El 18 de diciembre del año pasado, Netflix liberó una de sus series originales. No era House of Cards ni Orange is the New Black. No era una comedia, ni un drama político, ni nada en el medio. Ni siquiera era una obra de ficción.
En cambio, se trataba de una serie documental de 10 partes que seguía el caso de Steven Avery, un hombre del condado de Manitowc, en Wisconsin, enjuiciado por un homicidio. El documental se grabó a lo largo de 10 años, pero en menos de diez días ya era un fenómeno de la cultura pop.
Casi tan pronto como la serie fue liberada, innumerables artículos de opinión se publicaron en diversos medios que mostraban reacciones emocionales fuertes y que cuestionaban el sistema judicial de Estados Unidos.
El 20 de diciembre, apenas dos días antes de que ‘Making a murderer’ llegara a Netflix, se inició una petición en el sitio We the people, en el que se se discuten cuestiones que cuando alcanzan las 100.000 firmas en 30 días son respondidas por la Casa Blanca. La petición pedía que se absolviera a Steven Avery y a su sobrino Brendan Dassey, también implicado en el caso de supuesto homicidio.
La Casa Blanca respondió a la petición el 7 de enero. Solo habían pasado 21 días desde que la petición se inició y ya se habían acumulado 129.841 firmas. La respuesta del gobierno de Barack Obama fue negativa: el presidente no tiene autoridad para actuar en un caso como el de Avery, pues se trata de un juicio estatal y no federal.
Sin embargo, para entonces Making a murderer ya era un fenómeno absoluto y, aun sin el espaldarazo de Obama, el nombre de Avery sigue siendo, para mucha gente, un estandarte de las injusticias del sistema legal y carcelario de Estados Unidos, un país cuya población en prisiones sobrepasa con creces los dos millones de personas, de acuerdo con datos del Centro Internacional de Estudios de Prisión, de la Universidad de Essex, en Inglaterra.
El terremoto
La advertencia en tinta y papel: si usted no ha visto Making a murderer y tiene intenciones de hacerlo, debería detener su lectura justo al final de este párrafo. Todo lo que sigue son spoilers.
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En 1985, Steven Avery tenía 23 años y no podía imaginarse por nada del mundo que su nombre aparecería en un periódico de Costa Rica. Era el segundo de cuatro hermanos, los hijos de Allen y Dolores Avery. Steven y sus hermanos –Charles, Earl y Barbara– trabajaban y vivían en un botadero de chatarra propiedad de la familia. Allí, Steven vivía junto a su esposa Lori y sus cuatro pequeños hijos.
Su vida familiar, sin embargo, fue interrumpida cuando se le acusó, enjuició y encarceló por la violación e intento de homicidio de una mujer de la localidad, Penny Ann Beernsten. Avery pasó los siguientes 18 años de su vida en prisión, hasta que una prueba de ADN lo exoneró de toda responsabilidad en el crimen.
En cambio, se inculpó a otro hombre, Gregory Allen, quien en principio presuntamente fue considerado sospechoso, pero el departamento policial decidió no investigarlo. Hoy, Allen sigue cumpliendo su condena.
Mientras tanto, Avery regresó a la vida civil.
Avery llega a su casa tras ser absuelto en el 2003. Pasó apenas dos años en libertad. FOTO: NETFLIX PARA LA NACIÓN.Su absolución fue celebrada con altisonancia por The Wisconsin Innocence Proyect, una organización que lucha por defender a personas que han sido acusadas y encarceladas erróneamente. Al mismo tiempo, Avery se preparó para entablar una demanda de 34 millones de dolares contra el gobierno de Manitowoc como compensación.
Pero solo dos años después de ser liberado, la vida de Avery nuevamente daría un giro drástico.
Una mujer fotógrafa, de 25 años, llamada Teresa Halbach desapareció. La última vez que se le vio fue durante una visita a Avery. Poco tiempo después de que se reportara su extravío, en los terrenos de la chatarrera aparecieron restos humanos, así como el carro abandonado de la mujer y otras pruebas que señalaban a un culpable: Steven Avery.
Avery fue sospechoso desde el día 1. Aunque muchas pruebas parecían señalarlo irremediablemente como autor del homicidio de Halbach, su juicio también estuvo plagado de irregularidades que, cuando se miraban con lupa, levantaban gruesas sospechas en contra del mismo sistema que quería poner a Avery tras las rejas.
Avery habla durante una de las muchas sesiones de su segundo juicio, en el que se enfoca la serie. FOTO: NETFLIX PARA LA NACIÓN.La pregunta, entonces, quedaba en el aire: ¿se había convertido Steven Avery en un asesino tras pasar 18 años en la cárcel, o había sido la policía quien había creado la escena para hacerlo quedar como un homicida y librarse así de una demanda eminente?
Esa, precisamente, es la pregunta que Making a murderer teje –mas no responde– a lo largo de 10 episodios.
El documental revela una serie de detalles escabrosos que se podrían resumir más o menos así:
1. El 11 de noviembre del 2005, Steven Avery es detenido por la policía, acusado de homicidio.
2. Varios de los oficiales que trabajaron en el caso estuvieron personalmente involucrados en el injusto encarcelamiento de Avery, en 1985.
3. Ante esto, Avery señala a la policía de tener una rencilla personal en su contra y que, por ello mismo, plantaron evidencia que lo señalaba. Dicha evidencia incluía las llaves del auto de Teresa Halbach en casa de Avery, así como rastros de su sangre en el carro de la mujer. De la mujer, sin embargo, no se encontró prueba sanguínea alguna.
4. Brendan Dassey, un muchacho de 16 años sobrino de Avery, confiesa –bajo presión de los investigadores del caso de su tío– haber ayudado a Avery a violar, torturar y asesinar a Teresa Halbach, así como a mutilar su cuerpo sin vida.
Las réplicas
Mucho ha ocurrido en torno al caso de Steven Avery –y, sobre todo, al interés del público– desde entonces, y las posibilidades de que este artículo deje varios elementos por fuera son muy altas: la historia, como dicen, se encuentra en desarrollo.
Solo un par de semanas después de que la serie llegara a pantallas en todo el mundo, varios de los jurados que condenaron a Steven Avery a cumplir cadena perpetua han hablado y emitido comentarios impactantes.
Moira Demos y Laura Ricciardi, realizadoras del documental –que fue filmado a lo largo de 10 años–, aparecieron en el programa matutino Today Show , de la televisión nacional estadounidense, comentando que uno de los miembros del jurado las había contactado en secreto. Esta persona confesó a las cineastas que, aunque creía en la inocencia de Avery, había emitido juicio en su contra pues sentía temor por su vida y por las represalias que las autoridades podrían tomar en su contra.
Aunque otros jurados han dado la cara para aseverar exactamente lo opuesto –uno de ellos dijo, por ejemplo, que “lo que salió en Netflix es una película, no un documental”–, la serie sí muestra al jurado siendo, en buena medida, testarudo y decidido a condenar a Avery incluso antes de entrar a deliberación.
El condado de Manitowoc decidió condenar a Avery por el homicidio de Teresa Halbach. FOTO: NETFLIX PARA LA NACIÓN.Además, otra petición digital más –esta vez realizada directamente a la Casa Blanca– aboga por la liberación de Brendan Dassey, sobrino de Avery; la petición acusa a las autoridades de haber tomado provecho de una condición mental especial de Dassey –el documental sugiere que su coeficiente intelectual es el de un niño– para asegurar el fallo en contra de Avery.
Incluso, Demos y Ricciardi debieron contratar un abogado en el 2006 para contrarrestar los intentos del gobierno del condado para impedir que las documentalistas tuvieran acceso al metraje que, finalmente, se convirtió en la materia prima de Making a murderer .
Sin embargo, el paso de los días también ha tenido un efecto opuesto al inicial apoyo rotundo en favor de Avery: muchísimas voces se han levantado para criticar el documental y a sus realizadoras, afirmando que la serie está viciada y se decanta, de forma ciega, en defensa del condenado.
1. El fiscal del caso, Ken Kratz, afirmó a la revista Maxim que se encontró rastro de sudor bajó el capó del vehículo de Teresa Halbach, pese a que Avery ha insistido en que nunca tocó el carro.
2. Las pertenencias de Halbach se encontraron en la propiedad de Avery, incluyendo su teléfono y su cámara. Ambas pertenencias fueron presentadas durante el juicio como evidencia, aunque el documental nunca muestra esto.
3. Avery y Halbach ya se conocían antes de la desaparición de la fotógrafa. La mujer había visitado la chatarrera Avery en varias ocasiones, con el fin de capturar imágenes para la revista Auto Trader . Kratz asegura que la mujer había dicho sentirse incómoda por Avery.
4. En una entrevista con CNN, Jodi Stachowski, con quien Avery estuvo comprometido para casarse –su ex-esposa lo abandonó mientras cumplía su primera sentencia–, afirmó que el hombre “es un monstruo”.
—No teníamos intención de tener un impacto en este caso particular –dijo recientemente Laura Ricciardi a Trevor Noah, conductor del programa The Daily Show –. Sabíamos que el sistema judicial le había fallado a Steven Avery en 1985 y le había seguido fallando durante 18 años mientras cumplía una sentencia injusta. Lo que realmente queríamos explorar y comprender era que el sistema judicial había hecho grandes progresos desde 1985.
—Creo que está bastante claro, por lo que pudimos documentar en la serie, que todavía nos falta avanzar muchísimo para contar con un sistema confiable –agregó Moira Demos.
Laura Ricciardi y Moira Demos discuten durante el proceso de filmación, que se extendió por 10 años. FOTO: NETFLIX PARA LA NACIÓN.Mientras tanto, Kathryn Schulz publicó una contundente crítica en la revista The New Yorker, en la que profundiza en los errores narrativos –y, sobre todo, las consecuencias de estos– en la serie.
Schulz asegura: “El documental consistentemente guía a los televidentes a la conclusión de que Avery fue emboscado por el Departamento Policial del Condado de Manitowoc, y contiene importantes omisiones que refuerzan esa teoría. Las cineastas minimizan o descartan muchos aspectos tormentosos del pasado de Avery, que incluyen varios incidentes de presunta violencia física o sexual”.
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Making a murderer puso sobre la palestra un caso que, de otra forma, probablemente nunca hubiera sido desenterrado. Algunos medios sugieren que ningún juicio había generado tal interés desde O. J. Simpson.
La reacción pública sigue siendo una especie de marea: tanto se manifiesta en supremo apoyo del acusado, como critica con fiereza a las realizadoras del documental por su parcialidad al realizar la serie.
Mientras la opinión pública sigue sin decantarse, en una cárcel de Wisconsin, Steven Avery sigue pasando sus días tras rejas, insistiendo en su inocencia, 27 de sus 53 años de edad cumplidos en la cárcel, su vida una versión trágica del gato de Schrödinger: Steven Avery es culpable e inocente a la vez.