, principios de los 80. Antes de regresar yo hice una audición para estar con Tina Turner en su tour europeo, la gané. Yo estaba muy contento. Tenía un carro nuevo y choqué contra un árbol y no pude hacer el show de Tina Turner.
”Tomé esos días para venir a Costa Rica. Estando acá empecé a buscar qué había aquí de baile y me fui para la Compañía Nacional de Danza.
”Ahí conocí mucha gente y empecé lo que, creo, fueron las primeras clases de jazz . Gente como Rogelio López y Jimmy Ortiz (reconocidos artistas de la danza), y la mayoría de personas que tienen escuelas de jazz fueron alumnos míos”.
Estando en Costa Rica, David conoció a quien convertiría en su esposa y con quien tendría a su “gran amor”: su hija Samantha, de 26 años.
Camino al ballroom
Radicado con su familia en Las Vegas, a David le propusieron participar en un casting de ballroom , del cual fue rechazado. Su ímpetu lo llevó a convertirse en un experto en el baile que es antiguo pero que “se dio a conocer por las películas que tenían shows de baile”.
Luego de obtener logros junto a sus parejas de ballroom , David decidió que era el momento de continuar con la técnica que une diferentes tipos de baile, pero desde la otra trinchera. Así que Martínez se especializó en ser juez de ballroom .
Por varios años, se dedicó a formar parejas de baile. En el 2012 fue llamado por la productora de Dancing With the Stars en Panamá. Dos años después, lo contactaron en Costa Rica para que formara parte del jurado del formato en el país.
Como experto, ¿qué le ha parecido el trabajo hecho en Dancing With the Stars Costa Rica?
Lo digo a todos los que lo han preguntado: en cuanto al nivel de producción, tengo que decir con mucho orgullo que la mejor función que he visto es la de Costa Rica. La capacidad que tiene Colombia es enorme, pero desde el punto de vista humano de producción Canal 7 está mucho mejor, es lo mejor que yo he visto.
Trabajar en Costa Rica es justamente lo que el bailarín quiere hacer permanentemente. “Preparar talento tico” y viajar para impartir seminarios es su ideal de vida.
Estar en la playa y disfrutar de la tranquilidad que transmite la brisa marina es algo que Martínez quisiera experimentar con mayor frecuencia.
Actualmente él enfrenta la enfermedad de Graves , causa común del hipotiroidismo que provoca que uno de sus ojos se inflame mucho. Sin embargo, esto es algo que no le impide hacer su vida con normalidad.
"Empatía no gana"
David reconoce que haber sido concursante en reiteradas ocasiones le permite ser empático con los bailarines del formato que produce canal 7, mas no permite que este sentimiento impere, pues jamás “haría sufrir al profesionalismo”.
Para David su espacio como juez en Dancing With the Stars , es un canal que además, le sirve para educar a los televidentes sobre el ballroom dancing .
“Yo soy igual con todos”, dice; procura no tener preferencias. Su papel de “juez justo” lo hace recordar una anécdota: “Cuando Alex Costa (ahora otro juez del espacio) hizo el baile final de la primer temporada de Dancing With the Stars , su baile fue muy bueno, los otros jueces le dieron 10 y yo le di 9; luego le expliqué que él había usado unos zapatos equivocados y eso también cuenta”.
David procura ayudar a las figuras participantes en lo que le resulte posible, siempre y cuando su trabajo como juez se lo permita. “Yo les doy mucho crédito a las estrellas de este show . ¿Cómo hacer lo que hacen en el corto tiempo que tienen? Les doy mucho crédito, pero, como juez, parte de mi trabajo es educar”, dijo.
David sonríe mucho, pero al dar una calificación nunca lo hará, pues para él es imposible hacerlo cuando “está haciendo una corrección”.