Si uno pasa mucho tiempo mirando hacia el abismo; al final, el abismo mirará dentro de uno. Algunos piensan que es el anticristo, otros que padece de trastornos severos de personalidad y unos pocos que es un mesías incomprendido.
De todo se podía esperar de un niño que creció con una madre, Barb, que le hablaba a los ratones, tenía visiones nocturnas de diablos y fantasmas reunidos al pie de su cama; además de un papá –Brian Hugh Warner– veterano de la guerra de Vietnam y convertido en vendedor trashumante de muebles
Aunque los padres fueran algo descocados vale aclarar que su hijo Brian Warner pasó las de Judas en su niñez: padeció neumonía; se le formaron pólipos en el trasero; tuvieron que abrirle la uretra porque la tenía muy estrecha y no podía orinar; para peores, a punto estuvo de morir por una reacción alérgica a los antibióticos.
Debido a los frecuentes viajes paternos Brian se crió con Barb, que lo tenía a dieta de moquetes y palos, un día por esto y otro por aquello. El pequeño vivía una continua pesadilla; cuando tenía ocho años, un extraño ingresó a su casa y quiso ahogarlo con una almohada, desde ese día duerme con un bombillo o la televisión encendida.
El pantano mental de Brian hirvió cuando su madre, una episcopaliana radical, lo matriculó en la Heritage Christian School. En las aulas el jovencito destacó por su corte de pelo en forma de hongo, los frenillos dentales y un rostro con más pecas que un banano pasado de maduro.
Desde el primer día fue un tábano; solía dejar apestosos juguetes eróticos en las sillas, gavetas y escritorios de los profesores; grabó y vendió discos de heavy metal entre sus castos compañeritos y firmaba los exámenes con el número de la bestia: 666.
A punta de reglazos y coscorrones terminó el colegio y a los 21 años se graduó de periodista en el Broward College; sus detractores aseguran que falsificó el título para obtener empleo en la revista 25th Parallel , sitio donde halló su sino: ¡La música!
Y Dios sabe que no le fue tan peor. Ocupa el lugar número 44 entre los 100 mejores vocalistas de metal de todos los tiempos; es uno de los cien artistas más exitosos y entre los únicos cinco metaleros que vendieron más de 50 millones de discos.
Desde su lanzamiento, en los años 90 del siglo XX, los cultos religiosos y los padres de familia lo asociaron con el mismísimo Satanás encarnado. La prensa especializada fue más amable y lo comparó con una copia barata de Alice Cooper; saturado de maquillaje, sobreactuado en los escenarios y un esperpento que parecía más un asesino, violador y sadomasoquista.
¿Quién sabe por qué? Tal vez por ese extraño nombre, mezcla de una actriz divina y un asesino en serie: ¡Marilyn Manson!
Anticristo superestrella
De niño quería ser investigador y lo primero que averiguó lo endiabló: su abuelo se encerraba en el baño a leer revistas porno y practicar el onanismo. Tal vez para superar el trauma decidió robarle a su madre las pastillas antidiuréticas y venderlas, en la escuela, como si fueran anfetaminas.
Si bien nació en Ohio, el 5 de enero de 1969, la familia se fue a vivir a Florida; fue ahí donde armó –en 1989– la banda Marilyn Manson & the Spooky Kids, junto a otro par de amiguchos, Jeordie White y Stephen Gregory Bier.
Los mercaderes de las disqueras crearon una imagen de Manson que, con los años, salió de las catacumbas del underground hasta la cima de la popularidad planetaria de l hard rock.
Alto, desgarbado, extravagante, tatuó su cuerpo con demonios, leyó libros de magia y ocultismo, fue discípulo de Anton Szandor LaVey –fundador de la Iglesia de Satán– y creó un ícono maléfico para alimentar de billetes a la insaciable maquinaria del espectáculo.
Uno de sus rasgos más controversiales son sus ojos heterocromáticos, una anomalía ocular en la cual cada iris es de diferente color. Alguien regó la bola de que Manson, con sus propias manos, se sacó un ojo y se colocó uno de vidrio de otro tono. Hasta circula en las redes un supuesto video de cómo lo hizo.
Las mentiras que lo rodean van desde que es transexual hasta que sacrifica animales vivos en sus conciertos. Entre esos extremos dicen: sus canciones inspiraron la masacre en al Escuela Secundaria de Columbine, en 1999; que es Paul Pfeiffer, actor de la serie Los años maravillosos y que en una presentación se castró.
Es difícil separar lo cierto y lo falso en la vida de Manson. En algunos aspectos es un hombre como cualquier otro; anduvo de novio cinco años con la pin-up Dita Von Teese y en el 2005 se casaron.
Al cabo de dos años se deshizo de ella para caer en los brazos de la actriz Evan Rachel Wood, de la cual prescindió en el 2010 para estar con la estrella porno Stoya. Ambos reconocen que son grandes amigos pero tienen un negocio sexual, de vez en cuando. Su última aventura es con la modelo Linsay Usich.
Si uno escarba entre tanto estiércol puede encontrar algunas ideas curiosas. Marilyn se considera un humanoide, tiene un alter ego andrógino que se llama Omega y sostiene que “ser humano no es tener que estar buscando perdón por serlo, sino llevar una existencia libre de culpa, si olvidas la idea de Dios y solo crees en ti mismo, el mundo se acaba”.
Tal vez no sea el anticristo, pero creó tantos monstruos que terminó convirtiéndose en uno de ellos.