Esta nota empieza con un spoiler, pero es necesario: la interpretación de Miley Cyrus de Fifty Ways to Leave Your Lover –canción fundamental del repertorio de Paul Simon– es ralita.
Fuera de ese resbalón, el programa que celebra los 40 años en antena de Saturday Night Live ( SNL ) está a la altura de la feliz ocasión.
El show dura tres horas y media, tiempo que apenas alcanzará para juntar a sus leyendas vivas con los cómicos del presente.
Aquel domingo 15 de febrero que se hizo sábado por la noche (esas son las cosas de la tele), el especial causó el envío de 1,3 millones de mensajes bajo el hashtag #SNL40, de acuerdo con una nota del diario español El País.
De acuerdo con esa nota, el “efecto rebote” fue aún mayor: llegaron a 188 millones de mensajes, a la altura de programas como The Walking Dead o The Bachelor.
Según datos de la empresa Nielsen, divulgados por la agencia AP, 23 millones de personas se sentaron a ver el especial, considerado una “institución estadounidense”.
De este modo, igualó la audiencia de los premios Grammy –al aire la semana previa– y superó, sin apelaciones, al Juego de Estrellas de la NBA, que se jugó ese domingo y “apenas” interesó a 6,1 millones personas.
En América Latina, el especial de SNL se estrenará este jueves 21 (8:30 p. m.) y se repetirá el sábado 23 (9 p. m.), por el canal Sony.
Un segundo spoiler: Paul Simon queda reivindicado al tocar con un tocayo de apellido McC artney. Ambos interpretan Maybe I’m Amazed, una de las primeras baladas de Macca como solista, tras separarse de Los Beatles.
Desde hace cuatro décadas, el sábado por la noche tiene un significado distinto desde el estudio 8 H del Rockefeller Center de la NBC: humor mordaz, con sátiras que ya son parte de la historia de la televisión, ¡ en vivo desde Nueva York!
A pesar de que muchos de sus chistes y parodias están relacionados con la actualidad de los Estados Unidos –lo que puede limitar su comprensión–, el espectáculo es apreciado allende sus fronteras.
Uno de sus marcas de agua es el anfitrión del show. Presentar el programa es una forma de que alguien del medio –o relacionado– mida su éxito (aunque este sea solo de 15 minutos de fama).
Ser el anfitrión es algo bueno; serlo más de una vez, es muy bueno; pero, cinco o más veces es un sello solo para escogidos.
El Five-Timers Club es un exclusivo grupo de figuras que tienen en su currículum esa cantidad de comparecencias como anfitriones.
Tom Hanks, Alec Baldwin (el récord con 16), Steve Martin, Ben Affleck, Danny de Vito, John Goodman, Paul Simon, Bill Murray y Justin Timberlake (pues sí) son algunos de los miembros ese club, que solo cuenta con una mujer: Candice Bergen.
Fue el propio Hanks el responsable de introducir el concepto, en 1990, en su monólogo de presentación de aquel entonces.
Escuela. Solo por los sketches, (unos, desternillantes; no pocos, irreverentes; algunos, incómodos) a SNL le bastaría para ser elogiado y ser tomado en cuenta en cualquier historia de la industria de la televisión.
Sin embargo, cuando se repasa la planilla del show, de todos los que fueron parte del staff regular (no invitados; eso, es otro cantar), hay que pellizcarse al ver la cantidad y calidad.
De Chevy Chase a Tina Fey, el programa es una cantera inagotable de cómicos: todos los grandes pasaron por ese instituto de posgrado del humor del norte.
Bill Murray, Chris Farley, Joan Cusack, Mike Myers, Jimmy Fallon, Will Ferrell, Adam Sandler, Robert Downey jr, Los Muppets, Eddy Murphy, Dan Aykroyd, Chris Rock y un largo etcétera de nombres propios de la escena estadounidense fueron parte como actores de planta (no invitados, insistimos) del programa durante estos 40 años.
Murphy fue todo un descubrimiento por aquel entonces; mas, cuando se fue, tardó tres décadas en regresar al set de SNL.
Eso sí, todos y cada uno de los nombres de la selecta lista están presididos por el mejor, el Rey Samurai: el indiscutible y único John Belushi.
Simplemente, como él no hubo nadie. A pesar de que hace rato se fue hacer su rutina en el otro mundo, la presencia de Belushi se mantiene imbatible.
El rey de la comedia. “Fue la primera rock-star de la comedia. Un toque del alma de John Lennon con las bravuconadas piratas de Keith Richards. Belushi fue la vida de Saturday Night Live”, escribió Rob Sheffield en Rolling Stone, en febrero de este año con motivo del especial de aniversario.
Belushi fue uno de los responsables de bosquejar lo que sería el destino del programa, con los sketches y las imitaciones como plato principal del menú..
Su caracterización de George W. Wallace (un gobernador racista de un estado del sur de Estados Unidos de los años 60 y 70) es de época.
También le debemos los Blues Brothers, junto a Aykroyd, un grupo musical desquiciado, para la pantalla chica.
Belushi se fue demasiado pronto, el 5 de marzo 1982, a los 33 años, en plena cima de la popularidad, después de aspirar, tomar, tragar e inyectarse todo lo que pudiese ser aspirado, tomado, inyectado y tragado en este mundo.
La última noche del Rey Samurai duró dos meses. En sus últimas horas de parranda lo acompañaron Robin Williams (quien, el año pasado, perdió su propia batalla) y Robert de Niro.
“Una carrera hacia la autodestrucción”, es el resumen que hace Bob Woodward –sí, el mismo que desentrañó el escándalo Watergate, junto a Carl Bernstein– en su libro Como una moto. La vida galopante de John Belushi.
Cuarenta años..., y contando “El generalísimo Francisco Franco sigue muerto”. En 1975, esa era la entrada de Chevy Chase para el noticiero Weekend Update, uno de los segmentos distintivos de SNL.
Ese tono sarcástico nunca ha cambiado..., aunque le costó el puesto a uno de sus icónicos presentadores, Norm McDonald: sus puyas contra O. J. Simpson –la exestrella del fútbol americano– le cayeron muy mal a este, quien se quejó con un directivo amigo de la cadena y la cadena le hizo caso al amigo.
Desde aquel 1975, Franco mantiene su condición de difunto y el programa, por su parte, colecciona 40 premios Emmy, producto de 175 postulaciones. Lorne Michaels se mantiene como productor y la fórmula de hace cuatro décadas se mantiene fresca: comedia punzante, música del momento y personalidades en la “cresta de la ola”.
No falta quién diga que al espectáculo –cuyo primer episodio se transmitió el 11 de octubre de 1975– ya se le notan los añitos y que el ingenio ya mermó; sin embargo, continúa como estación obligatoria de políticos.
El show también supo decir algo desde el día más triste que haya vivido jamás la Gran Manzana: el 11 de setiembre del 2001.
“Nueva York puede volver a reír”, fueron las palabras del entonces alcalde Rudy Giuliani en el primer Saturday Night Live tras el atentado terrorista de ese infame día.
“Los bomberos y Paul Simon se reunieron al comienzo del programa más triste en la historia del veterano ícono de la Gran Manzana para recordar a los caídos y hacerles olvidar a los estadounidenses la tragedia durante hora y media”, recuerda una nota del diario El País.
El humor es un bálsamo contra la adversidad y el programa supo entender lo que a su ciudad le pasó.
Son 40 años de estar al aire. Se dice fácil, pero con solo saber que ni había Internet, se puede entender el dramático cambio del siglo XX al XXI.
Francisco Franco sigue muerto y aún se escucha desde el estudio 8 H: “Live, from New York... It’s Saturday Night (En vivo, desde Nueva York... Es Sábado por la noche )”.