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Nic Pizzolatto, antes de ser bartender , enseñaba Literatura en una universidad, a la que dejó porque, simplemente, no lo apasionaba. No le importó.
Antes de escribir True Detective , Pizzolatto jamás había escrito una serie completa de televisión. Solo contaba en su haber con dos guiones en la serie policíaca The Killing. También tenía una novela, Galveston ; la primera temporada de True Detective recogería mucho del ambiente de aquel libro.
“Estas historias tienen lugar en las zonas donde el Apocalipsis ya pasó, ya llegó y se fue, y nadie está lo bastante alerta de eso”, comentó acerca de las relaciones entre la novela y la serie al sitio The Daily Beast.
Nic Pizzolatto era Nick Pizzolatto antes de dejar el listón altísimo para otros creadores de series policíacas (incluso para él mismo).
Antes de hacer televisión, veía televisión. Ahí encontró el abrevadero para su sed de ficción, la cual no saciaba con la literatura de estos días.
También es pintor, lo cual explica la importancia de los paisajes en sus libretos y, también, el uso de la luz –muy distinta– en cada año de la serie. “Yo era un pintor y artista visual antes de empezar a escribir.
“Fui a la universidad con una beca de artes visuales, así que creo que lo visual está ‘casado’ con la narración. Nada de expresionismo abstracto. Realismo”, le comentó Pizzolatto a la revista Vanity Fair.
Si sus guiones fueran pinturas se llamarían Paisaje con figuras, dice.
Hace 11 años era seguidor hard core de series como The Wire, Los Soprano y Deadwood. En el 2004, este hombre que cumplirá 40 años en octubre ya “masticaba” lo que deseaba hacer.
Para mediados del 2010, el proceso creativo de Nic Pizzolatto estaba en el carril rápido: plasmado en el papel tenía guiones e ideas “hasta para tirar para arriba”..., pero no lo tomaban muy serio, comenta él acerca de aquellos días cuando era un autor en busca de un productor.
“¿Tiene alguna idea para un show ?, recuerda que le preguntaron un par de ejecutivos de televisión. “Sí, tengo como 30”, fue la respuesta del aspirante a guionista. El problema es que nadie le respondía...
Entre todo ese enjambre de papel y con la ambición de hacer algo en la pantalla chica en “quinta”, había tres pilotos; uno de ellos era el de True Detective y alguien, finalmente, le puso atención.
El hombre, entonces, se estableció en la industria a pura idea: sin que un amigo lo apadrinara, sin que un familiar lo protegiera.
Con el éxito de True Detective , se cumplió lo que dice la canción del recordado sit-com, de los años 80, Cheers: es bueno llegar a un lugar en el que todos saben tu nombre.
Nic Pizzolatto –ese mismo a quien no le “daban pelota”– se dio ahora el lujo de escribir los tres primeros capítulos de la segunda temporada (que se acaba este domingo 9) sin tener el reparto contratado. Las cosas que dan tener un nombre.
Ojo: desde el primer teclazo, pensó en Colin Farrell para darle vida al detective Velcoro..., y Colin Farrell está en el programa.
Ya con el elenco completo, sí se sentó a terminar la segunda temporada.
A su manera. Quienes lo conocen dicen que es un tipo de pocas palabras y con algo de mal talante. Las malas lenguas, que siempre cuentan buenos chismes, aseguran que tuvo más de un encontronazo con el cuerpo de escritores de The Killing.
Esas malas pulgas son, al parecer, las que sacaron al director Corey Fukunaga de la segunda temporada de True Detective, quien ahora se dedicará a otros proyectos cinematográficos, entre ellos, el remake de It, la novela de Stephen King.
Fukunaga dirigió cada uno de los capítulos de la temporada uno, los cuales fueron escritos por completo –hay que repetirlo– por Nic Pizzolatto.
El dream team de True Detective se quebró y parece que, ahora, hay mala leche entre los dos.
“Parece” porque ninguno dijo ni pío acerca de lo que provocó el alejamiento y cada uno se mantuvo muy proper en sus declaraciones.
Es inevitable trazar un paralelismo entre ellos con Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson), detectives de la primera temporada (aunque, al final, quedaron en paz y tratando).
Sin embargo, amén del geniecito que dicen que se maneja, Pizzolatto es un tipo muy educado y culto, con conocimientos profundos en muchos campos del arte; sobre todo, en el cine (del buen cine), del cual se declara fanático y autodidacta.
La segunda temporada fue un homenaje completo al gran David Lynch y su estética.
Lynch estuvo a cargo de películas, como Blue Velvet y Mulholland Drive , y la aclamada serie de culto, Twin Peaks .
Por cierto, Lynch es fan de la serie y, seguramente, pasa muy divertido “descubriendo” las pistas que deja su seguidor.
Solitario. A Nic Pizzolatto no se le da el trabajo en grupo; por eso, escribe solo y se siente cómodo en la tele.
“Una de las cosas con la escritura es que no se necesita dinero para hacerlo, que no necesita de otras personas para hacerlo. Solo se necesita un papel y un bolígrafo; si usted puede aprender a hacerlo lo suficientemente bien, es todo lo que cuenta”.
Si escribiese para cine, dice, puede aparecer algún tonto –palabra exacta que usa– que le arruine algo en lo que puso toda la cabeza y todo el corazón.
Agrega que existen personajes que merecen un desarrollo de ocho horas y eso es algo que no se puede hacer en el cine, pero que se permite en la televisión sin que nadie se asuste.
Sin embargo, Pizzolatto es de quienes está pendiente de todo lo que pasa en el set de True Detective y su contacto con los actores es constante.
Tal vez no es mano de hierro, pero sí es ojo de águila.
Nic Pizzolatto tiene esa arrogancia que da la inteligencia y esa suficiencia que maneja quien conoce cuál es su hoja de ruta.
“Hubo productores que quisieron hacer una franquicia de True Detective , como CSI o La ley y el orden, simplemente siguiendo el formato... Me imagino que es una manera de hacer dinero. Yo no lo haría con cualquier cosa que realmente me importara como artista”, expresó en la prestigiosa Vanity Fair.
Es el guionista del momento: True Detective lo hizo pasar a un nivel superior, de culto. Lo que haga siempre estará marcado por esta serie de policías. Para bien o para mal.
