A simple vista, parece ser una opción muy tentadora y hasta racional. Hay una tremenda bolsa de dinero en juego y para ganarla los interesados solamente deben aceptar participar un concurso de juegos infantiles tradicionales.
¿Pan comido, cierto?
La llamativa oferta provoca que un total de 456 habitantes de Corea del Sur, todos desesperados por dinero urgente para salir de deudas, acepten la misteriosa invitación al torneo de múltiples rondas de juegos para niños. En cada etapa los menos aptos irán quedando eliminados y quienes avancen estarán más cerca de llevarse el jugoso botín.
Encerrados en un lugar secreto, los participantes, mujeres y hombres de diversas edades, provenientes de diferentes sitios y cuyas realidades son muy distintas, se enteran demasiado tarde que en la competencia no hay espacio para fallar, pues la eliminación es literal: el fracaso se paga con la vida.
Pese al riesgo de muerte, la desesperación puede ser más fuerte. En un grupo lleno de ludópatas, estafadores, jefes de familia en aprietos económicos y emprendedores fallidos, la posibilidad de salir de sus millonarias deudas es lo único que importa.
Nadie quiere dar marcha atrás con el juego y, por el contrario, los mejores no dudarán en sacrificar las vidas de los demás con tal de salvarse y seguir adelante en pos del premio y una nueva vida.
A partir de allí se desarrolla El juego del calamar, la nueva apuesta de Netflix. Se trata de una serie de nueve capítulos que mezcla drama con suspenso en una especie de combinación entre Los juegos del hambre y Saw, donde al final, todo es una aterradora y escalofriante lucha por la supervivencia.
Los participantes no saben quiénes están detrás de este concurso ni mucho menos cuál es el objetivo del juego. Solo saben que todos compiten con el mismo traje verde, que quienes los guían llevan trajes rojos y sus rostros cubiertos, que alguien los observa a lo lejos y monitorea cada uno de sus movimientos.
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Pobreza mortal
“Probablemente hay una metáfora aquí, algo sobre los ricos y poderosos que se aprovechan de la desesperación de los pobres, pero fundamentalmente es una producción apasionante”, asegura Forbes.
Netflix tomó por sorpresa al mundo esta semana con el lanzamiento de El juego del calamar, serie de la que no se sabía mayor cosa y que en cuestión de horas se catapultó en el consumo de los suscriptores del servicio en todo el planeta. A lo largo del fin de semana la producción ha sido tendencia en redes sociales.
La empresa estadounidense ya había tenido éxito con otro tipo de producciones coreanas, como culebrones y películas de ciencia ficción. Sin embargo, esta nueva serie parece ser su título en coreano de más largo alcance, aspirando a eventualmente emular otros éxitos internacionales de Netflix, como fue el caso, por ejemplo, con La casa de papel.
La serie surcoreana es protagonizada por Lee Jung-Jae, Park Hae-soo y Wi Ha-jun. Fue creada y dirigida por Hwang Dong-hyuk, quien desde el 2009 planeaba una serie de este tipo.
En entrevista con The Korea Herald, el director afirmó que en aquel primer intento su propuesta no fue bien recibida.
“El casting de actores y la inversión fueron extremadamente difíciles durante estos períodos. La idea de un ganador del juego que se haga rico no fue bienvenida. La brutalidad y crueldad de los juegos eran motivo de preocupación. Tuve que poner el escenario en el estante”, detalló al medio.
Sin embargo, una década después notó que el interés por los juegos de supervivencia y las criptomonedas había aumentado y decidió recurrir a Netflix. El gigante del streaming le dio visto bueno a la producción.
La idea del director es que las personas puedan leer entre líneas el mensaje que lleva consigo la serie, que evidencia la lucha por el poder, el dinero y la competencia diaria en diferentes aspectos de la vida.
“El director esperaba que los fanáticos pudieran encontrar alivio a las presiones que enfrentan y liberarse de la competencia en su vida diaria al ver la serie. Pero también instó a los espectadores a profundizar más bajo la superficie y pensar en las razones por las que luchamos tanto para vivir y sobrevivir en nuestro mundo competitivo”, agrega The Korea Herald.
Al final, el juego se convierte en una lucha no solo por llevarse el dinero, sino por recobrar la libertad. En este punto, la interrogante es: ¿realmente saldrá alguien con vida del juego?
La producción actualmente se encuentra en el top 10 de lo más visto en Costa Rica y cada capítulo tiene una duración de aproximadamente una hora.