“Cuando estrenaron la segunda temporada en VH1 Latinoamérica me indigné. Soy de la vieja escuela y no podía creer que un show sobre drag queens estuviera en televisión”.
De esa forma relata Gabriela Ledezma su “primera cita” con el programa estadounidense RuPaul’s Drag Race. Se topó el espacio en la programación de ese canal de paga por casualidad y luego de verlo por escasos minutos decidió no continuar.
“Un día acepté darle otra oportunidad. Lo vi y me enganchó. Me atrajeron el glamour de los participantes y la estética del show, y comencé a entender que, efectivamente, el drag queen es divertido”, continúa Ledezma.
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Desde entonces, Gabriela es fan del programa: maneja al dedillo a las participantes que han desfilado por él en nueve temporadas –la décima se estrena hoy en Estados Unidos–, sus cualidades artísticas y las ganadoras por edición.
Similar a la vecina de Moravia hay miles de personas en todo el mundo que fueron flechadas por el ingenio, la creatividad, el arte y la libre expresión de un grupo de hombres vestidos de mujer, que decidieron competir por ser la siguiente superestrella drag de EE. UU.
Sin embargo, detrás de los peinados exuberantes, los tacones altos y las toneladas de maquillaje, RuPaul’s Drag Race ha logrado reivindicar a una población que ha vivido bajo la sombra.
“Aunque RuPaul’s Drag Race es puro entretenimiento, si algo hay que alabar de este formato es su innegable labor didáctica para dar visibilidad a un colectivo hasta ahora marginado”, explica Vanity Fair.
La revista destaca que el éxito del programa no es fortuito, pues la producción está liderada por el artista estadounidense RuPaul Andre Charles, Mama Ru, la drag queen más famosa del mundo.
Más que un show
Con Mama Ru al frente, al programa le fue más sencillo irrumpir en la televisión, primero, y de unos años para acá en plataformas streaming. Netflix Latinoamérica, por ejemplo, tiene disponibles las temporadas desde la dos hasta la ocho.
Así, RuPaul’s Drag Race se consolidó como vitrina para exponer las realidades ocultas y denigradas de un sector de la población LGBTI, en un formato que une con ingenio exitosas producciones como Project Runway, America’s Next Top Model y America’s Got Talent.
A través de pruebas semanales de talento, RuPaul’s Drag Race ha presentado al público no solo el arte, sino la difícil vida de más de 100 participantes.
Vanity Fair lo destaca así: “Cuando las drag queens se maquillan, se colocan sus pechos falsos y se calzan esos tacones imposibles, se sienten capaces de librar las batallas a las que probablemente se enfrentan en su día a día con más fuerza”.
La revista destaca el poder que tiene sobre quienes practican el arte del transformismo una pintura de labios y unas pestañas postizas, elementos que permiten a esta población adentrase a un mundo en el que no hay límites ni reproches, encontrarse con sus propios miedos y olvidar los tormentosos pasados de los que fueron víctimas por rechazo.
“Dentro de este microcosmos es posible ser y hacer todo aquello que desee. Por eso el drag es disfrute y activismo hedonista al mismo tiempo”, agrega el artículo, publicado en el 2016.
Fenton Bailey, uno de los productores ejecutivos que dirige el reality show de la cadena Logo TV, también habla de cómo ha empoderado el programa a los artistas del transformismo. Además se refiere al impacto positivo que ha tenido la producción en la sociedad.
“Se cree erróneamente que una peluca y unos tacones no tienen peso o una intención detrás”, afirma Bailey.
RuPaul celebra el trasfondo del programa y aclara que nunca buscó ser líder de ese cambio, sino que desde su éxito lo que trató fue de que los individuos buscaran entre ellos mismos a su propio héroe.
“Nuestra meta es únicamente divertirnos y celebrar lo drag. Lo que pase después de ahí no es asunto mío. La política y la historia son inherentes al contar historias de los artistas drag, generalmente historias de valor y aprendizaje sobre cómo brillar en la oscuridad”, afirma RuPaul, quien ha estado siete veces nominada a los Emmy por el show Drag Race y ganó el premio en el 2016 por ser el mejor presentador de un reality show.
RuPaul considera que el transformismo es político porque “tener una posición sobre la identidad y la manera en que queremos ser vistos es lo más político que podemos hacer”.
Vanity Fair hace eco de esa frase enumerando algunas razones por las cuales RuPaul’s Drag Race ha penetrado más allá de la población LGBTI.
Como primer elemento, la prestigiosa publicación dice que el programa acerca la subcultura drag a los espectadores, llevando así mucho del argot de esa minoría a la masa.
Otros valores del programa, dice Vanity Fair, han sido fomentar la creatividad y la hermandad entre los participantes, reivindicar lo femenino como un valor a tener en cuenta, hacer de la transgresión una bandera, dejar atrás la idea de una masculinidad que no beneficia a nadie y hacer de ese arte una forma de vida.
La última porque todas las estrellas que han brillado en el escenario del programa han logrado consolidar una carrera artística, viviendo entre estudios de televisión, giras internacionales, lanzamientos de discos o enloquecedoras convenciones drag.
Controversia
A pesar de lo exitoso y rentable que ha sido el programa a lo largo de los años, RuPaul’s Drag Race no se ha apartado de la polémica, alimentada incluso por declaraciones que la misma RuPaul hizo rechazando la posibilidad de incluir a personas transgéneros como participantes.
“Puede identificarse como mujer y decir que está en transición, pero las cosas cambian una vez que comienza a cambiar su cuerpo. Es algo diferente, cambia todo el concepto de lo que estamos haciendo”, declaró la estrella estadounidense.
Las palabras hicieron un polvorín en un sector de la comunidad LGBTI provocando que el artista se disculpara y obligando a la producción a hacer un programa aún más inclusivo.
Ahí se explica por qué se eliminó la sección Female or She-male, peyorativa para los hombres transgénero.
“Lo drag siempre ha sido un espacio abierto en el que cualquiera dentro de la comunidad LGBTI puede expresar su creatividad. Así debería permanecer”, criticó Carmen Carrera, modelo y exconcursante del programa quien reveló su identidad transgénero luego de grabar la temporada tres del programa, transmitida en el 2011.
Al año siguiente, el reality show retiró el lenguaje controvertido y comenzó a adoptar concursantes transgénero; de hecho Peppermint, quien participó en la novena temporada emitida en el 2017 en Estados Unidos, fue la primera participante abiertamente transgénero que estuvo en el show.
Superando sus propios escollos, el programa sigue en alza cada emisión. Entertainment Weekly reveló esta semana que el final de All Stars 3 (una versión del programa con exconcursantes de otra temporada) registró los mayores niveles de audiencia que ha tenido el show en su historia en EE. UU.
De esa forma, el emporio de RuPaul solo se consolida con el tiempo y en reconocimiento a eso, la semana pasada la diva del drag obtuvo su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.