Este lunes, mientras en el estudio Marco Picado, en Televisora de Costa Rica, seguían barriendo los últimos trazos de la fiesta vivida ahí la noche del domingo 9 de junio, 10 artistas se despertaban mucho más famosos y reconocibles de lo que eran unos meses atrás. A ellos, el paso por Tu cara me suena (TCMS) les cambió la vida.
Veamos, uno por uno, qué le significó a este grupo de músicos, comediantes, actores y locutores su participación por la más reciente temporada de uno de los programas estrellas de Teletica.
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Valeria Sibaja: Pasó sin pena ni gloria. En varias de las emisiones se le notó sin ánimo y con escasa química con el resto del elenco de participantes. Especialmente notoria fue su falta de preparación en el dueto con Melissa Mora, en el que su invitada se vio más enfocada que ella en la interpretación (terrible que Sibaja llegara tarde a uno de los ensayos, algo que la producción no tuvo reparo en evidenciar).
Además, no parece haber sacado mayor provecho durante la temporada para apalancar su carrera musical con el programa, haciendo escasa mención de su trabajo como solista. Una lástima pues tiene una de las mejores voces que ha escuchado TCMS en sus cuatro años.
Made: La joven cantante era prácticamente desconocida cuando comenzó la temporada, por lo que volverse un nombre que el gran público ahora ya maneja un poco es su gran ganancia. Por momentos, se le notó más nerviosa de la cuenta, pero en general tuvo un desempeño aceptable y “la dejó picando” para mostrarse más adelante a una escala mayor. Ojalá aproveche el impulso y se valga de la plataforma que Teletica le dará en las semanas venideras para introducir al público a su música original.
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Jorge Madrigal: Dueño de una de las voces comerciales más reconocibles del país, Jorge se dio el lujo de probarse en nuevos terrenos y pasó el desafío. Verlo metido en comedia y canto fue una novedad y, además, mostró una vena divertida que valdría la pena explorar más a fondo en otros formatos (un programa de variedades en radio se está cayendo). Para ser alguien que se consolidó como locutor en una época en la que Made y Jorge Chicas no habían nacido, el veterano locutor no desentonó dentro de la muy juvenil camada 2019 de TCMS.
Andrés Fofo Madrigal: Antes de que empezara el programa, Fofo era conocido, en el mejor de los casos, solo como el saxofonista de Los Ajenos, pues más allá de los seguidores de esa agrupación era poco su alcance. Incluso, cuando su reclutamiento en TCMS fue anunciado parecía poco novedoso, dado que ya su compañero Luisga Loría (voz principal y el más visible de Los Ajenos) había participado en el formato un par de años atrás. Sin embargo, Fofo tenía mucho que mostrar y resultó uno de los participantes más competitivos, dando muestras de una versatilidad que lo resaltan por encima de lo que antes le vimos con su agrupación. Será interesante ver de qué forma Los Ajenos aprovechan el tener ahora dos integrantes de alto perfil, así como de qué manera Fofo da curso a sus dotes de humor de la mano con lo musical.
Waleska Oporta: La Maravilla lleva años dando la pelea como una de las poquísimas mujeres del stand up comedy local. A poquitos, ella ha logrado irse ganando espacios, construyendo su nombre y es muy probable que, en unos años, más personas se hubiesen visto expuestas a su trabajo. Para su buena fortuna, haber sido incluida en TCMS la impulsó a saltarse algunos escalones en el proceso.
Waleska llegó a divertirse al programa y hacerse notar, para bien. En sus planes nunca estuvo ganar (aún así completó varias rutinas brillantes, siendo su encarnación del coreano Psy la mejor imitación de toda la cuarta temporada). El público ya la conoce, los niños la descubrieron y las posibilidades que se le abren son llamativas. Ojalá su paso por la televisión no quede aquí, pues en TCMS apenas mostró una pequeña pincelada de su repertorio.
Ricardo Jiménez y Magdiel Ramírez: Su caso no tiene mucha ciencia: en el momento en que se dijo que el trofeo de ganador lo determinaría el público con su voto, los intérpretes de Juan Vainas y Chibolo ya lo tenían en la bolsa. No les vamos a restar méritos, pues el dúo de actores demostró gran dedicación a sus personajes musicales; sin embargo, es claro que entraron como el acto más llamativo y popular dentro de un elenco lleno de misterios.
No importa que mucha gente siga negando lo evidente: este dúo es un fenómeno de masas (escala Costa Rica) y su inclusión en TCMS no sorprendió a nadie, dado los buenos réditos que le ha dado en Teletica a lo largo del último par de años. Su caso es tan particular que incluso se trató de los primeros participantes en los cuatro años del programa en contar en su segmento con un patrocinador exclusivo, lo cual habla por sí solo. Por todo lo anterior, su victoria es más un efecto matemático que artístico, pues, como ellos mismos admitieron, la cantada no es lo suyo. Ricardo y Magdiel clasificaron a la final apenas en el cuarto y último cupo, con puntajes acumulados inferiores a los de Arlene, Chicas y Fofo (todos cantantes profesionales); luego, ya en la instancia definitiva, con el público en control del destino del trofeo, imponerse en la votación no les resultó difícil. ¿Fue su victoria la más meritoria? No, pues los otros tres finalistas tuvieron desempeños superiores a lo largo de toda la temporada. No obstante, esa es otra historia.
Para ellos, más allá del trofeo, el verdadero premio es que la gente finalmente los identifique como los actores que son y no únicamente por sus personajes más famosos. Esto, esperamos, les permitirá moverse a otros espacios teatrales sin dejar de lado a Juan Vainas y Chibolo.
Jorge Chicas: Cuando empezó el programa, al joven Chicas si lo conocían cuatro gatos, eran muchos. Pocas semanas necesitó para darle vuelta a la tortilla, pasando del anonimato a ser aplaudido de buena gana hace un mes por todo el Palacio de los Deportes, cuando sirvió de telonero a Pimpinela. Su caso es de estudio, pues Chicas se maneja en una línea musical poco transitada en el país, con énfasis en covers de soul y rock suave que no son habituales en la escena local. Veremos con atención cómo logrará trasladar eso a una carrera que incluya más que presentaciones en restaurantes de Escazú, especialmente cuando sabemos que en sus planes está incorporar más música original en sus shows.
Dicho todo lo anterior, es bueno hacerle ver al joven intérprete que el levantón que le dio TCMS debe ser bien administrado y no debe de perder de vista el suelo. Esto debido a que en la final su desazón fue evidente cuando se anunció que había ocupado el cuarto lugar en la votación del público, lo cual fue un resultado lógico al comparar el arrastre de los otros finalistas. Aún hay trabajo por delante.
Arlene Elizondo: La cantante de Tilarán puede dormir tranquila, pues si el trofeo de TCMS se entregase por méritos artísticos, ella debió ser la triunfadora de la cuarta temporada. Fue de las participantes que más en serio se tomó el desafío y la calidad de sus presentaciones fue constante, siempre ubicándose en los primeros puestos de los puntajes.
El concurso le dio a Arlene espacio para exhibir talentos más allá de lo que suele hacer con Expresso, uno de los grupos de covers más estables y reconocidos del país, pero que no está ni de cerca de ser contemplado cuando se enumeran los grandes referentes de la música local. Ya probada ante el gran público no solo como vocalista sino también como una performer más completa, Arlene bien podría probar otro tipo de aguas, donde sea la principal atracción.
Rigoberto Alfaro, Gallina: El gran ganador de TCMS desde cualquier consideración. En las primeras semanas del programa escribí, erróneamente, que el humorista radiofónico estaba en el programa solo como bufón, pues era evidente que carecía de las aptitudes musicales necesarias para disputar los primeros lugares de la competencia. Sin embargo, la magia de Gallina no estaba en la cantada, y él lo supo desde el inicio.
Gallina se robó el show, de cabo a rabo, y el público fue el gran beneficiado. Sus intervenciones tanto al aire como fuera de cámara fueron ingenio puro, espontaneidad sincera y agilidad mental felina pocas veces vista en la comedia televisiva en nuestro país. El público desarrolló una relación fraterna con él, hizo suya su causa de eterno perdedor y celebró con lágrimas la única victoria que logró en la temporada.
Admito que no soy adepto del humor “tradicional” de las transmisiones de fin de año y similares y quizá por eso no había prestado mayor atención a Gallina. En adelante no lo perderé de vista; ojalá pueda seguirlo a otras plataformas (¿stand up criollo?) y, por qué no, incluso al frente de su propio programa televisivo (que sin haberlo visto ya sabemos será por lo menos mejor que el de Juanca Galindo). Con Gallina, tanto el Grupo Radiofónico Omega como Teletica tienen en este momento un activo de altísimo valor: veremos cuán rápido se mueven para potenciarlo.
En otro orden de apuntes, el juntar a Édgar Murillo con Keyla Sánchez como copresentadores fue el equivalente a encontrar petróleo: no compiten entre ellos ni buscan imponerse, sino que se complementan. Guita suma ya su cuarto año como el presentador ideal para un programa que no se toma en serio, en el que la risa es constante, y en el que él sabe llevar los hilos sin empacho nunca poniéndose por encima de los participantes. Keyla, por su parte, es hoy por hoy la mejor ficha entre todo el equipo de presentadores de Teletica y cada oportunidad que se le brinda la toma de los cuernos.
Finalmente, la producción merece un fuerte apretón de manos por la tarea bien cumplida. La apuesta por un elenco cargado de desconocidos fue arriesgada pero funcionó y demostró que el formato ya está maduro: el público espera y consume TCMS sin importar el pedigrí artístico o influencer de sus participantes. Quienes tuvimos oportunidad de presenciar en el estudio la grabación atestiguamos un ejercicio de producción televisiva de alta complejidad y que Teletica Formatos maneja con calculada sincronía, con un oficio que está muy por encima de lo que ofrecen otras televisoras.
Con la guía de Paula Picado, Ricardo Cervantes, Vivian Peraza y Mario Vargas (Gorras), decenas de personas de los ámbitos más variados sacaron adelante un proyecto que nada tiene que envidiarle a las producciones de televisoras internacionales.