“Evidentemente, ocurrió un gran desperfecto”, dice una voz robótica, huérfana de cualquier reacción emocional. Esa voz, masculina, en inglés, acompaña todas las grabaciones que existen en YouTube que muestran la catástrofe que ocurrió el 28 de enero de 1986, en los cielos de Cabo Cañaveral, en Florida.
El accidente del Challenger, un transbordador espacial de la NASA, sigue siendo una de las páginas más negras en la historia de la exploración espacial. 73 segundos después de haber despegado, la nave se desintegró en medio de una bola de fuego.
La explosión le costó la vida a los siete miembros de la tripulación, incluyendo a Christa McAuliffe, una maestra que fue seleccionada de entre 11.000 interesados para formar parte de la misión. McAuliffe iba a convertirse en la primera educadora –y, en general, la primera persona civil– en viajar al espacio.
El evento se convirtió en un punto de referencia negativo para los viajes al espacio: lo que ocurrió ese día no puede volver a repetirse jamás, y por ello es que no se puede olvidar el siniestro.
Al mismo tiempo, la explosión del Challenger pasó a ser un foco de morbo. Videos que muestran la tragedia acumulan millones de reproducciones en YouTube; a Internet le sobran sitios en donde se recuerdan los nefastos momentos previos y posteriores a la explosión, o se discuten teorías de conspiración.
Tanto para conmemorar a quienes perecieron como para satisfacer el morbo de una buena parte del público, NatGeo produjo el documental La tragedia del Challenger , que sigue la historia de la aeronave y su equipo de tripulación, especialmente a McAuliffe, durante el proceso de preparación antes del trágico despegue.
Tragedia preespacial
La intención era, cuando menos, noble: expandir el conocimiento y, sobre todo, el interés de los niños de Estados Unidos sobre el espacio y el futuro de la exploración interplanetaria.
Esa fue la carta de presentación que separó a Christa McAuliffe de los demás miles de participantes que querían una oportunidad de viajar al espacio.
La presencia de la educadora en la cabina del Challenger fue, además, un movimiento importante para la NASA: el 17% de la audiencia total de televidentes de Estados Unidos estaba viendo en vivo y con detalle, aquel 28 de enero del 86, pendiente de sus pantallas, los pormenores del despegue.
Tanto la transmisión en vivo como la historia de McAuliffe convirtieron a la tragedia del Challenger en un evento inolvidable, si bien por su cuota trágica. El documental producido por NatGeo es un recuento de los hechos que antecedieron a la tragedia.
Para ello, la cinta se vale de reportes de periodistas que cubrieron la historia, así como extensas grabaciones del personal de la NASA que trabajó en la misión y entrevistas con los miembros de la tripulación días antes de su fallecimiento.
A este material se suman t videos de noticieros, entrevistas por radio, grabaciones de audio olvidados hace tiempo y videos raras veces visto de la NASA, para repasar los acontecimientos que condujeron a la tragedia.
NatGeo promete, además, que el metraje utilizado en su producción es uno que pocas veces ha sido presentado al público masivo. Un punto a favor de la investigación (y del morbo).
Es notable que el documental carece de narración o nuevas entrevistas. Por ello mismo, la atmósfera es envolvente: casi como estar, de nuevo, frente al televisor, viendo en vivo un despegue que, solo minuto y medio después, tomará el peor giro posible.
Véalo. Domingo 24. NatGeo. 8:00 P.M.