¿Vale la pena ver Su último deseo, la película original de Netflix que está disponible desde el 21 de febrero? No, desde luego que no.
Bajo el título original de The Last Thing He Wanted, el filme es un desastre sin remedio, al punto de que la crítica le asignó un paupérrimo 7% de aprobación, según Rotten Tomatoes. Pese a estar dirigida por una cineasta reconocida y nominada al Óscar como Dee Rees (Pariah, Bessie Mudbound) y contar con un elenco cargado de nombres de alto perfil como Anne Hathaway, Ben Affleck, Rosie Pérez y Willem Dafoe, la película fracasa en muchos aspectos, con personajes que entran y salen de la trama sin que entendamos qué rol juegan. Después de los 20 minutos iniciales, todo se va por el barranco.
Entonces, ¿por qué seguimos hablando de una cinta tan mala? Pues porque somos ticos.
Su último deseo se desarrolla durante la primera parte de la década de 1980 en una Centroamérica en conflicto. Cuenta la historia de una periodista estadounidense que tras cubrir la guerra civil en El Salvador como corresponsal es relegada a una aburrida asignación a propósito de la campaña para reelegir a Ronald Reagan. Sin embargo, su vida gira cuando se ve arrastrada a asumir el rol de su padre, quien es un traficante de armas para los rebeldes nicaragüenses que combatían al régimen sandinista.
Así, Costa Rica juega un rol importante en la película y una buena parte de la misma se desarrolla en un San José tan ochentero como irreconocible. Por esto, ver un filme tan malo puede ser una especie de placer culposo para algunos costarricenses, por el simple morbo de identificar cuán acertada fue la representación de nuestro país ante las cámaras. Todo esto a sabiendas de que los ticos ya estamos acostumbrados a que Hollywood no haga la tarea y nos enseñe que San José se parece a Puerto Viejo (Jurassic Park) o que el narcotraficante Caro Quintero fue arrestado en una playa como de Quepos y no en Alajuela, como en realidad sucedió (Narcos: México).
Por eso, aquí le hacemos el favor y le compartimos algunos apuntes de la presencia tica en una de las películas originales más flojitas del catálogo de Netflix (nivel comedia reciente de Adam Sandler de mala). Y bueno, sí vienen algunos spoilers pero tampoco es para quejarse, que de por sí usted ni iba a ver la cinta cuando puede empezar a disfrutar la nueva temporada de Better Call Saul.
- “Costa Rica” se menciona por primera vez al minuto 27 de la película. En total, el país se nombra en cuatro ocasiones.
- Elena McMahon, el personaje de Hathaway, viaja de Miami en un avión carguero hacia Centroamérica para entregar cajas llenas de armas, y como pago recibe una gran cantidad de cocaína. El intercambio se da en un aeropuerto privado controlado por la Contra nicaragüense, sin que se aclare si el campo de aterrizaje está en territorio pinolero o costarricense, aunque se da a entender que es cerca de la línea fronteriza. Cuando ella pregunta si están en Costa Rica, nadie le responde.
- En la misma pista de aterrizaje, McMahon pide explicaciones a Jones (Edi Gathegi), su contacto con los contras y quien luego se revelaría era un agente de inteligencia francés. En el escritorio de Jones se puede apreciar una botella de cerveza Imperial (minuto 29).
- Elena abandona a Jones en medio de una zona despoblada y se enrumba a San José, sin mapas ni conocimiento previo de los caminos rurales de la zona norte de nuestro país. El viaje por carretera hacia la capital le toma siete horas, según cuenta más tarde a una amiga.
- Elena llega a San José en un día no preciso de 1984. La ciudad tiene un aspecto colonial, con calles adoquinadas y casas con balcón, en una arquitectura similar a la que se puede encontrar en Antigua, Guatemala, o el casco viejo de Ciudad Panamá (lo cual tiene sentido, pues las escenas correspondientes a Costa Rica fueron grabadas en Puerto Rico).
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- En San José, Elena se hospeda en el Hotel Colonial, que al parecer no tiene relación con el establecimiento del mismo nombre que actualmente funciona en nuestra capital. Según explica más adelante un traficante de armas a Elena, localizarla no fue difícil pues en San José “solo hay dos hoteles”.
- Dado que perdió su equipaje en la huída de la frontera, Elena compra ropa en San José. Lo hace en el almacén Altán, distribuidor visible de productos Singer, y compra una prenda en oferta, que está en “sale” de ¢645 en adelante. El almacén de la película claramente recuerda al josefino almacén San Gil, al punto que comparten su lema de “Más barato... nadie”
- Para hablar con su amiga en Estados Unidos, Elena utiliza un “centro telefónico”, donde se asignan cabinas para llamadas al extranjero. Ahí también se pueden hacer envíos de dineros a otros países. En una pizarra, curiosamente, se indica que los países que no están disponibles esa semana son Chile, Vietnam, Irán, Líbano y Aruba.
- Perseguida, Elena se apura a salir de Costa Rica, por lo que toma un taxi desde su hotel hacia el aeropuerto. Los taxis no son rojos, sino que todos parecen piratas.
- En el aeropuerto Juan Santamaría el trámite migratorio es extraño, por decir poco. El oficial de Migración pide documentos de identificación a los pasajeros previo a que pasen a los puestos de las aerolíneas, cuando sabemos que el proceso es a la inversa. Igualmente curioso es que el oficial interroga a Elena sobre el propósito de su visita a Costa Rica justo cuando está a punto de dejar el país (esa pregunta en realidad se hace a quienes ingresan).
- En el aeropuerto se pueden ver puestos de las aerolíneas Varig, Continental, Tan y Aeroméxico. Vale señalar que Aeroméxico empezó sus vuelos al Juan Santamaría hasta el 2010, por lo que no tenía operaciones en la terminal alajuelense en 1984 (de hecho su primer vuelo hacia cualquier país de Centroamérica fue en el 2007).
- Elena viaja fuera de Costa Rica en un vuelo de la aerolínea TWA. Al momento del cierre de esa línea, en el 2001, San José no estaba en sus destinos.
- El taxista que llevó a Elena hasta el aeropuerto la alcanza en el control migratorio para entregarle el bolso que dejó “olvidado” en su vehículo. Ella niega que sea suyo y al revisarlo se descubre que carga un paquete de cocaína, por lo que el taxista es detenido y ella sigue hacia el avión sin inconveniente, en una escena que causa más risa que angustia.
- Si bien todo el tránsito de Elena se da por países centroamericanos (El Salvador, Nicaragua y Costa Rica), el personaje de Ben Affleck le habla de sus viajes por “Sudamérica”.
Nota: para no quedarse con mal sabor de boca, dele otra oportunidad a todos los implicados en este desastre de película. De la directora Dee Rees no se quede sin ver sus películas aclamadas Pariah y Mudbound. En cuanto a Hathaway, en Netflix puede disfrutar de su extraordinaria actuación en Los Miserables; y de Affleck están Gone Girl y El contador.