Cuando tenía 25 años decidió renunciar a un puesto como supervisora de calidad en una empresa multinacional, con un salario competitivo y con todas las comodidades. Fue una decisión complicada, sin embargo, el estrés la estaba consumiendo y creía que ya era el momento para hacer lo que realmente le gustaba.
Han pasado más de seis años desde que Sofía Chaverri tomó esa decisión y no se arrepiente, pues en las tablas se encuentra su más grande pasión, esa que la atrapó desde que era una niña que acudía junto a sus hermanos y su mamá al teatro.
Hoy, a sus 31 años, la herediana que saltó a la fama al interpretar a Rosalinda en la obra de teatro Los enredos de Juan Vainas, ha visto cómo su sueño de ser actriz ha traspasado fronteras y ahora, más que nunca, tiene claro lo que quiere para su vida.
Chaverri conversó con Viva sobre sus proyectos, lo que ha representado Rosalinda en su carrera y lo significativo que fue para ella, a nivel personal y profesional, ganarse el trofeo de Dancing with the Stars.
—¿Cómo cambió DWTS su carrera?
—La cambió en el sentido de que ya conocen a la actriz, porque antes yo era Rosalinda para la gente. Cuando entré a Dancing yo me mostré tal cual soy y poco a poco la gente fue conociendo a Sofía, la actriz detrás de ese personaje.
"Ahora tal vez me topo a alguien en la calle y ya no me dicen Rosalinda, me dicen Sofi. No Sofía, Sofi.
"Creo que la gente ha sentido una confianza muy bonita y me hace gracia que me digan Sofi y me gusta también, porque siento que mostrarme tal cual soy, ha permitido que la gente sienta esa confianza conmigo”.
—¿Qué la motivó a entrar al concurso?
—En realidad yo iba a decir que no, incluso lo hablé con Mauricio (Astorga), Ricardo (Jiménez) y Magdiel (Ramírez) cuando me estaban considerando para ser una de las estrellas. Es que yo no sabía si era lo que yo realmente quería, porque si bien es cierto me iba a ayudar a darme a conocer como actriz, yo decía ‘yo no quiero estar tan expuesta’ y creo que en el fondo por eso decidí darle mi vida al teatro y no tanto pensar en que quería ser famosa.
“Lo hablé con la almohada, lo puse en oración y al día siguiente dije que sí, porque hay oportunidades que se presentan solo una vez y yo dije ‘si todo se me está dando, voy a aprovecharlo’”.
—¿Hay una Sofía Chaverri después de Dancing?
—Por supuesto que sí, yo creo que todos tenemos inseguridades y miedos y antes de Dancing yo había estado pasando una época muy difícil a nivel personal y el programa me devolvió una confianza en mí misma que había perdido, porque a pesar de que siempre trato de creer en mí el inicio del 2019 fue muy difícil, pero todo llega por algo.
“A Dancing yo ni siquiera le llamaría oportunidad, yo creo que fue una luz en el camino para reencontrarme conmigo misma, para darme cuenta de que podía hacer un montón de cosas que ni yo sabía que hacía y que en el fondo había soñado. Y fue retomar a la Sofía de hace un tiempo, que al fin y al cabo se atreve siempre a soñar y que lucha incansablemente por eso que desea; me devolvió una luz en mi vida".
—¿Por qué considera que tiene tanta empatía con la gente?
—Yo creo que en ningún momento he puesto ninguna barrera con el público, lo que la gente ve es lo que soy, no es como un personaje que estoy creando para que la gente piense que soy alguien que no soy y yo creo que eso se nota. Uno sabe cuando alguien no está siendo completamente auténtico o real.
—¿Considera que logró mostrar a la persona detrás de Rosalinda?
—Sí y creo que era una de las cosas que me daba miedo antes de aceptar el reto, porque para la gente yo era Rosalinda.
“Muchas veces me cuestioné qué hubiese pasado si a la gente no le gustaba Sofía, si se llevarían una gran decepción de saber que yo soy Sofía; pero después de pensarlo concluí que al fin y al cabo yo soy actriz y siempre me he mostrado al público con un personaje, y yo decía ‘esta vez no van a ver un personaje y no voy a pretender ser alguien que no soy, van a verme tal cual soy’ y creo que, en su mayoría, la gente recibió muy bien quien soy yo”.
—¿En algún momento quiso desenmarcarse de Rosalinda para ser solo Sofía?
—No, creo que si yo hubiera querido desligarme de Roalinda, yo hubiera dicho no, no metan a Rosalinda en esto. Para la gente ahora soy la actriz que hace a Rosalinda y las ven como dos personas separadas, pero en ningún momento quise desligarme de ella intencionalmente porque al fin y al cabo por ella estaba en el programa.
“Ya son siete años de estar trabajando con el personaje y ya es parte de mí”.
—¿Qué ha significado Rosalinda para su carrera como actriz?
—Desde que nació el universo de Juan Vainas y Chibolo en el teatro, nació ese personaje y a la gente le encantó y yo siempre había querido hacer algo muy tico, que rescatara ese orgullo del costarricense y cuando Mauricio (Astorga) me lo propuso, a mí me encantó y fue un éxito rotundo en el teatro.
“Rosalinda me ha cambiado la vida, porque si no hubiera sido por ella quizá me hubiera tomado muchísimos más años llegar a que la gente me conociera como actriz. Creo que todo llega en su momento y que todo tenía que ser así. Rosalinda me ha enseñado a estar más aterrizada siempre y creo que gracias a ella he aprendido que todo en la vida cuesta”.
—¿Es demandante?
—Sí, he tenido que sacrificar mucho tiempo con mi familia, pero ha sido increíble y ellos se sienten muy orgullosos de mi trabajo como actriz y yo siempre estoy muy agradecida, porque sin ellos yo no hubiera logrado todo esto.
"Yo fui la que escogió el trabajo menos convencional de mis hermanos, la que ganaba súper bien en una empresa como supervisora de calidad y renunció para perseguir su sueño. Era una decisión que nadie entendía pero era algo que tenía que hacer, necesitaba dedicarle mi vida al teatro y un día dije ‘ya no puedo estar más aquí’ y me fui.
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"Los primeros meses fueron muy complicados porque yo ya me había independizado y el salario no se comparaba con el que tenía en la empresa y eso me obligó a diversificarme. O sea, mi renuncia marcó un antes y un después: cuando pasó eso yo empecé a dar clases, a dirigir obras de teatro y a producir, porque la necesidad tiene cara de ponerle.
“De hecho, creo firmemente que esto más que un oficio, es una vocación”.
—¿Usted estudió teatro?
—No, yo solo he llevado talleres, no tengo formación académica. Todo ha sido empírico, con talleres aquí y fuera del país; además creo que soy autodidacta: me gusta estudiar y leer libros, soy muy preguntona, aprovecho cuando conozco directores o actores de amplia trayectoria y por supuesto que me apoyo mucho de los jefes y compañeros de El Triciclo.
“Poco a poco se ha ido dando todo y ahora mi vida gira en torno a esto”.
—Cómo fue que nació esta pasión por el teatro?
—Yo creo que el teatro me escogió desde siempre, porque cuando yo tenía cuatro años mi mamá me llevó al Teatro Popular Melico Salazar a ver El Principito y le juro que yo todavía me acuerdo de la obra y de cómo era el actor.
"Toda la vida yo me imaginaba estando en un escenario. Sin embargo, creo que mi objetivo nunca fue ser famosa, creo que mis sueños siempre fueron muy aterrizados –y con eso no quiero decir que es más facil llegar al teatro, porque es difícil– pero yo siempre soñaba con estar en un escenario entreteniendo a la gente.
“Y yo creo que yo voy a dejar de hacer teatro el día que mi salud me lo impida completamente, porque yo espero morir haciendo teatro”.
—¿Cómo ha sido la experiencia dirigiendo?
—Es mucha responsabilidad porque cuando uno dirige tiene que ver todo, cada detalle. Ya no es solo aprenderme el personaje, la obra, crear el personaje; es cómo quiero que sea cada personaje, temas de producción como vestuario y maquillaje.
"Es un reto enorme porque apenas estoy empezando en dirección pero me gusta trabajar con el actor y ayudarle a hacer el personaje de la mejor manera y aprender de ellos. Es un trabajo que disfruto mucho y que me ha enseñado a ser más ordenada y a poner los pies en la tierra.
“Ahorita dirijo teatro infantil, pero eventualmente me gustaría dirigir una obra enfocada a un público adulto, quizá una obra en horario estelar es una meta a corto o mediano plazo”.
—¿Cómo nace la academia Estudio de Teatro Girasol?
—Yo siempre quise tener una academia pero en mis planes estaba ponerla por ahí de los 40, cuando ya tuviera un nombre hecho, con más trayectoria, más experiencia. Pero vea, la academia ya tiene un año y dos meses y ahora estoy en proceso de cambiarle el nombre.
Ha sido un camino difícil, pero muy lindo, me encanta porque para muchos de los chicos se ha convertido en un lugar seguro, que les permite ser ellos, ser libres, donde no tienen que usar una máscara y se les quiere tal cual son, muchos me han dicho que quieren estudiar teatro y eso es lo más gratificante, ver cómo se enamoran del arte, que trae calidad de vida.
—¿Tiene mucha afinidad con los niños?
—Me encantan. A mí me encanta darle clases a personas de todas las edades, pero con los niños pasa una cosa y es que yo creo que yo soy una niña y sigo conservando mucho la esencia de quien yo era cuando era niña y me doy cuenta cuando estoy con ellos, porque yo en el interior me he negado a que mi niña muera y a veces los golpes de la vida lo hace endurecerse a uno y yo lucho mucho contra eso.
"De hecho, creo que una de las cosas por las que soy actriz es porque soy muy sensible, y a veces no quiero eso porque mis sentimientos están muy a flor de piel. Además, los niños no tienen filtros y se muestran como son, si algo no les gusta lo dicen, o sea, todo lo dicen y yo soy muy así y creo que por eso hago click con ellos. He aprendido muchísimo de la manera de ver la vida”.
—¿Hubo un momento en su carrera que estuvo haciendo teatro fuera de Costa Rica?
— Sí, en Estados Unidos estuve actuando, llevé cursos allá y estuve en un coach actoral en Nueva York y fue una de esas experiencias mías: estaban buscando una actriz tica para un elenco, que fuera bilingüe y con visa al día. Yo cumplía con los requisitos y mandé todo sin ninguna expectativa y me llamaron.
"Fue en el 2016 y actué en Off- Broadway y fue increíble la experiencia, me ayudó mucho a confiar en mí porque fue la primera vez que actué fuera de Costa Rica y pude darme cuenta de que podía trabajar fuera de nuestras fronteras.
“Me pasó que estando allá la NBC pidió hacer una entrevista y me escogieron a mí, a la tica que nadie conocía y fue una experiencia muy enriquecedora que me hizo crecer mucho”.
— ¿Se volvería a ir otra vez?
—Yo creo que uno tiene que saber escoger sus batallas, entonces no me iría por irme, es decir, tiene que ser un proyecto que de verdad me guste. En ese momento se dio la oportunidad y tocaba el tema de la fundación de Alcohólicos Anónimos, entonces era una obra con un tema muy sensible . Pero si se presentara la oportunidad y es un proyecto del que yo me enamore claro que sí, yo me iría.
—Se puede vivir siendo actriz en Costa Rica?
—Sí, yo diría que no solo siendo actriz, porque una persona de teatro puede vivir del teatro teniendo claro que uno puede hacer sus propios proyectos. Es decir, si yo me hubiese quedado esperando a que me llamaran a cosas, posiblemente hubiese tenido que buscar otras opciones, aunque sea un medio tiempo; pero creo que el actor sí puede dedicarse a su arte y vivir bien.
"Ahora, si el objetivo es hacerte millonario, hay que replantear cosas. Yo no he visto a ningún actor morirse de hambre, son personas que viven como cualquier otra profesión, y lo digo porque creo que hay un estigma de que somos muertos de hambre y que es un puro vacilón y que nuestro trabajo no es serio, en parte porque la gente no ve todo lo que hay detrás de una producción.
“Yo me siento muy orgullosa de haber seguido mi corazón, porque si no hubiese sido así posiblemente seguiría ahí. Hubiese estado muy cómoda pero infeliz, no me hubiera sentido totalmente satisfecha”.
—¿Existe algún personaje que le falta por interpretar?
—Yo sueño con hacer a Marta en la obra ¿Quién le teme a Virgina Woolf?, pero sería como dentro de 20 años. Y me gustaría estar en alguna obra de Shakespeare, Chejov o Moliere porque me encantaría hacer teatro clásico.
—¿Qué proyectos tiene ahora?
— Quiero darle trabajo a mucha gente. También quiero hacer algún proyecto social que tenga que ver con el teatro, es decir, acercar el teatro a comunidades que no tienen acceso a esto.
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"Y ni siquiera lo veo como un tema para lucrar, es más algo que yo necesito hacer entonces pienso en cómo puedo colaborar para que más gente haga arte, que los saque de situaciones y entornos complicados.
“Yo creo que a veces uno es muy egoísta y creo que el arte hay que repartirlo como si uno estuviese repartiendo amor porque el arte hace que el mundo sea más lindo y que uno encuentre una razón de ser. Uno debe hacer las cosas pensando en cómo mejorar el mundo que tenemos”.