Una vez, durante su etapa escolar, Javier Rojas González le ocultó a su mamá, Cayetana González Murillo, que la niña Baby Castro le había mandado una nota (recado). La madre del niño se enteró “de la mentira” y salió al cerco de la casa a traer chiles picantes para embarrarlos en la boca del travieso Javier.
Ese día una marca indeleble quedó en su mente: no hay que mentir.
Esa lección infantil ha acompañado desde hace más de 70 años a Javier Rojas González , quien durante sus 63 años de ejercicio como periodista, se ha distinguido por la franqueza de sus palabras y por siempre decir lo que tenga que decir de frente. Muy fiel a su estilo, Rojas González ha ventilado sus gustos deportivos, afiliaciones políticas, entre otros.
“(...) me gusta decir la verdad, me gusta ser duro cuando tengo que ser duro. Tengo buena memoria. Eso siempre me lo he reconocido y ante esa situación yo vine a dominar un campo donde se necesita no ser blando ni tampoco andar pasando la mano por la espalda: diciendo (a los demás) gracias, gracias”, detalló Rojas González.
El 1.° de octubre el sobresaliente comunicador cumple 80 años. De esos tiene 63 ejerciendo la profesión, y 52 de integrar Radio Columbia. En el 2015 Rojas González dijo que para el 2016 se retiraría. No pasó. Este 2018 me dice que probablemente lo haga en dos años, pero todavía no puede asegurarlo.
“Hay razones muy especiales. Hay gente muy importante que me ha dicho o me decía: ‘te vas a pensionar’. Y yo decía: ‘es posible’. Y me aconsejaban: ‘no dejés de trabajar, eso causa una desazón tremenda y eso repercute en el espíritu y puede dar al traste problemas de orden de enfermedad’.
”No tomé eso como indicación u orden, sino como un beneficio para mí y pensé: ‘qué pereza es estar en la casa sin hacer nada’”, agregó.
Todavía tiene humor para trabajar. Eso sí, siempre y cuando sea en Radio Columbia, porque su retiro tiene que ser con la emisora a la que le tiene tanto afecto. Por ello, ha rechazado propuestas que le han hecho para que desarrolle proyectos deportivos que no especificó.
Desde hace 35 años don Javier presenta, por radio Columbia 98.7 FM, el programa Actualidad, espacio que se transmite de lunes a viernes, a partir de las 11 a. m. Ese es el único proyecto en el que trabaja.
“Hace 35 años don Carlos Alfaro, padre del actual presidente de Columbia, y yo tomamos la decisión de hacer una cosa que no fuera de deporte. Así nació Actualidad”, recordó.
Vehemente. Sabemos que sus primeros pasos en radio los dio a los 17 años, en Ecos del Poás. A partir de allí pasó por muchas emisoras, pero la que lo forjó fue Columbia.
Pasados los 20 Javier Rojas González estableció el tipo de profesional que quería ser. Él decidió que sería un gran comentarista y un gran entrevistador. Aprendió de los mejores.
“A Jorge Pastor Durán y Juanito Martín Guijarro los abrí como un libro y me di cuenta de que uno era muy bueno entrevistando, el otro era muy bueno comentando. A Jorge le encantaba comentar y era extraordinariamente sagaz; Juanito tenía la entrevista como su pasión y era un hombre con un filo especial. Entonces dije: ‘esta es una mezcla que si pudiera dominarla sería algo muy especial para mí’... Di en el clavo”, afirma.
Así como aprendió, al conocido “Capo de la Radio” también le gusta instruir a otros.
“Me encanta enseñar. Hay algunos que no aprovechan y nada tiene. Yo sí aproveché porque tuve en el pasado a gente muy importante: José Luis el Rápido Ortiz fue extraordinario en todos los campos de la radiodifusión. También hizo que incursionara en la televisión, pero a mí ese medio no me llama mucho la atención. Yo soy radiofónico totalmente”, dice con su voz intacta. En el 2014 se unió al equipo de analistas del programa de TDMás, Bola al centro; sin embargo, ya no es parte de ese espacio.
Como jefe dice que fue “muy normal”. “Creo que he sido amigo”, asegura. Cómo no hacerle esa pregunta a quien con solo alzar un poco la voz, puede hacer vibrar todo a su alrededor. Don Javier tiene un tono grueso y fuerte, que con facilidad se puede confundir con enojo.
“Yo no me enojo, sino que digo las cosas con cierta energía pero siempre con franqueza; nunca hay que tener miedo a la pregunta. Hay que hacerla aunque sea grave”, dice.
Él es un lector e investigador asiduo. Por ello la seguridad en sus entrevistas. Él siempre quiere llegar hasta la verdad. Espera que sus entrevistados sean francos y si le mienten de frente y lo sabe no tiene contemplación para desenmascarar a quien sea.
“Si me mienten y me entero de que lo que me dijeron no fue cierto, está totalmente apartado (de su vida) y yo llamo apartado a lo siguiente: deja de existir para mí. Me encanta cuando le tengo que decir a alguien: ‘estás mintiendo’. Decírselo en la cara, todavía me sabe más”.
¿Recuerda algún episodio en el que desenmascaró a alguien de frente?
Bueno, al expresidente Óscar Arias Sánchez... Llegué a la casa de él que me invitó y fui a hacer el programa. Yo inicié el programa y antes de comenzar las preguntas le dije: ‘don Óscar tengo que decirle algo que yo he repetido en más de una oportunidad sobre usted’. Y me dice, tomándose las manos como él lo hace: ‘de qué se trata Javier’. Le respondí: ‘Qué yo siempre he dicho que usted es candil de la calle y oscuridad de la casa’.
“Ay no Javier, no puede ser eso”, me respondió. Y le dije: ‘Sí para mí el que trabaja aquí es Rodrigo, su hermano y usted no, a usted le gusta lucirse’...”
¿Y qué le respondió?
Qué iba a decir él, yo se lo estaba diciendo. Si yo no le hubiera dicho eso al expresidente, mucha gente que escuchaba el programa hubiera dicho: ‘Ay Javier, lo dice donde no lo escucha él’.
Javier Rojas González es enérgico, por supuesto; también tiene momentos apacibles y risueños. Durante esta entrevista hubo muchas anécdotas que terminaban con risas dibujadas en su maduro rostro. Es un señor muy dulce.
Deporte y política. Don Javier ha cubierto ocho mundiales. A Rusia no irá. Aunque se pone a disposición de Columbia para los trabajos que requiera durante esa fiesta futbolística.
Cuando le pregunto al hombre de despoblada y blanca cabellera acerca de lo más gratificante de su veterana profesión, todos los recuerdos que nombra son deportivos.
“Hablemos de los ocho mundiales (México 1970, Alemania 1974, Argentina 1978, España 1982, México 1986, Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998). Don Carlos Alfaro me mandó para los Juegos Olímpicos del 68 y me correspondió realizar dos coberturas: el juego final de baloncesto Yugoslavia frente a Estados Unidos y la medalla de oro y el juego final entre Hungría y Bulgaria donde Hungría ganó. Luego la cobertura de 27 peleas de campeonato mundial que realicé con Luis Ángel Sánchez en diferentes países”, rememoró.
A pesar de que sus coberturas más apreciadas tienen que ver con deporte, es la política la pasión que más ha hecho acelerar el corazón de don Javier y que en una oportunidad, lo hizo subirse a una avioneta y perifonear desde lo más alto.
“Recuerdo las coberturas que hice con don Mario Echandi Jiménez, candidato a la presidencia de 1957. Me subí con el gran piloto Marcos Naranjo en su avioneta. Esa vez le pusieron dos parlantes en las alas. Yo era el que iba diciendo: ‘vote azul, vote azul’. Pasábamos casi al ras de los techos de las casas”, recuerda con gracia.
¿Quiso tener protagonismo en política?
No. Me gustaba ayudar. Y ayudé a don Mario, al doctor Calderón Guardia; él perdió en el 62. En el 70 le ayudé de nuevo a don Mario Echandi; en el 74 a don Rodrigo Carazo, quien en el 78 fue presidente con el partido Coalición Unidad Social Cristiana con la bandera celeste y blanca. Ayudé a Rafael Ángel Calderón Fournier, a don José Joaquín Trejos; él fue un ídolo para mí.
Don Javier dice que lo hacía por simpatía. Dentro de sus participaciones políticas también recordó el apoyo que le dio a Miguel Ángel Rodríguez, a quien tuvo como compañero de escuela en la Buenaventura Corrales. Cuando colaboraba en política pedía permiso en sus trabajos como periodista.
Familia y salud. Javier Rojas asegura que no sufre males respiratorios, como se había informado. Reconoce gozar de buena salud pero padece “la enfermedad del viejo”.
“Estoy muy bien. Posiblemente, tengo que hacerme una operación ambulatoria de la próstata, pero eso se hace en un día. Todo va bien llevado”, explica.
Para mantener una buena salud contó que dejó de tomar licor y de fumar hace 14 y 15 años, respectivamente. Sus platillos preferidos son los tradicionales.
Para usted, ¿qué es la familia?
La familia es todo. Desde mis padres y hermanos. Conocí a tres abuelos, el papá de mamá se nos fue cuando yo tenía tres meses. Yo nací 1.° de octubre y él murió el 1.° de enero del año siguiente.
”Tengo tres hijos: Mario Javier (quien le acompaña en su trabajo del día a día), Rosa María y Leonor Jannette. Y cuatro nietos: Alejandro (28), Rebeca (23), Vanessa (18) y Gloriana (12).
”Vivo con Jannette. Tengo una gran alegría porque nunca hemos tenido un problema. Estamos casados desde el 19 de mayo de 1962 (se casaron tres veces: civil, ceremonia evangélica e iglesia católica).
Por teléfono su esposa es encantadora. ¿Ese carácter ha sido un buen complemento para el suyo?
Me parece. Ella es fuerte pero sabe hacer las cosas y posiblemente yo sé hacer las cosas con ella, entonces no ha habido problema.
Javier y la actualidad
¿Qué tipo de gente le agrada, a quiénes respeta?
La que tiene la misma característica que yo: verdad y mucha franqueza.
¿Qué le parece el panorama político del país?
En estos momentos es un panorama difícil, pero espero que gane Carlos Alvarado.
¿Por qué?
Porque considero que él está capacitado para ser el presidente. No me gustan los renegados y para mí Fabricio (Alvarado) es un renegado. Él era católico y se pasó a evangélico.
Va a cumplir 80 años y tiene un nombre que la gente respeta...
Eso es lo mejor: que la gente me respete, porque si hay algo que yo tengo es un respeto profundo por la gente que se debe respetar. Posiblemente, la gente me respeta por mis mismas actuaciones. Yo respeto profundamente a la juventud porque creo en ellos. Tenemos que corregir algunas cosas, claro; pero la juventud vale.
¿En el periodismo deportivo debería de haber representación femenina?
Sí claro. Lo que sucede es que son pocas las que verdaderamente dan la talla.
Tiene la agenda llena en las mañanas. ¿Toma la tarde para descansar?
¿Descansar? Pero yo no me canso... Le voy a contar una cosa a mí no me gusta el no, o que me digan ‘mañana’; jamás mañana, es ahora. El que hace las cosas ahora no tiene que pensar en mañana.
¿Piensa que puede ser gruñón o que se enojen por su trato?
Si se enojan, lo siento. ¿Verdad? Yo no me enojo. Si se enojan lo siento mucho que me disculpen si los enojé.
¿Un libro sobre su vida?
No, quiero un anecdotario, en el que se cuenten mis historias, como esa de los chiles que me pasó con mamá. Pero que alguien lo escriba, porque yo no sé.