La frase “basada en hechos reales” al inicio de una película de terror, es un factor que suma a la susceptibilidad y el miedo que un filme de esta índole puede provocar. Con más razón si se trata de una historia tan extraña como la que inspira The Deliverance, cinta que actualmente es la más vista por los usuarios costarricenses de Netflix.
El filme sigue la vida de una madre soltera y sus hijos en Indiana, Estados Unidos. Esta familia se muda a una nueva casa, en la cual suceden eventos que los hacen creer que su hogar está poseído por demonios. En consecuencia, sus habitantes deciden recurrir a un exorcismo.
Esta historia está inspirada en Latoya Ammons, una mujer estadounidense que vivió una serie de sucesos que aún no tienen una explicación clara. Los hechos que se exponen habrían sucedido hace más de una década y en el caso intervinieron autoridades estatales de Estados Unidos y miembros de la Iglesia Católica de ese país.
De acuerdo con un extenso reportaje, publicado en 2013 por el medio The Indianapolis Star, que tuvo acceso a un expediente de más de 800 páginas, los misteriosos sucesos tuvieron lugar entre finales de 2011 y 2012.
Ammons y su madre, Rosa Campbell, reportaron haber visto situaciones extrañas en su casa. Lo que hizo que ambas mujeres entraran en pánico fue cuando, según relataron, vieron levitar a la hija de doce años de Ammons. A partir de esto buscaron ayuda en una iglesia cerca de su comunidad, de la cual dos representantes les habrían afirmado que en su hogar existían espíritus del más allá.
Según la familia, que no podía mudarse de aquella casa por sus escasos recursos económicos, todos los miembros, a excepción de la abuela fueron poseídos por entidades demoníacas. Durante estos episodios, aseguran que sus ojos se desorbitaban, les aparecían en sus caras “sonrisas malvadas” y sus voces se hacían graves.
Campbell, quien aseveró no haber sufrido las maldiciones por estar protegida desde su nacimiento, dice haber visto como su nieto de 7 años salió volando del baño como si alguien lo lanzara. En total desesperación, la familia acudió a su médico, quien realizó una visita al hogar que desencadenó la intervención de una serie de instituciones estatales
“En veinte años nunca he escuchado algo así en mi vida. Yo mismo estaba asustado cuando entré en la sala”, dijo el doctor Geoffrey Onyeukwu a The Indianapolis Star.
La señora Campbell narra que sus nietos maldijeron con voces extrañas al médico y que uno de ellos fue levantado y lanzado contra la pared sin que nadie lo tocara. Todo esto coincide con el reporte del Departamento de Servicios para Niños (DSN), organismo que llevó una investigación por aparente maltrato infantil en la familia Ammons.
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A la escena llegaron varios policías y ambulancias, tras la llamada de uno de los compañeros de equipo que acompañó a Onyeukwu. Nadie comprendía lo que estaba sucediendo y trasladaron a la familia a un hospital, donde tras ser valorados se declaró que no tenía signos de agresión y gozaban de buena salud mental.
Valerie Washington, administradora del DSN asignada para la investigación inicial, entrevistó a los Ammons aquella noche en el hospital. La funcionaria consignó en su reporte varias agresiones del niño menor hacia su hermano. El infante, de 7 años, gruñía, ponía sus ojos en blanco y lanzó frases a su familiar como: “Te mataré”.
Tanto Washington como Willie Lee Walker, una enfermera del centro médico, aseguraron de manera oficial que luego de que la abuela agarrara la mano de su nieto menor y empezara a rezar, este se deslizó hacia atrás subiendo por la pared y llegando al techo, del que aterrizó en los pies de Campbell.
Al día siguiente, la familia le cantó cumpleaños con un pequeño queque al menor de los niños, quien cumplía 8 años de edad. No obstante, Washington impidió que los infantes volvieran a casa y activando un protocolo de emergencia le quitó momentáneamente la custodia a Ammons. “Todos los niños están experimentando sufrimiento espiritual y emocional”, redactó en su reporte.
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Ese día, un capellán del hospital se puso en contacto con el sacerdote Michael Maginot, pidiéndole que le realizara un exorcismo al niño de 9 años. El cura visitó la casa dos días después y aseguró que aquella familia estaba siendo atormentada por demonios. Esparció agua bendita en el lugar, rezó, leyó la biblia y se fue.
Días después, la funcionaria del Departamento de Servicios para Niños visitó la casa como parte de su indagación, junto a tres oficiales de policía. El reporte de la policía indica que durante esa visita, las grabadoras dejaron de operar, en las fotografías aparecen siluetas extrañas y que un radio dejó de funcionar.
Los niños continuaron en custodia del ente público, debido a una orden de una corte que halló negligencia de la madre por no tener a sus hijos en el sistema educativo. La niña de 12 años y el niño de 9 fueron trasladados temporalmente a una especie de orfanato, mientras que se llevaron al menor para que recibiera una evaluación psiquiátrica.
“Este parece ser un caso desafortunado y triste de un niño que ha sido inducido a un sistema delirante perpetuado por su madre y potencialmente reforzado”, escribió la psiquiatra, quien determinó que el niño solía actuar como poseído cuando se le desafiaba o se le solicitaba algo que no quería cumplir.
A una conclusión similar llegó el especialista que examinó a los otros dos infantes y que redactó en su informe: “También parece ser necesario evaluar hasta qué punto la hija de Ammons pudo haber sido influenciada por las preocupaciones de su madre de que la familia estaba expuesta a experiencias paranormales”.
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Semanas después, un grupo integrado por el sacerdote Maginot, oficiales de policía y Samantha Ilic, investigadora del DSN que fue asignada para darle continuidad al caso, volvieron a la “casa endemoniada”.
Encontraron que de las paredes brotaba aceite, el cual limpiaron y esperaron un tiempo para asegurarse de que ninguna persona lo colocó ahí, pero volvieron y el líquido reapareció. Ilic experimentó un ataque de pánico y tuvo que salir.
Días después, Maginot realizó un exorcismo menor a Latoya Ammons, del cual fueron testigos los policías y la investigadora. A pedido del sacerdote, la mujer nombró una lista de demonios que, según ella, era quienes la estaban atormentado. Tras ese rito, el religioso solicitó permiso a su superior para realizar un exorcismo completo.
El cura realizó tres exorcismos a Ammons; dos en inglés y uno en latín, los cuales fueron presenciados por oficiales de policía. Durante el ritual, la mujer convulsionó y emitió sonidos con una voz cada vez más grave.
Entre el segundo y el tercer rito, Maginot se ausentó por un retiro y le dejó un “plan b” por si Latoya tenía problemas: un sobre con el nombre de un demonio, rociado con agua bendita, que la mujer debía quemar si estaba siendo muy atormentada.
En efecto, a los días, Ammons llamó al cura y le dijo que quemaría aquel sobre y con esto habrían acabado sus pesadillas. Durante el último exorcismo, la mujer convulsionó al “reprender a los demonios”. Después de esto, la mujer volvió a tener paz en su vida, se mudó de casa y recuperó la custodia de sus hijos.
“No hay presencias demoníacas ni espíritus en la casa. La familia ya no está fijada únicamente en la religión para explicar o lidiar con los problemas de comportamiento de los niños”, escribió la administradora del caso en la solicitud de desestimación, para regresar la tutela a Ammons.
La casa se convirtió en un lugar recurrente de curiosos, al punto que el dueño pidió a la policía que interviniera, pues estaban asustando al nuevo inquilino.