Nelson Hoffman recuerda cuando en el 2001 sorprendió a la teleaudiencia costarricense con la inclusión de un “robot” en un programa de variedades.
El “androide” que figuró en aquela emisión de Sábado Feliz era, en realidad, un traje que utilizaba un talentoso muchacho que se ponía a bailar, a entregar premios y a bromear con los invitados que llegaban al estudio de Canal 7 para ver la grabación del show.
“Estábamos avanzados en el tiempo”, dice entre risas el veterano productor que, durante más de dos décadas, ha moldeado este programa de entretenimiento familiar, que se transmite de 2 p. m. a 4 p. m. en Teletica.
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Hoffman asegura que novedades de ese tipo han hecho que el programa se mantenga, desde entonces, como líder de la TV tica en la franja horaria de los sábados en la tarde y que, justamente, en estos tiempos en que el término “inteligencia artificial” está de moda, planeó traer de vuelta a aquel “robot”.
Hoffman recordó que el traje se lo había prestado a un muchacho que quería hacer algunas presentaciones paralelas al programa para ganarse “una platita más”, según le había dicho. El problema fue que nunca se lo devolvió y, recientemente, don Nelson lo contactó y el joven le admitió que aquel traje ya no existía.
“Me quedé con las ganas del robot, pero viera que yo me quedé pensando, ¿qué hemos hecho bien en todo este tiempo y qué nos falta por hacer? Yo quiero que el programa siga siendo líder, entonces, ¿qué sigue?”, dice el productor, lanzando la pregunta al aire.
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Reflexiones y años
Fue el 5 de agosto de 2000 cuando Sábado Feliz irrumpió en las pantallas de los ticos. Con un formato de programa de concursos de marcada estética ochentera, el espacio se estableció como un referente de la TV nacional, con música, rifas, premios y pasatiempos.
A lo largo de de todos estos años, el programa ha sido fiel a su receta. La línea gráfica, las cortinas televisivas y buena parte de los concursos se han mantenido sin muchas variaciones aún con el pasar de los lustros, pero Hoffman asegura que la tecnología toca las puertas y hay que pensar en cómo aprovecharla.
“Nos pasó con la pandemia”, cuenta el productor. “Pasamos muchas congojas porque no podíamos grabar presencialmente ni tener gente en el estudio. Eso me daba mucha tristeza porque venir aquí era la felicidad de muchas personas”, rememora.
Entonces, en medio de las exigentes medidas sanitarias provocadas por la crisis de la pandemia, Hoffman emuló una dinámica que le pareció innovadora: el resto de programas televisivos realizaban sus concursos a través de videollamadas.
“Fue un avance tecnológico que estoy seguro de que no hubiéramos realizado si no hubiera pasado la pandemia. Eso lo pone a uno a pensar en qué otras cosas puede hacer con la tecnología”, afirma.
Hoy, dice Hoffman, le alegra que muchas dinámicas se puedan efectuar a distancia porque ha hecho que familias fuera del Gran Área Metropolitana “puedan llevarse plata a la casa sin tener que venir al canal”, como dice el propio productor. “Le estamos llegando a más gente y hacemos que la familia de Sábado Feliz crezca, que es lo más importante”, agrega.
En paralelo a la inclusión de las videollamadas, Hoffman destaca que han empezado a utilizar plataformas para realizar sorteos y rifas, pues antes esto era realizado manualmente. “La tecnología es algo que uno debe aprovechar; en nuestro caso, las circunstancias nos han empujado hacia eso”.
¿Y ahora?
Hoffman, eso sí, es puntual en que la identidad del programa se mantendrá. No mira grandes cambios en cuestiones gráficas, pero sí abre la puerta a ver qué beneficios pueden traerles herramientas de inteligencia artificial, con plataformas como ChatGPT o los populares software de diseño gráfico como Midjourney.
“Por ejemplo, los pasatiempos que lanzamos entre comerciales podrían cambiar con alguna inteligencia. Son cosas que uno no sabe qué puede pasar. Jugar con imágenes, con palabras... Ya sabes: cualquier cosa puede pasar con la tecnología de hoy en día”, analiza quien fuera el conductor, por décadas, del programa musical Hola juventud.
El productor subraya que mantiene su mente abierta y trata de leer cada día más sobre avances tecnológicos, aunque aclara que lo que más le importa en torno al programa es el sentimiento de calidez y tener un grupo de trabajo que se lleve bien.
“Hemos tenido un público fiel durante tanto tiempo. Son 23 años de sana diversión familiar. La filosofía detrás del programa ha sido tan fuerte que ha soportado las transiciones tecnológicas y el paso de las generaciones. Creo que el secreto es aferrarse siempre a esos valores, por encima de todo”, finaliza Hoffman.