Hace un par de semanas, en una reunión de trabajo, un colega periodista dijo que él no entendía por qué a la gente le gustaba tanto El Chavo del 8 . No había terminado su intervención cuando mi cara ya había mutado de la sorpresa hacia la indignación .
“Mae, ¿está hablando en serio?”, fue lo único que alcancé a decir, mientras dentro de mis zapatos los dedos se hacían un puño de rabia . Yo puedo comprender que a algunas personas no les guste El Chavo pero no alcanzo a asimilar cómo alguien no puede descifrar el obvio encanto del programa más exitoso en la historia de la televisión latinoamericana.
Yo soy uno de los tantos millones que amamos y nos criamos con el huérfano del barril, y quizá por eso doy por sentada la universalidad de los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños. Pero bueno, la inocente interrogante del compañero me hizo reflexionar sobre por qué sonrío cada vez que la puerta de la vecindad se abre y me siguen fascinando los mismos diálogos que ya tengo memorizados, a fuerza de verlos incontables veces a lo largo de toda mi vida.
Quizá El Chavo me gusta porque estaba ahí desde antes de que yo llegara y sé que seguirá aún mucho después de que me haya ido .
Me gusta El Chavo porque no solo es divertido, sino que es ingeniosamente divertido. Su humor es inteligente, craneado, tan vigente hoy como cuando echó a andar en los años 70.
Me gusta El Chavo porque soy del Team Monchito, de los que tenemos claro que si bien Chespirito era el autor intelectual, el epicentro de la serie en sus mejores tiempos siempre fue Don Ramón .
Me gusta El Chavo porque gracias a él le voy al Necaxa; me matan las tortas de jamón; si tuviera un perro le llamaría Satanás , y aún sigo buscando en tiendas la condenada pelota cuadrada.
Me gusta El Chavo porque el capítulo de los espíritus chocarreros es perfección al cuadrado, con la escena en la que un desvanecido Quico apoya la mano en un Don Ramón al borde de orinarse consagrada como lo más divertido que he visto (y veré) en televisión.
Me gusta El Chavo porque la Chilindrina es pura malicia indígena.
Me gusta El Chavo porque el Señor Barriga tiene un corazón enorme, tan grande como para todas las semanas guardar en él 14 meses de renta .
Me gusta El Chavo porque Doña Florinda es una vieja pegona, frustrada y no se esfuerza en ocultarlo.
Me gusta El Chavo porque Doña Clotilde amó a su Monchito sin esperar nada a cambio.
Me gusta El Chavo porque el Profesor Jirafales dignificó a los educadores y nos hizo sentir empatía con ellos y su desgastante oficio.
Me gusta El Chavo por su misterio , porque nunca supe cómo se llamaba el Chavo, con quién vivía y en cuál apartamento dormía.
Me gusta El Chavo porque hoy mis hijas lo ven y sé que cuento con ellas para mantener viva la luz de la vecindad .