Son las 3:01 de la madrugada del jueves 24 de abril. Por primera vez, desde el lanzamiento de la revista Teleguía , en noviembre de 1994, hubo un personaje capaz de parar máquinas –como decimos en el argot periodístico en medios impresos– para retrasar el tiraje de la edición que usted tiene en este momento en sus manos, o en su pantalla.
Por esas ironías supremas de la vida, ese mismo personaje, cuya muerte puso de luto al país, fue quien engalanó la primera edición de la Teleguía en su lanzamiento, en noviembre de 1994 y bajo la creación y edición, en ese entonces, del periodista Rogelio Benavides Rivas.
Manuel Antonio “Pilo” Obando estaba para esa época en el clímax de su extenso apogeo como narrador deportivo, extenso porque reinó por décadas, razón por la que el ramillete de generaciones que hoy lo lloramos “¡no es jugando!”, como diría él.
Son las 3:12 de la madrugada del jueves 24 de abril, y recién me percato de que entre todo el jaleo periodístico y humano que se dio a partir del mediodía, cuando trascendió la noticia del deceso de Pilo, no es si no ahorita que apechugo con los recuerdos de tantas horas compartidas en las canchas, mientras ambos cubríamos partidos de fútbol; de las muchas otras que disfrutamos durante la época que tuvo una popular soda en los linderos de La Nación en Llorente, y de las que más atesoro: las que invirtió al desgranarme su vida y milagros, en varias entrevistas que le hice en el último cuarto de siglo.
Particularmente, recuerdo un café vespertino de muchas horas en el restaurante El ruiseñor, en Los Yoses, que allá por mayo del 2001, en el que era uno de sus rincones favoritos.
Hace mucho no releía estas líneas y ahora, en busca de las palabras adecuadas para describir a este titán de la autenticidad –para bien y para mal, como él mismo decía– descubro que nadie mejor para plasmar a Pilo Obando, que el mismísimo Pilo Obando, uno de los costarricenses más admirados y queridos por este pueblo.
Al voltear esta página, varios colegas y personajes del quehacer nacional, ofrecen sus reflexiones ante la partida del querido Pilo.
La introducción queda a cargo de ese titán de la narración, quien hereda ingenio, leyenda y sonrisas ante sus famosas “chayotadas”. He aquí un ínfimo compendio de su abultado anecdotario.
Entre sus cuentos más famosos está el de la vez cuando le tocó transmitir un juego entre China y Hong Kong, y le llegaron las alineaciones en chino, taiwanés, cantonés... él nunca lo supo.
Se agrandó el brillo de sus ojos y enfiló su portentosa voz para una de sus salidas más arriesgadas... y más geniales.
“Imagínese el cuadro: estamos a minutos de entrar al aire. ¡Y me va llegando aquella carajada llena de signos y yo que sé qué. Sin decirle a nadie, decidí: aquí solo hay de una. Me fui soplado, agarré un directorio telefónico y empecé a buscar nombres de chinos. Iba poniéndole un nombre a cada uno, según el número... al 1, Chin Wang Chon, y así. Por cierto, me acuerdo que iba yo por el número 7 cuando entró Moncho (Ramón) Coll ¡entonces a ese le puse Mon Chon Con!”.
Claro, esto no trascendió sino muchos años después, cuando él consideró oportuno contarlo en una entrevista.
“No, pero yo digo que mi chile más famoso fue el de ‘gaviotas van, gaviotas vienen’. Resulta que allá por el año 83, estando yo en Dos Deportivo, decidimos ir a hacer el programa a Puntarenas porque eran los carnavales del puerto. Por allá llegaron dos exjugadores, José Antonio Mendoza y Correcaminos Rodríguez. Hacía un calor del carajo y me invitaron a un traguito en un bar que estaba al frente. ‘¡tan locos! Dios libre, si tengo transmisión ya mismo’. La cosa es que ellos se fueron y empezaron a tomarse unas birras y bocas... En eso llega el técnico y me dice que no había forma de pegar la señal y que no iba a haber transmisión. Diay, lógico, yo me fui p’onde aquellos majes. Cómo a las 2 de la tarde me avisaron que tenía que entrar en vivo, que ya habían logrado la señal. Y claro, yo a esa hora ya estaba en una sola juma, dicen que agarraba el micrófono viendo para el mar y solo decía: ‘Bueno... y aquí en Puntarenas... gaviotas van... gaviotas vienen’. En eso me la pasé todo el rato. Después en la calle, y hasta la fecha, hay montones de gente que no me conoce y el saludo que me dan es: ‘¿Qué Pilo?, gaviotas van, gaviotas vienen!’”.
Entre las muchas satisfacciones que atesora Pilo, hay una en especial: la cobertura de Italia 90.
Parte de esa vivencia tan especial que tuvo probablemente va a perdurar durante decenios, cada vez que se retransmitan extractos de aquellos juegos inolvidables, sobre todo de sus gritos eufóricos que, en medio del éxtasis colectivo, acompañaron a Hernán Medford cuando se inició, en la media cancha, aquel glorioso 2 a 1 contra Suecia: “¡Medford! ¡Medford! ¡Medford! ¡Medford! ¡Medford!... .... ¡¡¡Goooooooool!!!”.
Son las 3:50 de la madrugada. Releo la anécdota y busco el video del gol de Medford... o más bien, de la narración de Pilo. Lo escucho dos... tres veces. Enjugo mis lágrimas, total, la muerte es parte de la vida. Y Pilo vivirá siempre en la memoria colectiva de este país.
Las voces de un país de luto
Óscar Arias, expresidente y Premio Nobel de la Paz
“En memoria de Pilo Obando: ¿Cómo no sentir tristeza cuando nos abandona una persona que narraba, de manera tan singular, un partido de fútbol? ¿Cómo no confundirse en la oscuridad si se apaga, de pronto, una luz? Un arquitecto de la narración, una voz inconfundible en los micrófonos de la radio, abandonó los recintos de este mundo y se nos adelantó en la carrera por una vida mejor. Deja una familia, buenos amigos y un país que lo admiró. Con dolor por la pérdida de un gran ser humano, le expreso a su familia mi más sentido pésame”.
Gustavo Peláez, locutor y presentador
“Nada como escuchar a Pilo emocionarse narrando una repetición, Hernán Morales corregirlo y Pilo al suave salirse de la torta con un chiste. ¡Paz y descanso a un gran personaje de la narración! Como Pilo, solo Pilo. ¡Zapatazzzoooo!”
José Salvatierra, futbolista
“Crecí escuchando las narraciones de Pilo. Sus gritos de gol harán mucha falta en la pantalla nacional. Q.E.P.D, y fortaleza a su familia”.
Denise Duncan, dramaturga
“Adiós, Pilo Obando. Buen viaje y narra lo que veas, siempre con tanta personalidad”.
Yashín Quesada, periodista
“Descansa en Paz, Manuel Antonio ‘Pilo’ Obando, un personaje extraordinario en esta carrera de la vida. Mucha fuerza a sus familiares”.
Roberto García, periodista
“Realmente me sentí conmovido con la noticia. Tuve el honor y el privilegio de que Pilo aceptara hacer una entrevista para Teleguía junto a Hernán Morales. Hice el papel de testigo del encuentro entre dos viejos amigos, y ahora cuando me entero de la muerte de Pilo –que, aunque de alguna manera se esperaba, no deja de sorprender ni de golpear–, yo reparo en que me reconforta saber que esa entrevista fue un callado tributo de parte de nosotros los periodistas de La Nación para dos grandes colegas. Justamente esa entrevista, para mí, adquiere una importancia mayor y es una de las semblanzas que he realizado en La Nación que más me ha llenado en lo humano, porque fue un café natural y espontáneo en casa de Pilo. Solo lamento no haber compartido más cafés con Pilo mientas coincidimos algunas veces en la cobertura de partidos”.
Christian Gómez (Tapón), cantante
“Cuando yo estaba comenzando en la música, de hecho, mencionó algo sobre Tapón, dijo algo como: ‘Tapón. Con ese nombre, ¿qué va a estar pegando nada?’. Me hizo mucha gracia, fue como en el 99 o 2000, cuando yo salía mucho en los medios de comunicación. Eso era parte de su personalidad; así como había mucha gente a la que no le gustaba, creo que para la mayoría del país y para mí no habrá un narrador tan auténtico; no solo narraba, le ponía emoción y uno se divertía oyéndolo”.
Rogelio Benavides, periodista
“En 1976, yo trabajaba en Radio Monumental y ahí lo conocí; él era locutor deportivo y alternaba el trabajo que tenía como cajero en el Banco Crédito Agrícola de Cartago. Siempre tuvimos buena relación y me acuerdo que todos los días comíamos en el restaurante La Perla, comíamos el plato del día, o a veces nos íbamos a comer al Mercado. Nos hicimos tan amigos que me acuerdo que él me sirvió de fiador de la primera grabadora que compré... Creo que esos cinco años que empezamos juntos fueron fundamentales para los dos. Me acuerdo cómo fue creciendo profesionalmente. Suena como una frase cajonera, pero sí creo que él hizo un aporte importante al periodismo deportivo de Costa Rica, especialmente en la radiodifusión; siempre lo hizo con un afán especial y con una entrega total de narrador y de persona que vive el deporte. Historia graciosa: Una vez íbamos caminando para la soda Paco y en eso venía una enfermera muy grande y muy gorda, y me dice Pilo: ‘Mirá a aquella enfermera qué hecha mierda que está’, y le digo que es prima mía, y me dice: ‘Disculpá, pero ¿verdad que es cierto?’”.
Hernán Medford, exfutbolista y entrenador
“La de Pilo fue una de las mejores narraciones que yo escuché de ese gol (partido de Costa Rica contra Suecia). Hasta el día de hoy, uno lo ve y todavía se llena de muchísimas emociones. Todavía a esta altura lo llena a uno de sentimientos, le llegan ese tipo de recuerdos, porque lo hizo con todo el corazón. Es algo que toda la gente lo escucha y parece como si hubiera sido ayer. Es una de las mejores que hubo de ese mundial, de ese gol. Pilo siempre fue un gran profesional, también fue un gran amigo por su manera natural de ser, y a la mayoría le era simpático. Fuimos amigos porque conviví mucho con él en tiempos y viajes de Selección, él como periodista y yo como jugador. Siempre demostró ser un gran profesional”.
Álvaro Murillo, periodista
“Sin Pilo Obando, ‘el Chunche’ no sería ‘el Chunche’. Letal.
René Picado, Presidente de Televisora de C.R.
“Mucha gente no lo sabe, pero Pilo trabajó en canal 7 en sus primeros años, creo que hacía transmisiones freelance, yo era un chiquillo, tendría unos 15 años y desde entonces lo conocí. Me ha dolido mucho lo de su fallecimiento, lo vi hace poco que llegó al canal para una entrevista, por dicha pude compartir con él, lo acompañé hasta el carro, lo noté como muy sensible pero siempre con aquella humildad y llanura de siempre”.
Alejandro Rueda, abogado y presentador
Fue Rueda quien recomendó a Pilo cuidarse su salud y acudir al doctor Álvaro Herrera, quien también había operado al presentador (Alejandro) de un trasplante de riñón. “Ellos le hicieron un trabajo hace seis meses para que lo pudieran trasplantar. No se pudo. Hace siete días fui a verlo en la hemodiálisis, lo vi con ganas, con deseos de vivir”.
“Pilo no inventaba ni construía frases, a él le fluían de forma natural. Creo que Costa Rica pierde al último narrador con humor. Él nos enseñó el folclor urbano, que eso no es malo. Eso lo hizo diferente, mucha gente lo criticaba por su estilo”.
Cristiana Nassar, periodista
“Yo disfrutaba de sus locuras y de todo lo que hablaba. Yo había trabajado con él y muchas veces quisieron hacer el experimento de juntarnos narrando un partido. Fue una idea que nunca se concretó pero fue una cosa que nos hizo mucha gracia a los dos, porque creo que éramos bastante extrovertidos y muy parecidos en personalidad. Tengo súper buenos recuerdos de Pilo porque mucha gente lo conoció en diferentes épocas de su vida, y yo en los 10 años que lo conocí pude verlo en las buenas y en las malas, y lo conocí en su verdadera dimensión y siempre salió adelante, siempre fue muy positivo. La enfermedad fue reflejo de su vida; él siempre estaba para salir, para estar mejor, nunca se vio derrotado… ese es el valor que tiene Pilo. Y tiene otro valor: el del hombre que se atreve a ser diferente, que no le importa que lo critiquen, que es capaz de lanzar una frase sin importar si es agradable o no… Me encanta, es auténtico”.
Jessica Rojas, periodista
“Leo y leo frases de Pilo. Algunas de las mejores: ‘Patea más un vaso de leche agria en la madrugada que ese muchacho’ / ‘Y se quita uno, dos, tres...¡¡¡QUESO!!!’ / ‘El partido está como tuerca de muelle, trabaditico’ / Hernán a Pilo: ‘¿Cómo se llama cuando a un jugador le hacen falta por detrás?’ Pilo: ‘Diay gorreado!’