
TCM nos tiene acostumbrado a ofrecernos material “clásico”, por no decir lo obvio: ahí se acumlan producciones viejas. Quizá la primera vez que oímos la risa de Fran Fine en La niñera o la primera vez que vimos la introducción de Matrimonio con hijos se siente muy cercana, pero al revisitarlas, entendemos que vienen de otra época.
Las dos series noventeras son parte de una era dorada para el sitcom , las comedias de las risas grabadas, los capítulos cortos y los doblajes, los benditos doblajes que ahora, nos dan tanta risa como los chistes de cada episodio.
Estas series son parte de la programación regular del canal desde el 1° de junio y aparecerán a las 7 p. m., de lunes a viernes.
Sin glamur
En el 2012, Todd Van Der Werff del sitio The AV Club se preguntaba: ¿dónde están las comedias de collar azul? Las series en las que los protagonistas no se tienen que preocupar por dinero son cada vez más comunes y eso, decía Van Der Werff, deja a una buena porción del público desplazado.

Es fácil ver cómo Fran Fine y Al Bundy eran dos anti-héroes para todo esa audiencia que vivía con poco.
Ella se volvió niñera justo después de que su novio terminara su relación y la despidiera.
Fran se las agenció para conseguirse un puesto vendiendo maquillaje y luego, con ese mismo carisma, logró colocarse como niñera en una mansión en Nueva York.
Por su parte, Al Bundy empezaba cada capítulo de la serie repartiendo todo su dinero entre los miembros de la familia. Él trabajaba como vendedor de zapatos en un centro comercial en Chicago y constantemente fracasaba en sus intentos por timar a alguien.
En los dos casos, sus desgracias, complicaciones y las formas rústicas (y a veces tontas) de resolver sus problemas eran la parte más atractiva de cada serie. Ellos no ganaban casos en una gran firma de derecho, solo trataban de sobrevivir a su cotidianidad y ganarse el pan.
Pero claro, si se juntaran a Fran Fine y a Al Bundy en una sola habitación serían evidentes las diferencias entre ellos y entre los programas que protagonizaron. Aunque ambos eran de orígenes humildes y astutos, tenían actitudes muy distintas.
El infeliz
Al Bundy no es exactamente la clase de tipo con la que uno quisiera toparse. Con sus constantes reclamos y su gusto burdo, Bundy era un perfecto machista, una caricatura de la que ahora a muchos podría darle miedo reírse.
Los constantes chistes sobre la homosexualidad, sobre los roles de la mujer y la masturbación fueron criticados en su momento y sin duda serían igual de mal vistos ahora. Era la serie perfecta para pasar un rato incómodo con los papás.

Pero Bundy y su familia, llegaron en un momento en que la televisión necesitaba desequilibrio, descontrol, humor negro y familias disfuncionales, lo opuesto a todo el éxito que mostraban casas como la de Bill Cosby.
Esta idea de la familia que era tan incómoda que se volvía atractiva, fue la fórmula por la que Fox apostó en su primera serie para ganarse al público.
Pocos lo saben, pero si no hubiera sido por Matrimonio con hijos , quizá no hubieran existido Los Simpson ni Fox habría ganado su fama como la cadena de televisión renegada.
El canal no tenía cobertura en todo Estados Unidos, pero un polémico episodio en el que un hombre mayor vestía de mujer, varios chistes homofóbicos y una mujer sin blusa fueron suficientes para alzar un polvorín que terminaría de acercar las miradas morbosas al programa.
Así Al, su esposa Peggy, su hijo Bud y su hija Kelly –interpretada por la inolvidable Christina Applegate– se volvieron íconos de la tele.
A finales de los años 90, Ed O’Neill, actor que interpretaba a Al, era de los hombres mejores pagados de la tele, aún cuando la serie solo llegó a ser la octava más vista en el país.
El programa se fue agotando y, en 1997, Fox decidió cancelarlo. Matrimonio con hijos completó 11 temporadas, con 262 episodios, la serie no animada más larga que Fox haya producido.
Actualmente, Matrimonio con hijos es parte de la programación de 43 países y aunque nunca ganó un premio Emmy, es considerada por medios como Entertainment Weekly y The AV Club como un clásico moderno, entre todas las series de la década de los 90.
La mejor (y peor) niñera
Un destino más exitoso tuvo la serie de una niñera judía que se encarga de criar a los niños de millonario inglés.
La leyenda es que Fran Drescher topó con uno de los altos cargos de CBS en un vuelo transatlántico y, aunque no tenía ninguna propuesta concreta, pidió una reunión.
Drescher llegó a Londres donde conoció a la hija de una amiga, una adolescente que carecía de toda la calle que ella había ganado por crecer en Queens.
La experiencia de andar con la muchacha por varias tiendas le hizo pensar que una figura mitad maternal, mitad arriesgada, haría un buen personaje.
Un par de semanas después, ella y su esposo lograron vender la idea de la serie a CBS y la posibilidad de grabar algunos episodios. Cada ejecutivo los probó en casa y con expertos y el veredicto fue claro: tenían un hit en potencia entre manos.

La serie tardó una temporada en despegar, pero en su segunda y tercera temporada se consolidó como uno de los shows más vistas en Estados Unidos e incluso en otros países como Australia.
Quizá la familia de la que se hacía cargo esta niñera no era tan disfuncional, pero la comedia de la serie se alimentaba de los contrastes. La niñera criada en Queens, de clase media, enseñaba cosas a los hijos de un magnate de Broadway.
Las burlas al pelo de Fran y sus excéntricos vestidos, la senilidad de la tía Yetta, los dramas de Sylvia, la mamá de Fran y la ingenuidad del millonario Maxwell Sheffield llamaban a ver la serie otra vez más.
La Niñera tuvo seis temporadas y 146 episodios y al igual que Matrimonio con hijos , es el testamento de la época en la que hacer televisión dependía de conseguir un estudio para grabar las risas en vivo y de decenas de técnicos para lograrlo.
No pretendo ser un nostálgico, pero si estas dos series vuelven es para recordarnos que la tele, fue el medio por el cual tuvimos los primeros “virales”: como aquella vez en que Al Bundy quería averiguar cuál canción era la que decía “Go with himmm” o la vez en que la mamá de Fran gritó “Rápido, mi medicina” y Fran regresó con una cuchara y una botella de chocolate líquido.
Sí, en TCM pasan series viejas, pero cuando hablamos de Fran Fine y de Al Bundy, cabe el viejo adagio: más saben por viejos, que por malos.
Véalo. Lunes a viernes. TCM. 7:00 P. M.