Miles de tuits, posteos, reels y TikToks demostraron que el domingo 15 de enero no era una fecha menor para la cultura popular.
The Last of Us, el emblemático videojuego de PlayStation desarrollado por la empresa Naughty Dog, finalmente reveló su adaptación a la tevé, una que se esperaba con muchas ansias y que, a juzgar por críticas en portales especializados y tendencias en redes sociales, ha dejado un agradable sabor de boca.
Ante la efervescencia que ha causado el lanzamiento de la serie, La Nación le dará seguimiento a cada uno de los nueve capítulos que compondrán esta primera temporada, con la finalidad de abrir conversación sobre uno de los títulos más relevantes de la pantalla chica en el 2023.
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Un inicio utilitario
Para quien escribe estas líneas, encarar la serie de HBO es todo un reto. Desde que conocí y jugué The Last of Us, rápidamente se convirtió en mi videojuego preferido de todos los tiempos (no digo que sea el mejor rotundamente; simplemente mi preferido).
Si aún no han visto ni la serie ni el juego, The Last of Us cuenta la historia de Ellie, una muchacha inmune a un virus que ha acabado con casi toda la humanidad. Joel, un contrabandista, debe llevarla a un sitio seguro para tratar de buscar una cura a la pandemia.
Enfrentarse a la serie me genera la angustia de sonar como esos fans conservadores que, por decir un ejemplo, se rehúsan a aceptar los logros de los filmes de Harry Potter o El Señor de los Anillos, ya que conocían el material base desde antes y sus expectativas estaban fijadas desde esa experiencia previa.
Por suerte, tras acabar el primer capítulo este 15 de enero, la sensación no fue tan complicada de describir. Creo que este comienzo de The Last of Us es digno: la historia se cuenta con la gramática televisiva sin sacrificar el núcleo de la historia apocalíptica que hay de fondo.
Inclusive, se atrevió a repetir algunas secuencias al pie de la letra como ocurre en el juego como, por ejemplo, el escape de Joel, Tommy y Sarah que se mira como un plano secuencia desde adentro del carro. Los fotogramas son idénticos al juego, pero aún así logran emocionar en esta versión de carne y hueso.
Por supuesto, cabe aclarar que, al menos en este comienzo, HBO ha dejado la historia en sus huesos.
Las libertades que han aparecido en la serie han sido, mayormente, enfocadas en resumir el encuentro entre los protagonistas Joel y Ellie (en el videojuego se dura poco más de una hora para que ambos se crucen, por ejemplo). Eso no está mal; es mera utilidad y economía para que la historia funcione en la televisión.
Más bien, a criterio personal, ojalá la serie continúe tomando esas decisiones y no siga un camino idéntico al del videojuego.
Ahora se vendrá el momento decisivo para ver qué hace HBO con The Last of Us: si tratará de seguir la historia con ligeros cambios en función de la gramática televisiva o, en cambio, le dará más tiempo a otros personajes en pantalla más allá de los protagonistas Joel y Ellie.
En un reciente ensayo publicado en Ancora, escribí sobre las complejidades de adaptar los videojuegos a otros formatos. Allí cité a Lev Manovich, escritor especialista en cultura digital, quien reflexiona en un punto clave sobre esta complejidad.
En su libro El lenguaje de los nuevos medios apunta a que el problema en la intersección de ambos formatos ocurre desde un plano metafísico: el cine sucede en el tiempo, pero los videojuegos suceden en el espacio.
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Lo que Manovich quiere decir es que en los videojuegos se hacen recorridos con un mando de control, mientras que en el cine te sientas y ves pasar cosas. Por tanto, siempre hay algo que te vas a perder en la adaptación a la pantalla fija, porque lo más importante que ofrece el videojuego como medio nunca te lo podrá dar el cine o la tevé.
Desde esa aproximación, no queda más que pensar que HBO se ve obligado a darle fuerza a la historia original, ya que el formato de tevé le quita fuerza a su propia experiencia.
La historia vivida en la consola de PlayStation es contundente y difícil de superar a primera vista. HBO tendrá que sorprender, al menos para la audiencia que ya conoce el material base, dotando a la historia de otros componentes más allá de los conocidos.
Siendo sincero, no es algo que creo que suceda. Posiblemente la compañía no querrá quedar mal con los fans del videojuego ni tomar demasiados riesgos para una apuesta millonaria (el presupuesto por episodio supera los $10 millones de dólares).
Pero, hasta que eso suceda (si es que llega a pasar), hay chance para emocionarse con lo que está haciendo HBO. Más allá de uno que otro bemol (Bella Ramsey flaquea un poco en replicar las vibras que Ellie transmite en el videojuego), la serie tiene un camino por delante para sorprender.
O, en el menor de los casos, la serie dejará salpicada la curiosidad para que más de uno quiera adentrarse en el juego que inspiró esta travesía. Eso no estaría nada mal, aunque ya veremos qué sucede.
‘The Last of Us’ se transmitirá cada domingo en HBO y HBO MAX a las 8 p. m., hora de Costa Rica.