El sábado 6 de abril, Repretel estrenará por canal 11 uno de los máximos programas de humor de todos los tiempos en Costa Rica: La dulce vida (1988).
El regreso a la pantalla del exitoso concurso –que busca al mejor nuevo humorista de Costa Rica– baña de nostalgia a toda una generación que disfrutó con aquella producción, creada por el empresario cinematográfico Henry Loría.
Treinta años después de su hilarante estreno, el programa revive impulsado por uno de los triunfadores que tuvo el espacio en su debut: Norval Calvo.
El reconocido humorista, imitador, empresario y director del programa Pelando el ojo ganó el concurso al lado de su amigo de la infancia Carlos Blanco (participaron como dúo). Ambos crecieron en la barriada josefina La Favorita, en Pavas, y desde ahí gestaron una amistad que puso a reír a decenas de vecinos en el parque de la comunidad.
Esa mancuerna y un anuncio en un periódico nacional los impulsó a participar en el programa de humor; sin embargo, posterior al triunfo, Calvo se mantuvo en el medio humorístico, consolidó su nombre y se encargó –y encarga– de buscar y potenciar nuevos talentos; muy distinto a Blanco, quien tiempo después del exitoso paso por el programa, se alejó de la escena, al punto de que cientos de personas se preguntan qué fue de él.
“He estado activo en la música, principalmente”, refirió Blanco a Viva este martes durante una entrevista vía telefónica.
Blanco contó que luego de que Norval y él ganaran La dulce vida se mantuvieron haciendo presentaciones por cerca de un año, luego vinieron las responsabilidades de la vida adulta que los obligaron a dejar los espectáculos de lado y más tarde la formación profesional de ambos. Así cada quien comenzó a transitar por sus propios caminos.
“Cada uno adquirió responsabilidades diferentes y nos hicimos adultos. Dejamos de hacer shows, Norval siguió en la radio, comenzó a estudiar periodismo y locución, y yo me mantuve en mi afición de siempre por la música, y desde entonces he estado en proyectos musicales y en mayo espero lanzar un nuevo proyecto musical. Me dedico a la traducción que es mi profesión y he estado muy activo en la producción de contenido para internet pero no de carácter cómico ni musical, si no documental. Ocasionalmente grabo jingles y hago narraciones”, dijo Blanco, quien estudió Traducción en la Universidad Nacional y Publicidad, en la Universidad Latina.
Similar a cuando Blanco ganó La dulce vida, sigue sin hijos y sin contraer nupcias; eso sí, ya no vive en aquel barrio capitalino, ahora reside en San Rafael de Alajuela con su novia de hace cinco años, una artista que también se ha involucrado a los proyectos musicales que él lidera.
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Afición heredada
La afición por la música que mantiene Carlos Blanco desde niño, fue herencia de su padre. Carlos canta, toca guitarra y más recientemente aprendió a tocar el violonchelo. Ese gusto por la música sigue intacto y hace cuatro años él creó Kalākaua un ensamble de ukeleles y cuerdas donde deja fluir su gran pasión por la música.
“Kalākaua fue el último rey de Hawái que disfrutaba de tocar el ukelele. Lo utilizaba para entretener a sus visitas diplomáticas y popularizó el ukelele para acercar a la gente del pueblo a la música a través de instrumentos sencillos. A través de este grupo yo integro a varios tipos de ukeleles e instrumentos en cuerda”, afirmó Carlos Blanco.
Kalākaua y amigos / De la Tierra Eco House FarmEn De la Tierra Eco De La Tierra EcoHouse Farm
Posted by Kalākaua on Tuesday, August 8, 2017
En Kalākaua, los integrantes interpretan música popular en español y en inglés. Blanco es guitarrista y en ocasiones voz de la agrupación (la voz oficial del grupo es la de la baladista Rebeca Bonilla), que suele ser contratada para amenizar actividades sociales como tés, eventos en hoteles, los momentos previos a una boda o para acompañar los tiempos de cena en recepciones festivas.
Adicionalmente, Carlos Blanco le da forma a un nuevo proyecto musical que prevé lanzar entre mayo o junio próximos. “Durante todo este tiempo he manejado diferentes formatos de agrupaciones y este proyecto que viene sigue la línea musical, será como una comedia musical o una musicomedia, aún lo estoy trabajando porque el énfasis mío es distinto a lo se maneja en el mercado: no es de contador de chistes, no es de stand-up comedy, no es de imitar. Tengo que analizar aún el tipo de humor que voy a aportar en este espectáculo”, refirió Carlos Blanco, de 49 años de edad, y quien asegura que a través de sus proyectos musicales ha incidido en la formación profesional de algunos músicos en el país.
¿Y el humor?
En este proyecto musical, Carlos Blanco seguramente retomará sus dotes de imitador, porque a pesar de que se alejó de la escena del humor nacional, su gusto por hacer reír se mantiene casi intacto.
“El gusanillo del humor sí se quedó en mí, pero ahorita no tengo ningún espacio donde pueda sacar eso. Yo sigo apuntando ideas, haciendo voces, imitando cantantes, pensando en sketches porque el hacer reír a la gente sigue siendo una afición mía, pero ahora lo practico en privado, en reuniones familiares, con mi círculo de amigos, incluso a veces grabo cosas y se las comparto a mis amigos o a mi familia”, resumió.
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Al día de hoy, en el catálogo de imitaciones de Blanco hay entre 15 y 20 personajes que imita a la perfección. Entre ellas hay voces de cantantes como los vocalistas de Enanitos Verdes, Cafe Tacvba o Caifanes porque Carlos Blanco se declara roquero, asimismo trabaja en perfeccionar las imitaciones de algunos artistas norteamericanos como Elvis Presley, a quien posiblemente incorporará en ese show del que tanto habla y que estrenará en los próximos meses.
En cuanto al trabajo que ha desarrollado su amigo Norval Calvo en los últimos años en el humorismo y la imitación nacional, Carlos Blanco opinó: “Aún mantenemos una relación cercana, de jóvenes fuimos grandes amigos del barrio. Respeto mucho en lo que Norval se ha convertido: un ícono del humor en este país, pero también (lo respeta) por su trabajo de promover nuevos talentos del humor, de alguna manera yo trato de hacer lo mismo pero en la parte musical. Lo que Norval ha hecho al capitalizar sobre La dulce vida y nuestro triunfo es algo maravilloso”.
Carlos Blanco comentó que revivir el concurso de La dulce vida le dará oportunidad a la gente con talento para el humor a que se exponga y, de esa forma, el espacio ayudará a promover un mercado nacional de la comedia capaz de suplir las distintas necesidades del público local.