
El mundo tras de las barras de la Penitenciaria Estatal de Litchfield es un microcosmos a la imagen y semejanza de lo ‘real’. Hay mujeres crueles y sanguinarias; hay mujeres dulces y vulnerables. Hay mujeres crueles que son vulnerables y hay mujeres dulces que son sanguinarias.
Para las actrices de la serie de Netflix Orange is the New Black –conocida entre fans como OITNB – esa autenticidad es indispensable tanto para conectar con sus propios personajes como para que el público se identifique con la vida de las reclusas.
“La vida no es bonita, es complicada”, aseguró Selenis Leyva, actriz que interpreta a la latina Gloria Mendoza, durante una ronda de entrevistas que organizó la distribuidora Netflix durante marzo en Argentina.
Tanto Leyva como Jackie Cruz (Marisol ‘Flaca’ Gonzales), Dascha Polanco (Dayanara Díaz) y Elizabeth Rodríguez (Aleida Díaz) concluyen en que más allá de contar la historia de una prisión, OITNB tiene tiene el valor exclusivo de hablar abiertamente sobre las mujeres y sus diferencias.
“La serie se basa en las relaciones no en el comportamiento en la prisión”, dijo Polanco. “Las emociones son las mismas que uno vive dentro o fuera de la cárcel: la relación que tiene una madre y una hija, (el punto de vista de) la sociedad con respecto a los estadounidenses y los latinos. Se enfoca en las historias de las personas”.
En la cuarta temporada de la serie –la cual será estrenada el viernes 17 de junio– la esencia cada personaje continúan revelándose por medio de vistazos al pasado de sus personajes y, además, la inclusión de nuevas voces a la dinámica de Litchenfield.

Tras la primera temporada, Piper Chapman (Taylor Schilling) dejó de ser la novata fuera del agua para transformarse en otro engranaje de la prisión. A pesar de que la traición que le infligió su amante en la temporada pasada ha endurecido su carácter, Chapman es tan solo una más del grupo de mujeres que cumple con sus condenas.
“Jenji Kohan (creadora y productora de la serie) lo llama un “caballo de Troya”. Usó a Piper porque era una mujer que no debía estar ahí adentro: rubia, bella, joven y flaca. Así de genia es que con esa historia es como se abre este mundo”, explicó Rodríguez.
El punto de vista de Chapman continúa siendo necesario pero no indispensable. Los conflictos que mueven la trama continúan originándose en la destrucción de prejuicios que van muy a tono con los debates públicos que enfrenta la sociedad estadounidense: ¿qué convierte a alguien en un criminal? ¿Qué rasgos y gestos constituyen a un latino? ¿Qué hace o deja de hacer una persona para identificarse como una mujer?
Las cuatro latinas se enorgullecen de cómo la serie ha sabido estirar a su gusto los conceptos tradicionales de género e identidad racial.
“Estas mujeres son inteligentes, cómicas, son madres, son hermanas. Son luchadoras y sobrevivientes. Ya era tiempo que eso se hiciera. Allá en Hollywood un latino puede salir una vez en un programa y a eso le llaman diversidad: buscan una latina que dice tres palabritas y se va. Aquí, las latinas somos parte del éxito”, defiende Leyva.
La sensación de solidaridad que emerge de la pantalla, explican, no es solo una representación fantasiosa. Durante los tres años de trabajo conjunto el equipo ha logrado compenetrar y alcanzar una colaboración estrecha con la creadora, los guionistas y el resto del equipo de producción.
Las actrices cuentan que es inusual sentirse tan apreciadas en un ambiente como Hollywood, sobre todo en un show cuya narración requiere una extenuante administración de sus emociones, en lugar de una caracterización a partir de estereotipos (del acento o del look latino).
“No nos contrataron porque nos vemos latinas, nos contrataron por el talento que trajimos al show . Comenzamos con una o dos líneas y conforme pasaron las temporadas se enamoraron de Gloria, de la Flaca, de Maritza. Había que hablar de ellas”, puntualizó Cruz sobre la inclusión de las voces latinas en la narración.
Esta temporada, las mujeres de Litchfield tendrán que enfrentarse a las diversas consecuencias de un problema de hacinamiento en la cárcel.
Las reclusas de mínima seguridad tendrán que compartir su espacio con nuevas prisioneras. Es así como dentro de este grupo se encuentra Judy King, una personalidad de la televisión basada en la historia de Martha Stewart, quien descontó una sentencia de cinco meses de cárcel en el 2004.
La crisis despertará una discusión –y peleas– en torno al privilegio que reciben algunas de las reclusas (como lo hace Chapman desde que se considera una de las líderes tácitas de la prisión).
Por su parte, a las mujeres latinas les tocará confrontarse con ellas mismas: al confirmar que son la nueva mayoría de la población carcelaria tendrán que limar las asperezas entre las distintas nacionalidades que habitan la penitenciaria.

“Nuestro show es muy auténtico y queremos que los latinos estén orgullosos. Cuando nuestros fans nos dicen que están orgullosos se siente rico”, afirmó Cruz durante la entrevista. “Nos sorprende en cada momento. Siempre estoy nerviosa por lo que va a pasar porque también soy fan. La tercera temporada la vi durante trece horas seguidas el mismo día que salió. Me pone ansiosa ver nuestro trabajo y, según lo que leímos en el guion, es súper intensa esta cuarta temporada”.
Feminismo. Las actrices aseguraron que encarnar a mujeres en condiciones sociales y económicas tan distintas las ha hecho más sensibles a comprender la diversidad humana.
Leyva recordó que durante su universidad formó parte de un programa que daba talleres de teatro a los privados de libertad. De esta experiencia previa tomó herramientas para representar a su personaje.
“Hasta el día de hoy recuerdo los sonidos de la prisión y el olor. Es algo tan distintivo: hay un sentimiento de sofocación y una sensación de estar atrapados que cuando entro al set y me pongo las botas me siento atrapada. Eso es lo que he llevado a la interpretación de este rol y me ha ayudado un montón”, detalló. “Estas mujeres tienen sus historias, vienen de círculos de pobre y muchas otras cosas. Lo veo todo completamente diferente”.
La crítica y los fans han descrito a OITNB como uno de los seriados más feministas de la actualidad. Los elogios no solo provienen de la variedad de perspectivas de mujeres con los que cuenta la narración sino también con la sensibilidad que se cuentan.
“Yo creo que las historias son humanas y por eso que no solamente tenemos mujeres fanáticas”, dijo Rodríguez al respecto. “Yo creo que es una reflexión del mundo: de la gente del mundo y de la corrupción en las prisiones”.
Las actrices admiten que la recepción del programa las tomó por sorpresa. Muchas recibieron el trabajo sin la certeza de que tendría éxito e, inclusive, sin un verdadero conocimiento de la clase de personaje que tenían que interpretar (Rodríguez recordó cómo la actriz Constance Schulman, quien interpreta a “Yoga” Jones, creía que su personaje llegaba a la prisión solamente para dar clases de yoga).
“Se nota que ha sido mágico en el mundo: cómo te recibe la gente, los comentarios que ponen en redes sociales... En la primera temporada había mucha pregunta de cómo iba lograrlo este programa, si iba a atraer mucha gente, cuál tipo de gente. Cuando explotó ninguno se lo pudo explicar”, relató Polanco sobre la experiencia con los fanáticos.
“Yo estaba sentada con mi agencia (de representación) nueva y estábamos hablando de de Orange ... y me dijeron que era una cosa fantástica, grandísima, un fenómeno. Yo los miré como si me estuvieran hablando chino. Eso fue después de la tercera temporada, así que así de desconectada estoy”, dijo Rodríguez por su parte.

Aún cuando la serie les ha dado una plataforma consistente para dar voz a minorías descuidadas por la televisión y el cine –las mujeres, los latinos, los negros y las personas sexualmente diversas– las actrices todavía confirman los graves problemas que enfrentan dentro de Holywood a la hora de construir personajes latinos diversos y profundos.
“Yo crecí en una época en la que nadie se veía como yo en la televisión. Siempre se sintió imposible llegar a ser actriz. Pero como tenía el sueño, a los 15 años, mi mamá fue conmigo a Hollywood. Allí me dijeron que no parecía ni latina ni blanca” contó Cruz sobre su experiencia tras salir de República Dominicana durante su infancia.
“Todavía es difícil ir a castings “, corroboró Polanco sobre la discriminación. “El casting está diseñado para alguien “latino”, no para un papel, no para una historia. Para mí esto ( Orange ...) fue una cosa primera, desde que comencé a trabajar”.
No obstante, todas las actrices coinciden en que es “liberador” haber encontrado una producción que trabaje afanosamente por comprender a sus personajes y a desarrollarlos sin miedo a presentarlos de una mala forma.
“Jenji no tienen ningún problema para enseñarte lo más feo y lo más bello de la humanidad en una prisión. Me fascina que a Gloria a veces la quieres matar pero después la entiendes. Pennsatucky es una racista loca al comienzo y, luego, la entiendes”, destacó Leyva sobre la manera en que crecen y cambian los personajes.
“Jenji hace que los defectos de la gente se vean hermosos. Por eso conectas con esas historias. Tenemos que entrar al set sin maquillaje, súper crudo. No nos preocupamos por eso. Cuando nos ponemos esos zapatos nos convertimos en ese personaje. Es muy liberador solamente trabajar usando tu talento, decir lo que viniste a decir”, concluyó Cruz.
Véalo. Viernes 17 de junio. Netflix: www.netflix.com