Hace un par de semanas atrás me encontré con la niña Asunta. Una hermosa chiquilla, con apenas 12 años y de origen chino, quien parecía tener un gran futuro por delante, cuando fue adoptada por una exitosa pareja española: Rosario Porto, una reconocida abogada y Alfonso Basterra, un periodista de prensa escrita y radio. Para muchos, el matrimonio perfecto.
¿Asunta? “Qué nombre tan extraño le pusieron a la niña”, fue lo que pensé cuando la plataforma de streaming me propuso ver Lo que la verdad esconde: Caso Asunta, en el apartado de Docuseries.
Sí, Netflix atina muy bien con sus recomendaciones (al menos en mi caso) y, prácticamente, decide lo que veo. Pero bueno, eso es tema de otra columna. Por ahora Asunta apareció, así no más, y decidí darle clic. Así la conocí.
Pero, ¿qué tiene de especial Asunta? Era una niña muy inteligente, con grandes destrezas para el ballet y una gran habilidad para tocar el piano. ¡Era una niña prodigio! Y sí, era, en pasado, porque la mataron a sangre fría. Su cuerpo fue encontrado el 22 de setiembre del 2013 en las afueras de Santiago de Compostela, en España. Todo el caso de Asunta y los misterios alrededor de su muerte comienzan ese día.
El arte de titular. #periodismo #asunta #verparacreer pic.twitter.com/TVw8Hlmva0
— David Olabarri (@dolabarri) October 2, 2013
Lamentablemente, eso es lo que tiene de especial Asunta: la manera en que fue asesinada, los presuntos culpables de su muerte y el circo mediático que se creó cuando los medios, principalmente españoles, empezaron a escarbar en la vida de Asunta y de sus padres.
Gran trabajo
Esta producción, que actualmente está disponible en Netflix, fue producida por Bambú Producciones para Antena 3. Después del exitazo de Making a Murderer –que por cierto está pronto a estrenar una nueva temporada– documentales tipo true crime gozan de buena salud entre los espectadores y El caso de Asunta es otro buen ejemplo.
La serie consta de solo tres capítulos, muy bien estructurados, narrados y producidos, que enmarcan los antecedentes del crimen y desarrolla con delicadeza y gran detalle todo el proceso judicial.
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El cuarto capítulo es, por así decirlo, una especie de epilogo, en el que una profesora de Derecho y sus estudiantes tendrán que decidir sobre la culpabilidad o no de quienes fueron acusados de asesinar a la pequeña.
Pero Lo que la verdad esconde: Caso Asunta no se queda en el planteamiento de los hechos: por medio de nuevas entrevistas con testigos y expertos, el equipo de producción logró recopilar nuevas pruebas que ponen en entredicho lo que se suponía estaba comprobado alrededor de este atroz crimen.
En cada capítulo lo que creíamos una verdad irrefutable, se va diluyendo en un mar de dudas que nos hace reflexionar sobre los acontecimientos y los responsables de la muerte de Asunta.
[Caso Asunta] Rosario Porto:"En mi vida he dado un orfidal a la niña"http://t.co/3dTFFXbb4M pic.twitter.com/8rVppgGS6O
— RTVE (@rtve) October 1, 2015
Precisamente, estos son aspectos destacables de este documental. Su productor, Ramón Campos utiliza recursos que hacen aún más atractiva esta serie que, definitivamente, dejarán un precedente en este tipo de creaciones televisivas.
Narrativa: Desde el minuto uno la serie atrapa con su narrativa fluida y emocionante. Está muy bien escrita para que el espectador, sin importar si conocía o no el caso de Asunta, entienda los extraordinarios hechos que rodearon este crimen.
Gráfica: Para entender todo el proceso judicial, la producción utilizó animaciones y gráficos sencillos, pero determinantes, para entender todo el proceso judicial, las razones que llevaron a señalar a los responsables del crimen y recrear los últimos minutos de la vida de Asunta.
Investigación y entrevistas: Durante los 14 meses que duró el rodaje, el equipo de investigación no solo se limitó a desarrollar los hechos comprobados (que ya de por sí son inauditos), sino que logra contactar a todas las partes, las vuelve a entrevistar y recaba nuevas pruebas para dejar al descubierto otras teorías sobre el caso.
“¿Asunta?”, me pregunto de nuevo. Después de ver toda la docuserie el nombre ya no me suena tan extraño. Mi asombro deja de lado algo tan trivial como lo es un simple nombre, y se encausa en esa terrible sensación de saber que la maldad de un ser humano puede llegar a acabar con la vida de una niña que tenía todo para ser feliz.