“Papi, papi... ¡ahí está David Nick!”, me espetó desde el asiento trasero Luci, mi hija menor, mientras cruzábamos una intersección en Tibás. Emma, su hermana, la corrigió, pues efectivamente no se trataba del joven intérprete y cambiaron de tema. Fui yo el que seguí masticando el asunto por unas cuadras más: ¿Cómo entró David Nick a nuestras vidas?
El caso del delgado cantante es uno de los aciertos que Teletica puede anotarse tras completar el tercer ciclo de su programa de competencia Tu cara me suena ( TCMS ). Nick entró a dicho espacio sin ser conocido más allá de su entorno inmediato y salió convertido en un nombre recurrente y con una carrera musical en claro ascenso (tan solo el conseguir que todo el mundo le diga Deivid , y no David, ya cuenta).
TCMS acumula tres años, suficiente para echar la vista atrás y comparar. Sin consideraciones de rating (dato que solo manejan las televisoras), su recién concluida temporada funcionó bien, más se quedó algo corta con respecto a lo hecho un año atrás. Fue durante el 2016 que el programa conformó a su elenco más competitivo y atrayente, uno que en carisma se ubica muy por encima de quienes debutaron en el 2015 y de los más recientes actores. Aún así, la emisión 2017 nos deja mucho para resaltar.
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Ganadores. Además del ya mencionado caso de Deivid , otro participante que se benefició al máximo de la exposición fue Mauricio Herrera (Elvis Tico), quien más allá de ganar el concurso, logró finalmente la notoriedad que tanto se le escondió para con el gran público costarricense. Herrera acumula décadas como cantante e imitador, pero mucha de su carrera la ha desarrollado en otros países. Es de esperarse que este empujón lo haga un nombre más frecuente en nuestro medio, ojalá con propuestas más complejas y ambiciosas. También vale anotarle puntos a favor a Luisga, quien se apartó un poco de la imagen de bufón que creó para con Los Ajenos y nos recordó que es un cantante de primera (esperemos verlo volver de vez en cuando a su faceta de cantautor, que fue como le conocimos antes de la charanga) , y a Marcia Saborío y María Torres, que astutas se echaron a la bolsa a una generación de chiquillos que no había nacido en los tiempos de su Gallito Pinto , y dejaron servida la mesa para un inevitable regreso a la televisión (vamos, no lo neguemos, que tampoco es ciencia china).
Ni fu ni fa: Daniel Moreno bien pudo no haber sido parte del programa, que igual nadie lo habría notado; y Papi Pazz no alcanzó a despegarse de los límites de su humor radiofónico (algo que sí logró en su momento su colega Alex Costa) . En cuanto a Vanessa González, a pesar de ser la eterna favorita del jurado (en lo personal creo que su espacio en la final le correspondía a David Nick) falló en terminar de darle forma a su imagen artística, que se quedó a medio palo entre el pop divertido y la balada sensual (tiene buena voz, claro, pero el carisma se le da en cuenta gotas).
Platos rotos: Qué pena todo lo sucedido con Melissa Mora. La modelo y cantante es una generadora de morbo por excelencia y como gancho para la audiencia fue claro que funcionó, pues mucho se dijo y escribió a partir de su participación. Sin embargo, la gente fue vil con ella, mostrando en sus comentarios sobre Melissa una faceta tenebrosa del costarricense que debería avergonzarnos a todos. El intercambio nunca pasó por la calidad artística de la joven (no se discute que el canto no es lo suyo, a pesar de sus esfuerzos) sino por aspectos personales e íntimos que ni a usted ni a mí nos incumben.
Apuntes: Del jurado solo Alex Costa procuró aportar algo en las valoraciones, mientras que Eugenia Fuscaldo siguió con su rol de mamá a la que todo le parece divino. Aún así, Duvalier Quirós ganó a la hora de usar muchas palabras para decir muy poco: no recuerdo un solo comentario suyo de valor (se hizo hábito escucharlo dar vueltas para evitar referirse al desempeño vocal de los participantes que peor cantaban) .En la conducción Édgar Murillo se mantuvo sólido, cada vez más solvente, y Jalé Berahimi aprovechó los pocos minutos que tuvo al aire para terminar de pagar su derecho de piso como recién llegada a Teletica y lavarse la toxicidad que arrastraba de Intrusos .
Por lo demás, es justo aplaudir el trabajo titánico detrás de cámaras del equipo de Teletica Formatos. Los años pasan y el colmillo adquirido desde aquel ya lejano Bailando por un sueño se nota. De ahí que fuese especialmente significativo el cierre de la gala de premiación, pues en los ingeniosos créditos finales aparecieron todos los involucrados, desde la productora general Paula Picado hasta los oficiales de seguridad del estudio. Sacar programas con estándares internacionales no es menuda tarea y en esto la gente del 7 está sobrada hace rato.