Hoy sus ojos azules y largos cabellos ya pintados por las canas no aparecen en la televisión. El atributo por el cual el público lo reconoce es su enérgica e inconfundible voz en off . Sin verlo, las personas saben quién es Nelson Hoffmann, actual productor de Sábado feliz .
Entre 1970 y 1995, en Chile y en Costa Rica, su rostro fue uno de los más conocidos. Su nombre se relacionaba con atractivo físico, pero sobre todo gran talento. Los proyectos que caían en manos de Hoffmann se convertían en oro puro. Así evidencian dos álbumes que recopilan recortes de periódico y revistas en los que se plasmaba su triunfo en la radio y televisión.
El programa chileno Tugar Tugar, salir a bailar lo catapultó en la tele de su país natal. Música libre fue otro espacio gracias al que se disparó su popularidad: bastaron cuatro años para que la televisión chilena no quisiera perder a uno de sus más cotizados presentadores. Sin embargo, el hambre por explorar mundos nuevos hicieron que el joven de escasos 24 años quisiera probar suerte en otro país.
Luego de vacacionar varias semanas en Costa Rica y de establecer una sociedad con tres amigos, Hoffmann emprendió camino a suelo tico. La producción de Música libre lo autorizó a a estar ausente por seis meses, pero Nelson no regresó.
“Siempre he sido un hombre de arranque, me gustan los retos”, aseveró mientras mostraba entusiasmado los recuerdos que atesora en su oficina.
Estando en el país produjo y presentó varios programas. Fabulosos sábados del Seis fue un proyecto que gestó juntó a Luis Gerardo Rojas. En los años 70 fue de los primeros a nivel nacional en tener una duración de cuatro horas en la parrilla nacional.
Otro de sus grandes y mayores éxitos fue Hola Juventud , producción que se mantuvo en zona de privilegio durante veinte años.
“Yo quería ofrecer algo a los jóvenes, quería que se sintieran identificados. No creo que Hola Juventud haya sido mi mayor éxito. Hoy podría decir lo mismo de Sábado feliz , que tiene más de 16 años en la televisión nacional”, expresó mientras mostraba los gráficos de audiencia que respaldaban sus palabras.
Hoy Nelson no tiene la notoriedad que en años pasados provocó que un grupo de lolas (como se llama a las chilenas jóvenes) le arrancara gran parte de su vestimenta previo a una transmisión en el Festival de Viña del Mar en 1975.
“Al cantante Sandro también le hicieron lo mismo, pero fueron anécdotas separadas. Cuando Sandro vino a Costa Rica yo le mostré el recorte de periódico en el que se decía que un grupo de lolas casi nos desnudan. Él no lo podía creer”, contó.
Nelson ahora prefiere trabajar mucho, trabajar con excelencia como siempre ha sido su estilo. Recientemente llevó un curso gracias al que aprendió a editar video en HD. Dice que hoy aparecería en televisión solamente “si se trata de una emergencia”.
A sus 66 años, pasa de lunes a viernes en su oficina, ubicada en Teletica. En ese espacio, resguarda cada uno de sus éxitos profesionales. Las paredes están forradas con fotos de artistas que gracias a Hola Juventu d logró entrevistar. Ver los afiches e imágenes autografiadas llenan a Hoffman de una nostalgia que pronto se convierte en orgullo: esos recuerdos significan muchas horas, días, meses y años de trabajo de excelencia continua.
“Dios le ayuda a uno cuando es trabajador y empunchado. Todo el tiempo que paso aquí trabajando lo aprovecho al cien por ciento”, afirma.
Payasada. Con entusiasmo regresa a los dos regordetes álbumes que recopilan todas las notas de las que fue protagonista. Sus ojos se iluminan al ver como un “campesino” alcanzó toda su popularidad.
Nelson nació en la zona de Río Bueno en Chile, un pueblo ubicado a mil kilómetros de Santiago, la ciudad capital. Su aspiración siempre fue ser Ingeniero Eléctrico, su deseo lo movió a mudarse a la localidad de Puerto Montt, allí empezaron sus estudios.
Tiempo después su vida dio un giro inesperado que lo llevó a ser lo que es hoy. Mientras estudiaba ganaba algo de dinero perifoneando desde un carro la cartelera de películas que se presentarían en su comunidad.
Una tarde cualquiera un grupo de payasos que andaban con su circo escucharon a Hoffmann y le pidieron ayuda para animar sus funciones. Al ver el desempeño de Nelson los payasos le prometieron ayudarlo a trabajar en televisión nacional.
Pasaron cinco meses, aquel joven no recordaba ni a los payasos ni sus promesas.
“Trabajé con ellos una semana y meses después me entró una llamada, los payasos me habían conseguido una cita de un día para otro, pero no podía ir porque el tren duraba 17 horas en llegar, ¡estaba a mil kilómetros de Santiago! Ellos me ayudaron a cambiar la cita. Yo era un campesino que tomó el tren. Llegué a Santiago me hicieron la prueba y dos horas después llegó el productor y me dijo que no me escogieron como animador pero sí como locutor en off de Tugar Tugar, salir a bailar ”, recordó.
Poco tiempo después Nelson se convirtió en presentador del programa y alcanzó el éxito junto al espacio de entretenimiento. Luego llegaron oportunidades varias hasta que entró a trabajar en Música libre en 1973, “fue un golpe de gracia”, dijo.
“Llegué a la televisión por una payasada. Mi mamá siempre nos impulsó a ser lo que queríamos ser. Tenía 19 años cuando empecé con todo. Recuerdo que me prestaron ropa para salir en televisión la primera vez”, comentó.
En 1974 conoció Costa Rica. Su visita era meramente laboral: vino a promocionar Música libre . En 1975 quiso explorar nuevas sendas en la televisión y así empezó todo en Costa Rica.
“Siempre he sido un hombre de arranque, me gustan los retos. Acá formé una productora con unos amigos chilenos, pero hubo problemas con un sindicato, pero poco a poco lo fui superando”.
Desde finales de los 70 Hoffman ingresó a la pantalla chica y se asentó. A sus casi 67 años no contempla en los absoluto pensionarse. La idea de la inactividad aterra al quien desde temprana edad lucho por construir un imperio que está lleno de triunfos basados en el esfuerzo.
Radio Uno, Fabulosos Sábados, Hola Juventud y Sábado Feliz son algunas de las producciones de Nelson Hoffman en Costa Rica. Él se dio el lujo de tener espacio en casi todos los canales de la televisión costarricense.
Desde el 2000 trabaja con Teletica, televisora en la que produce el programa sabatino de las tardes y en la que tiene su propia y personalizada oficina.
“Parte del éxito en la vida es luchar por lo que uno cree. Y que donde trabajas te permitan realizarte. Tengo una sociedad con el canal, soy productor asociado a la empresa”, dijo.
Esposo, papá y abuelo. Entre los afiches y discos que adornan la oficina de Nelson, sobresale una hoja blanca que tiene un dibujo con muchos colores. La autora de la tierna obra digna de exposición es su nieta Venus, la hija de Priscilla el retoño menor del matrimonio Hoffmann Rodríguez.
En 1982 el chileno –nacionalizado costarricense desde hace mucho– unió su vida a Zully Rodríguez, quien fue su secretaria y a la que con cuidados y dedicación le conquistó. Zully le llevaba hamburguesas a Nelson cuando sabía que iba a trasnochar editando mientras trabajaba en canal 13. Ahora los bocadillos se los prepara en casa.
Ella también es la que le recomienda tener el cabello moderadamente largo y hacerse una cola; también la que le llama la atención para que conteste las llamadas en su celular. Zully es su complemento.
“Todos los días a las 5 p.m. dejo de trabajar y me voy para mi casa. A las 5 soy padre, amigo, esposo. Todos los sábados con mi esposa veo Sábado feliz , ella critica cosas y me ayuda para corregir errores. Todos los domingos son para mis hijos y mi señora”, contó.
Osvaldo y Mauricio son los otros dos hijos del matrimonio. Dice Nelson que tratan de reunirse en familia los domingos.
A todos sus hijos los ha adentrado en el mundo de la tele, Osvaldo estuvo un tiempo, Mauricio se mantiene y Priscilla está incursionando en Sábado heliz .
La vida del chileno que en los 70 conquistó Costa Rica continúa entre la televisión, la música y, por supuesto, la familia.
Ir al cine y, obviamente, escuchar música son parte de los pasatiempos que comparte con los suyos.
“Yo sigo escuchando mis clásicos, también música suave. Escucho a Richard Clayderman y también orquestas. De lo actual no sé mucho, tal vez alguna canción de Enrique Iglesias”, ¿Reguetón? “Reguetón no, me parece que es muy repetitivo”.
Nelson Hoffmann se queda en su oficina reordenando sus álbumes robustos de recuerdos. Él piensa que esta que tuvimos es la última entrevista que le realizarán porque no se considera “figura pública”. Cuando este trabajo se publique, seguramente su esposa Zully lo recortará y lo atesorarán junto a los recuerdos dorados del amante de la televisión.