A Robert Kirkman la vida le ha sonreído mientras escribe historias sobre gente a la que la vida la trata muy, muy mal.
A sus 37 años, el escritor estadounidense es el creador no solo de una de las sagas de cómics más importantes de todos los tiempos –y productor de su versión televisiva–, también se le reconoce como el redentor de un género al que hasta hace no mucho se le consideraba más muerto que muerto viviente: el de los zombies .
El padre de The Walking Dead es un tipo callado; cuando habla con la prensa, lo hace casi con pereza, de seguro muy consciente de que esta es la parte tediosa de su trabajo, la que debe hacer por obligación y no por gusto.
Porque, en efecto, el resto de su tiempo parece hacerle muy feliz. Escribir historias es lo que soñaba hacer cuando era un niño en un pueblo de Lexington, Kentucky, en los Estados Unidos.
Luego de revitalizar a los zombies y devolverlos a la palestra de la cultura pop, Kirkman regresa a la producción televisiva con la segunda adaptación de una de sus obras de cómic.
El nombre de la nueva serie es Outcast , un programa que mantiene la ya característica temática de suspenso y drama que Kirkman ha dejado patente en The Walking Dead . Outcast , sin embargo, deja atrás a los muertos vivientes y en cambio ahonda en el universo de lo paranormal, lo que no se puede ver, el reflejo en el espejo de la fe: demonios, posesiones y exorcismos.
Outcast cuenta la historia de Kyle Barnes, un hombre cuyos seres queridos han sido atacados y poseídos por demonios desde niños. Convertido en adulto y con la ayuda de un miembro del clérigo, convierte en su misión comprender estas manifestaciones supernaturales.
“Hay otros temas, además de la posesión”, dijo Kirkman a Teleguía en entrevista telefónica. “Hay muchas pequeñas historias que convergen con la trama central y la enriquecen”.
Agregó que la historia se enriquece con la presencia de una seguidilla de personajes que, como en The Walking Dead , están llenos de errores que los humanizan. “Me gustan más las historias sobre personajes que se equivocan que las de los héroes perfectos”, dijo.
Semillas. Precisamente, durante su infancia rural fue cuando Kirkman recolectó las semillas que luego germinarían en historias. Rodeado por una familia conservadora y obligado a crecer en un ambiente con un gran peso religioso, su pequeña mente acelerada absorbía cuanto pasaba frente a sus ojos.
Su madre era ama de casa y asistía con cierta regularidad a una iglesia pentecostal. Su padre trabajaba en una fábrica de metales y era comerciante. El suyo era un contexto de lucha diaria, de levantarse temprano todos los días y trabajar hasta que el sol se pusiera. En un perfil publicado por la revista Rolling Stone , Kirkman contó que recordaba acercarse a su padre mientras este trabajaba en su camión y decirle: “Tu trabajo parece ser muy duro”. A esto, su padre respondió: “Eso es lo que haces cuando eres un adulto. Te levantas cada mañana y vas a trabajar”.
“Qué mierda”, respondió el pequeño Robert. La motivación para dedicarse a narrar historias estaba en su vida desde entonces. Pero también estaban las historias.
Fue durante una de las visitas a la iglesia junto a su madre que Kirkman presenció algo que cambiaría su vida para siempre y, por efecto dominó, el panorama de la cultura pop y de la televisión y los cómics durante la segunda década del siglo XXI.
“Presencié un exorcismo mientras asistía a la iglesia”, cuenta el escritor, quien asegura que no disfruta hablar del tema. Aunque Kirkman asegura que el evento no le generó mayor malestar emocional o psicológico, sí que le resultó interesante desde un punto de vista anecdótico y narrativo.
Años más tarde, el resultado de esa experiencia se llama Outcast .
Viernes 8 de julio. FOX+. 11:00 P.M.