Tres mujeres tienen en sus manos el destino de un país. Una es reina, la otra la princesa que se encargó de que el pueblo se enamorara de ella y la tercera es la política que dirige a la nación. La reina Isabel II, Diana de Gales y Margaret Thatcher, tres grandes personajes de la historia británica (y la mundial), se encuentran a partir de este domingo 15 de noviembre en la cuarta temporada de The Crown, serie de Netflix que hace un repaso por la vida de la monarca, su familia y Gran Bretaña.
El poder femenino indiscutiblemente será el protagonista en esta nueva entrega de la afamada serie de la plataforma digital, no solo por el papel que estas tres grandes mujeres ejercieron en la sociedad, sino también por las verdades detrás de sus relaciones, en especial, la que se forjó casi que a la fuerza entre la reina y su nuera.
Netflix ha anunciado con bombos, platillos y pompas –muy acorde a la historia real– el estreno de la nueva temporada que narra los acontecimientos a partir de finales de la década de los años 70, cuando la familia está preocupada por la línea de sucesión ya que el príncipe Carlos sigue soltero a los 30 años.
La reina Isabel (Olivia Colman) y su familia se ocupan en la búsqueda de la novia adecuada para sentarse en el trono algún día. Mientras tanto, la nación comienza a sentir el impacto de las políticas de la primera ministra Margaret Thatcher (Gillian Anderson), la primera mujer en ocupar este puesto.
La tensa relación entre ella y la reina empeora significativamente cuando Thatcher lleva al país a la guerra por las Islas Malvinas, lo que genera un conflicto.
En medio de todo, ya con la joven lady Diana Spencer (Emma Corrin) como la novia perfecta del príncipe Carlos (Josh O’Connor), el cuento de hadas sirve para mantener unido al pueblo británico; sin embargo, puertas adentro del palacio la familia está dividida.
En familia
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La historia se encargó de revelar muchas de las situaciones internas de Buckingham y también de Downing Street, pero Netflix, basado en realidad y ficción, pondrá sobre la alfombra roja muchos trapitos al sol de la relación de esta triada de lideresas.
Pero para ir calentando, les contamos algunas de las curiosidades sobre estas mujeres, las tensiones, lo positivo y lo negativo:
Isabel y Diana tenían una relación buena al principio del enlace romántico con el príncipe, según recopiló la revista Vanidades. Sin embargo, con el paso del tiempo las claras diferencias de comportamiento, pensamiento y forma de ser de la fría reina Isabel II y la carismática Diana se fueron haciendo más intensas.
En el libro A Brief Life Of The Queen, escrito por el Robert Lacey, se habla sobre la relación de Isabel y Diana. Una amistad unía a la familia real con los Spencer, tanto así que la reina vio crecer a la pequeña Diana hasta convertirse en una señorita muy apropiada para quitar del camino a Camila Parker Bowles, el primer –y único– amor de Carlos, quien no encajaba en las pretensiones que tenían los Windsor sobre la futura reina.
Entre muchos otros problemas, este libro expone que la reina sentía especial compasión por Diana ya que su madre la había abandonado y la pequeña vivió una niñez triste por esta razón. Empero, la inexperiencia y la madurez de la princesa fueron factores de importancia en el cambio de actitud de la monarca a la esposa de su hijo.
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“Todo comenzó con su carácter errático, sus problemas de bulimia y sus intensas peleas con el príncipe Carlos (cuando terminaban, se autolesionaba). Ahora sabemos que fue la reina quien apoyó a Diana desde el primer momento, llamando a varios psiquiatras para que la trataran con la mayor discreción y le brindaran toda la ayuda posible”, explica Vanidades sobre el inicio del cambio.
Según han narrado varios medios internacionales y como lo reflejó Andrew Morton, biógrafo de Lady Di, en su libro Diana: Her True Story, muchas veces hubo encontronazos entre la reina y la princesa.
Uno de ellos se dio cuando la princesa, durante una cena familiar, preguntó abiertamente qué tan importante sería la familia real en una Europa Federal.
Otra de las molestias de la reina con Diana fueron sus constantes apariciones en medios de prensa y la que derramó el vaso de la paciencia fue cuando Diana reveló en una entrevista que en su matrimonio eran tres, haciendo referencia a la relación extramarital de su esposo con Camila Parker Bowles.
Y aunque el príncipe seguía enamorado de Camila y parece que mantenía en secreto una relación con ella, a Diana no se le perdonaron sus deslices amorosos con su amigo James Gilbey, el futbolista Will Carling o su obsesión con el anticuario Oliver Hoare. La reina lo sabía, pero todavía le tenía cariño y justificaba las acciones de Diana con su juventud e inexperiencia, pero todo iba sumando.
Pero lo que definitivamente colmó la paciencia de la reina fueron las revelaciones de Lady Di a los medios de comunicación. La primera de ellas fue con la publicación de Diana: Her True Story, donde la princesa contó varios secretos, la segunda con la entrevista a la BBC en 1995.
En esta ocasión la reina se sintió traicionada no solo porque Diana reconoció públicamente su romance con el militar James Hewitt, sino porque también afirmó que Carlos la engañaba desde que comenzó el matrimonio. También la princesa hizo declaraciones despectivas en cuanto al reinado cuando afirmó que le interesaba más ser una reina en los corazones del pueblo y que su marido no estaba preparado para llevar la corona.
Esa entrevista fue el detonante. Tras su publicación la reina le dio la orden a la princesa de que se divorciara del heredero al trono británico y dio por terminada la relación con su nuera.
Con la primera ministra
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Gélida, así definió el periódico El País de España la relación entre la reina y Margareth Thatcher, la primera ministra.
Thatcher estuvo en el puesto entre 1979 a 1990 y, con el fin de llevar a buen puerto al país, trabajaron hombro a hombro, mas no eran amigas. Su trato estaba destinado a lo político, a la toma de decisiones y a dejar muy en claro quién era quien y cuál era su papel en el futuro de su país.
Se dice que a cada reunión semanal Thatcher llegaba con 15 minutos de antelación, pero la reina la hacía esperar afuera del salón de reuniones otros 15 minutos para marcar la diferencia entre la clase política que va y viene y la monarquía longeva que ha logrado Isabel II.
Bajo el gobierno de Thatcher, como sucedió en otros tiempos, hubo situaciones que afectaron la estabilidad económica, social y hasta monárquica de Gran Bretaña. Pero en ese tiempo las personalidades de estas dos mujeres tuvieron que encontrarse en diferentes situaciones de toma de decisiones, algunas se lograron de buena manera, otras no tanto.
De acuerdo con El País, uno de estos capítulos sucedió en 1985 cuando la reina temió que la oposición de Thatcher a sancionar el régimen racista de Sudáfrica afectara considerablemente la Mancomunidad Británica. También destacó la molestia de la monarca por los conflictos que hubo entre el gobierno y los mineros entre 1984 y 1985.
Empero, varios entendidos de la relación de Thatcher y Su Majestad, afirman que la primera ministra expresaba una intensa admiración por la reina, tanto así que incluso en su apariencia física (el uso de bolsos, guantes y vestidos) eran con la intención de parecerse a ella.
Aunque la política de Thatcher era de derecha extrema (algo que apoyaba la reina madre), la de Isabel II tendía más a ser izquierdista. Pero, al final, ambas mujeres que vivieron una tensa relación durante varios años, sacaron su tarea juntas.
La reina, en reconocimiento y como una muestra de admiración al trabajo de quien fuera su primera ministra le otorgó la Orden del Mérito. Cuando Thatcher murió en el 2013, Isabel II asistió a su funeral para mostrar respeto, la reina no había ido a ningún funeral de alguno de sus primeros ministros desde que lo hizo en el del mítico Winston Churchill en 1965.