En los últimos años la vida de la actriz colombiana Joanna Fadul se ha transformado. Su carrera se disparó tras su trabajo en Sin senos sí hay paraíso, serie en la que protagonizó a Daniela, la hija de la Diabla. Pero personalmente, la existencia de esta mujer de sonrisa fácil y palabra gentil pasó por la dolorosa prueba de perder a sus hijas gemelas cuando tenían siete meses de gestación.
Fue en el 2015 que la actriz perdió a sus hijas Antonella y Anabella, a quienes tiene presentes todo el tiempo como una compañía y amor permanente. La tragedia llegó cuando una de las bebés sufrió un derrame cerebral y para salvar a la otra niña debían de intervenir a la madre. Finalmente ninguna de las dos pequeñas sobrevivió. Hoy Johanna, de 35 años, vive con el recuerdo de sus niñas y ve ese episodio como un proceso de formación para ella y su esposo Juan Sebastián Quintero.
A propósito del relanzamiento de la segunda temporada de la telenovela Sin senos sí hay paraíso (2017) en Telemundo, Viva tuvo la oportunidad de conversar con Johanna, quien habló de su vida profesional y de cómo este trabajo interpretando a una particular antagonista revolucionó su carrera, aún cuando la serie continuó sin su participación. Hoy es seguida por casi seis millones de personas en Instagram.
También expuso sus sentimientos y su historia de fortaleza. Se refirió a su vida personal y de cómo vive procurando ayudar a los demás.
La carrera
--Johanna, Telemundo pasará la segunda temporada de Sin senos sí hay paraíso, ¿cómo influyó este trabajo en su carrera?
--Gracias a Daniela y Sin senos sí hay paraíso mi vida laboral dio un giro de 180 grados: anteriormente venía luchando mucho mi carrera y aunque me salieron distintos proyectos no tan grandes yo quería algo gigante. Cuando dije: ‘boto la toalla, no doy más’ es que llega esta bella oportunidad que le da la vuelta al mundo. Daniela es un personaje que ha sido querido por mucha gente. Los comentarios que llegan dicen que en la novela muchos me odian, pero en mis redes me ven chevere. Me gustaría una oportunidad igual.
--La novela ya se ha visto bastante y bueno, es sabido que su personaje muere. ¿Cómo fue terminar el proyecto?
--Fue un duelo literal. Lo viví en tres etapas. La productora me dijo que “no vas más”. Esa fue la primer puñalada al corazón. La segunda fue cuando grabé las escenas de la muerte. Con Maji (Majida Issa, protagonista de Yesica Beltrán, la Diabla) lloramos porque hicimos un dúo chévere, llevamos emociones al público. Se sentía el luto y el último día de grabación que no fue de mi muerte, sino cuando estaba momificada, fue duro pero también siento y creo que fue perfecto el tiempo que el personaje estuvo. Un poquito más y se daña o un poquito menos y hace falta. Muchas veces uno no quiere que pasen cosas, pero Dios todo lo hace perfecto.
--¿Qué enseñanzas le dejó esta producción y qué cree que es lo que deberían aprender las personas al ver la telenovela?
--Daniela es un personaje que más que para copiarlo es para analizar lo que no hay que hacer. Lo que hay que evitar para no meternos en problemas. Ella hacía sufrir mucho a quienes estaban a su alrededor. Este personaje me enseñó lo que no debo hacer.
“Con el tema de la muerte se pensó cómo manejarlo y se cambió a como estaba escrita, pues son muchos niños los que siguen a Daniela. Era pensar en qué hacer para que no aprendan de esto. De nada sirve llegar a endiosar la belleza de tal manera para terminar suicidándote. La vida es linda y hay cosas que valen más la pena que una vida superficial”.
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Sus sentimientos
--Johanna, tras la pérdida de sus bebés, esas niñas que usted dice la cuidan desde el cielo y a quienes siempre recuerda. ¿Cómo fue enfrentar este proceso y cómo se ha fortalecido?
--Uno jamás quiere, ni espera, ni cree que una situación así le va a pasar... fue muy duro. ¿Ahora qué sigue? Fueron siete meses enfocada, haciendo de todo para darles la mejor vida y de un momento a otro se van después de luchar contra corriente para darles la oportunidad de vivir. Cuando Dios dice que no, es no y punto. Siento que Dios nos escogió a mi esposo y a mí para ser ese ejemplo de pareja porque en vez de alejarnos y culparnos, o de darnos mala vida, nos unimos más.
Es querer entender y recibir con cabeza baja la situación que estábamos viviendo. Si esto nos pasa alguna razón debe tener y nos dimos cuenta de que hay mucha gente viviendo situaciones similares, llegamos a mucha gente. La pérdida es gigante”.
--Y se continúa hacia adelante…
--Después de cinco años la gente me pregunta: ¿cómo hiciste? Qué difícil. Nos volvimos esos ejemplos de que sí se puede seguir adelante. Que es algo que pasa. Al final la vida sigue. Tengo teoría de que el tren de la vida sigue. Y no te va a esperar a que te recuperes, o dejes la tristeza, la vida es así de cruel. No te da palmaditas de consuelo, te pasó y debes seguir. No quedarse en ese dolor. Dios no pone pruebas a quien no las pueda superar. Esto nos fortaleció muchísimo más. Nos dio otra perspectiva de la vida. Aprendimos a valorar otras cosas.
--Hace un tiempo trascendió cómo quería ayudar a un habitante de la calle. ¿El reconocimiento no la aleja de su humanidad?
Hoy (12 de agosto) venía pensando en eso. Tengo el propósito de todos los días, de alguna manera, ayudar a alguien que lo necesite. Me escriben por redes sociales y me piden ayuda. No lo cuento todos los días, pero sí ayudo a mucha gente. Hace poco me habla una señora joven y me manda fotos donde vive su abuelita, en una zona roja en Antioquia, con su casita de barro que cuando llueve se queda en la calle. Yo quería levantarle la casita, busqué recursos y ayuda, no tuve respuesta positiva. En la medida que pude, y confiando, porque hay quienes no obran adecuadamente si no como excusa para conseguir dinero, decidí ayudar. Me mandaban fotos y video y uno siente en el corazón (que es real). Le hice una transferencia. Es gratificante cuando me mandan imágenes de que le terminaron la casa a la abuela. Ya no le entra agua ni frío. Esas ayudas llenan el alma. Dios te recompensa y por eso todos los días agradezco porque recibo bendiciones. Por acá doy y de la misma manera recibo. La vida es un boomerang. Es un propósito de vida que tengo. Todos los días, así sea pan que pueda dar, cumplí.