¡Alerta de spoilers! Esta nota contiene detalles de la trama de House of the Dragon.
Difícilmente los episodios de House of the Dragon (La casa del dragón) tienen un eje temático claro. Son, antes que nada, colecciones de momentos que llevan la historia de un punto a otro. Si bien la serie ocurre antes de Game of Thrones, más que una precuela tópica, se maneja como una serie de drama usual donde lo que manda es la lucha de un ser humano contra otro por cualquier razón que se pueda imaginar. Sin embargo, en el segundo episodio sí hubo un tema central a cuyo alrededor giran las tramas: la responsabilidad.
Ser adulto significa asumir las consecuencias de nuestras acciones, algo de lo que no todas las personas son capaces. En la política del mundo real, veremos más de un ejemplo de personas que escurren el bulto, incluso en circunstancias evidentes. En House of the Dragon, hacerse responsable es una cualidad rara de encontrar, sea en el bando de los Negros o de los Verdes. Entre los primeros, Daemon quiere seguir ejerciendo un poder sin control; dice que actúa en beneficio de su reina, pero se niega a obedecerla. Y cuando en el ejercicio de esta voluntad imprudente se equivoca, no está dispuesto a recibir castigo. Quien sí ejerce algún tipo de responsabilidad es Rhaenyra, que cumple la palabra de su esposo y libera a Mysaria, aunque no tenga motivos prácticos para hacerlo. Esta decisión termina salvándole la vida, pues el episodio da a entender que esta mujer dio la alerta de que Sir Arryk había entrado de incógnito al castillo.
Rhaenyra asumió su responsabilidad, pero al final del día termina en el suelo, asustada, mientras un par de hombres se matan en su presencia. En el bando Verde no le ha ido mejor a Otto Hightower, quien hizo su deber al convertir una tragedia en un espectáculo para conseguir la aprobación del pueblo, así como de potenciales aliados a su causa. La ejecución de todos los matarratas ordenada por Aegon lo saca de sus casillas. Él intenta hacerle ver a su nieto el error; como Mano, asume la responsabilidad de educar a ese tonto que es su nieto, que es el rey. ¿A dónde lo llevó eso? A perder su puesto.
Tal vez Criston Cole, el guardián de la reina madre, sea el ejemplo de manual de lo que es no asumir sus culpas. El hombre, que en lugar de proteger a Helaena y sus hijos, estaba en pleno acto carnal con Alicent (la reina madre), lleva al extremo su inmadurez y responsabiliza a Sir Arryk de lo ocurrido, con resultados que ya todos conocemos: la muerte del guardia de capa blanca. Encima de todo, esta “broma”, como la llama Otto Hightower, salió mal, pero aun así ya ha sido nombrado Mano del Rey por Aegon. Otto se va con el rabo entre las piernas.
Un bando sin figuras que ejerzan liderazgo firme no puede esperar ganar una guerra. Pero ¿qué pasa cuando ambos bandos adolecen de lo mismo? Por lo que dice la historia, la Danza de Dragones fue una guerra extremadamente sangrienta. Considerando lo ocurrido en este episodio, podemos atribuir a una colección de incapaces que la guerra se prolongue como inevitablemente pasará, y donde ambos bandos sufrirán pérdidas irreparables, más allá de las muertes de los dragones.
Dirigido por Clare Kilner, quien nos entregó el aclamado episodio The Green Council, el capítulo Rhaenyra the Cruel destaca antes que por su estructura o trama, por su dirección de personajes. Todos tienen su momento, desde el aislamiento mental de Helaena, con una Phia Saban precisa, hasta el dolor del rey Aegon, donde Tom Glynn-Carney interpreta con soltura a un rey furioso frente a los demás, así como a un hombre que llora, en soledad, sus penas. Incluso las escenas de intimidad cuentan una historia, sean la de Alicent y Cole o la de Corlys y Rhaenys. En resumen, un episodio correcto.
Pensamientos sueltos sobre House of the Dragon
- ¿El personaje más odiado de la semana? Criston Cole, no solo por enviar a la muerte a uno de sus hermanos jurados, sino por no portarse como un adulto.
- Top cinco de personajes más odiados de House of the Dragon. Puesto 1: Cole. Puesto 2: Aemond. Puesto 3: Daemon. Puesto 4: Alicent. Puesto 5: Larys Strong.
- “Los dioses nos castigan. Me castigan a mí”, dice Alicent, quien ya empieza a sentir la culpa de sus acciones. ¿Sospecha ella, acaso, que malinterpretó las últimas palabras de su marido?
- Es curioso cómo Kilner enfoca a Aegon, primero como un sujeto que solo piensa en sí mismo, para el cual la muerte de su hijo es un ataque a su persona antes que un crimen. Pero ese llanto final recontextualiza al personaje; es, antes que nada, un hombre obsesionado con su legado.
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- Nuevamente, qué buen trabajo ha hecho Phia Saban con Helaena, un personaje apenas mencionado por la novela Fire & Blood. Tras la muerte de su hijo, es descuidada por su familia. Ella no está bien, pero al parecer a nadie le interesa. Incluso Alicent, quien mostró preocupación por ella, no hace nada en la práctica para ayudarla.
- Se confirma que Daeron sí existe en esta adaptación. Es el hijo menor de Alicent y Viserys, que en la novela Fuego y sangre es considerado un hombre noble, hábil en acción y palabra. De momento no se confirma qué actor lo interpretará, por lo que es posible que aparezca recién en la tercera temporada (ya confirmada).
- Mientras el rey está obsesionado por su legado, Aemond solo quiere que lo traten como a un niño. Verlo en posición fetal, aferrado a una prostituta, dice más que cualquier diálogo.
- Tal vez el gran problema de los hijos del bando Verde sea la pobre relación que han tenido con sus padres.
- Mostrar a Hugh, el herrero, parece gratuito, aunque puede que no sea así. Algo pasará con la gente de King’s Landing si es que la serie se enfoca en personas como él y su familia.
- ¿Alguien quiere pensar en el perrito del matarratas? La tristeza que demuestra por perder a su amo es palpable. Incluso si este amo le metió un patadón.
- Gran trabajo el de los gemelos Tittensor, tanto en la escena de pelea como en las previas, donde la tensión aumenta con cada plano.