“Sin mí, estás sola”, esas son las crueles palabras que escucha la angustiada Alex cuando intenta huir con su pequeña hija, intentando dejar atrás a su novio abusivo. En ese instante sus planes de escape se desmoronan, tal como sucede en Las cosas por limpiar, serie que se ubica entre las más vistas en Netflix y que además está basada en una historia igual de desgarradora.
A partir de acá se podrá encontrar algunos spoilers sobre este drama, que nos muestra a una joven con un futuro prometedor enamorada del hombre equivocado. Muy pronto descubre que lo que pintaba ser un romántico sueño explota -literalmente- frente a sus ojos. Su pareja Sean, quien tiene problemas de abuso de alcohol y manejo de ira, se transforma y amenaza con derrumbar su mundo y el de la hija de ambos, Maddy, de dos años.
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En un inicio, la joven Alex se rehúsa a ver las señales violentas, que podrían escalar hasta convertirse en un abuso físico contra ella. Por amor a su pequeña hija la joven trata de buscar una salida y es ahí cuando otra mujer le advierte: “primero ladran, antes de morder”, así que, sin un cinco en su bolsillo, se convence de que su decisión es la correcta, busca ayuda ante una burocrática oficina estatal y consigue un extenuante trabajo limpiando casas.
La historia de la serie se basa en el libro de Stephanie Land, quien en el 2019 publicó Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive (Mucama: trabajo duro, poco pago y la voluntad de una madre de sobrevivir), en el que relata sus experiencias como madre soltera limpiando inodoros por menos del salario mínimo, todo con el fin de sostener a su familia.
En este momento, el libro se encuentra en la lista de los más vendidos y la correspondiente serie de Netflix se ubica en el segundo lugar entre las más vistas en Costa Rica, solo por debajo de la popular serie surcoreana El juego del calamar.
Con sus escritos, Land se ha convertido en la voz de los desamparados en Estados Unidos, ya que según afirma en su sitio web: “yo logré salir de la pobreza, pero la pobreza nunca salió de mí”.
Mujer tenaz
Stephanie Land, hoy de 43 años, creció entre los estados de Washington y Alaska, en el oeste estadounidense, y aunque su infancia no estuvo marcada por la escasez, si llegó a vivir por debajo de la línea de pobreza luego de un embarazo no planeado a los 28 años. Quedó encinta producto de una relación con su novio de entonces, un cocinero que ejercía con regularidad violencia psicológica contra ella, según contó a The New York Times.
Su novio, quien en el libro tiene el nombre de Jamie, se volvió más irascible cuando Land ignoró la sugerencia de tener un aborto. Según contó la escritora, en una entrevista con NPR, su propia madre le había confesado a Land que estuvo a punto de abortarla cuando quedó embarazada de ella, a los 13 años, pero decidió tenerla. Esa decisión la marcó de por vida.
A pesar de la tensión que vivía con su pareja, Land se quedó al lado del sujeto. Sin embargo una noche, durante una discusión, el hombre lleno de ira golpeó una de las puertas y le dejó un gran agujero, tal y como se ve en la serie.
Para entonces, su hija Mia tenía siete meses, por lo que se armó de valor y huyó hacia la casa de su padre donde se encontró de nuevo frente a un círculo de violencia. Entonces no le quedó más remedio que acudir a un refugio para personas en situación de calle, donde empezó a buscar la luz al final del túnel.
Uno de los episodios más conmovedores del libro, y que se incluye con algunas variaciones en la serie, es cuando su madre y el esposo de esta regresan de Europa y la ayudan a mudarse del albergue a un apartamento. La pareja se rehúsa a invitarla a almorzar y la obligan a pagar por su comida la cantidad de $10.59, tan solo 20 centavos menos de lo que tenía en ese momento en su cuenta bancaria.
En su libro de memorias, Land relata cómo se vio forzada a recurrir al sistema de asistencia social del Gobierno que incluye ayuda económica para vivienda, cupones de comida y subsidios para el cuidado de su hija, ya que al ser madre soltera se le dificultaba conseguir un trabajo estable y más aún un empleo que fuera digno.
Fue así como empezó a limpiar casas por $9 (unos ¢5.700) por hora, pero además se vio forzada a hacerlo sin tener acceso al seguro social, sin paga por enfermedad, vacaciones, ni aumento.
Pese a todas estas dificultades, Land siguió estudiando en la Universidad con el sueño de convertirse en escritora algún día. Tras más de seis años de limpiar casas por fin tuvo acceso a préstamos estudiantiles y a un subsidio gubernamental para estudiar Inglés y escritura creativa en la Universidad de Montana.
No fue nada sencillo, ya que demostrar que necesitaba la ayuda requería un gran esfuerzo en sí mismo, con múltiples formularios y comprobantes que confirmaran su condición de pobreza.
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Asimismo, Land comenzó una relación con un joven granjero y pronto se dio cuenta de que estaba embarazada por segunda ocasión. Tan solo le faltaba un semestre para terminar sus estudios y todo el mundo le aconsejó que no continuara con el embarazo. Sin embargo, no solo tomó la valiente decisión de mantenerlo, sino de dejar el trabajo y concentrarse en sus estudios con el anhelo de convertirse en escritora una vez graduada.
“Fue realmente difícil darle la espalda a un trabajo remunerado y confiar en que sería recompensada con mi sueño”, afirmó Land en la entrevista.
Pero lo logró, Land escribió la obra basada en sus experiencias y recuerda que cuando el libro alcanzó la lista de Best Sellers, ella se encontraba en un avión. Cuando aterrizó su teléfono se inundó de notificaciones para darle la buena noticia y ella no pudo evitar llorar dentro la aeronave.