“Tenemos un compañero negro. Me parece muy mal que nos mezclen como si fuéramos todos iguales. Si ese niño es negro y yo soy blanca, me parece que hay una diferencia”, así se refirió la pequeña María Joaquina Villaseñor con respecto a su compañerito de clase, Cirilo.
Estaban empezando los años de la década de los 90 y las telenovelas mexicanas llegaban a la televisión costarricense con paso muy fuerte... de la televisión por cable y de las plataformas de streaming, ni soñar; así que muchos crecimos viendo cómo también iban creciendo las estrellas de la pantalla chica (especialmente de las producciones del gigante Televisa) junto a nosotros.
Así nos pasó con Ludwika Paleta, aquella niña talentosa que personificó a María Joaquina en la novela Carrusel (1989-1990), producción que contaba las historias de un grupo de niños de diferentes clases sociales que recibían clases en una pequeña escuela de la mano de la maestra Ximena.
Desde ese, su primer papel, la facilidad de actuación de Ludwika Paleta (Polonia, 29 de noviembre de 1978) llamó la atención de los productores ya que además de su belleza natural, la niña demostró grandes aptitudes para las artes.
El personaje de la incómoda y adinerada María Joaquina convenció por su naturalidad. En la historia de Carrusel se pretendía demostrar a partir de los desprecios de María Joaquina a Cirilo (su eterno enamorado) que todas las personas somos iguales, así que con el paso de los capítulos la niña fue recapacitando y cambió su postura ante su compañerito. Cabe destacar que el impacto de la interpretación de Paleta trascendió y eso la llevó a convertirse en toda una estrella infantil y juvenil en sus primeros años como actriz.
Ahora, más de 30 años desde que Ludwika fuera la insoportable María Joaquina, la actriz vuelve a llamar la atención con su talento gracias a la serie Madre solo hay dos, de la plataforma Netflix y que protagoniza junto a la actriz Paulina Goto. La trama de la serie gira en torno a dos madres totalmente diferentes que se ven envueltas en un cambio de hijas y que deciden criarlas en conjunto.
Paleta es Ana, la madre adicta al trabajo, perfeccionista, adinerada, con una familia perfecta... una mujer implacable en sus decisiones. El personaje es tan bien interpretado que también se le llega a amar y a odiar, como pasó con María Joaquina.
Reina de los niños y los jóvenes
¿Se acuerdan de la dulce historia de El abuelo y yo? ¿Recuerdan a un pequeño Gael García Bernal dando sus primeros pasos como actor? Pues a su lado estaba también Ludwika Paleta (a los 14 años) en lo que sería su primer gran protagónico (también participó Diego Luna, quien años después haría una gran mancuerna actoral con García).
El abuelo y yo fue una joya producida por el reconocido Pedro Damián para Televisa. Retrató la historia de dos niños (Alejandra y Daniel), que tienen vidas completamente diferentes. Ella es hija de ricos, vive entre lujos, pero su vida es triste porque sus padres tienen problemas; él es un niño huérfano, que no tiene nada y que encuentra en la compañía de un hombre viejo, gruñón y solitario.
Los pequeños desarrollan una relación de amistad pura y le ablandan el corazón al abuelo, quien los lleva a conocer mundos de fantasía.
Tras estos dos éxitos tan fuertes y a tan corta edad, Ludwika pronto se convirtió en toda una estrella juvenil gracias a su trabajo como Tita en la famosísima novela María la del Barrio, en la que trabajó de la mano de Thalía. Tita era la hija adoptada de María (Thalía) y Luis Fernando (Fernando Colunga).
Una vez más Paleta encarnó a una niña rica, acostumbrada a los lujos y a dar por menos a los demás, pero que en el camino suaviza su corazón y cambia para bien.
Ludwika se hizo acreedora de tres premios TVyNovelas por su trabajo en estas producciones: mejor actriz infantil (1990 y 1992) y mejor actriz juvenil (1996).
Fue con Amigas y rivales (2001) que terminó de consagrarse como estrella juvenil. Pero el papel de la “niña rica” que transforma su manera de ser la seguiría una vez más. En esta novela compartió créditos con otras grandes personalidades de su época de juventud como Arath de la Torre, Adamari López, Gabriel Soto, Angélica Vale y Johnny Lozada; entre otros.
La transición de papeles de adolescente a los de una mujer madura llegó con Mujer de madera, Duelo de pasiones, Palabra de mujer, Abismo de Pasión y La querida de Centauro. También probó las mieles del cine latinoamericano con diferentes participaciones en la pantalla grande.
Ana
Ahora, tras un par de años alejada de las cámaras, Ludwika encanta al público con el papel de Ana en Madre solo hay dos. Da gusto ver a esa mujer calculadora y algo fría dejarse seducir por el amor y por las ocurrencias de una mujer libre y totalmente diferente a ella, que llega a poner su vida de cabeza.
La interpretación de Paleta, en complicidad con Paulina Goto, es refrescante, hace que el personaje pase de ser fácilmente rechazado a querido. Provoca una gran empatía porque muestra que, a pesar de la dureza de carácter, es al final de cuentas una mujer con inseguridades, problemas, alegrías, amores y desamores, al igual que cualquiera otra.
Esa empatía se produce gracias a la interpretación de Ludwika que conmueve con sus tonos de voz, con sus gestos de desaprobación y repulsión combinados con la típica risa de que “debo de quedar bien”, como muchas debemos de hacer en diferentes momentos de la vida.
Madre solo hay dos ha quedado en el gusto del público por ser una historia que combina el drama a la perfección con la comedia, porque viaja entre el género de la telenovela y la serie, porque presenta personajes bien estructurados y porque convence con su historia.
Y Ana (Ludwika) es gran responsable de ese éxito.