Verónica González se siente plena cuando está recostada en el suelo de su casa en Orotina jugando con su perro Valentín. En esos instantes en los que anda descalza y libre de maquillaje disfruta de su momento y de lo que ama.
Ella aprovecha las cosas simples de la vida: subirse a un árbol y “apear” naranjas y tener una tarde de café con tortillas palmeadas acompañada de su madre. “Sus raíces”, sus costumbres y valores la completan y la hacen mantener “los pies sobre la tierra”.
Este marzo (exactamente el 17) se cumplen 10 años desde que la orotinense se coronó como Miss Costa Rica 2007. Desde entonces, su físico se ha mantenido prácticamente intacto y su esencia también.
“Yo vengo de una familia con una formación humilde, trabajadores del campo. Yo no nací en cuna de oro pero sí en una familia de muchos principios y valores; eso me ha ayudado a no desubicarme”, contó.
Con la elocuencia que ha adquirido gracias a su experiencia en televisión, Verónica habló acerca de las oportunidades que llegaron a su vida sin siquiera buscarlas.
Luego del Miss Costa Rica 2007 ha transcurrido una década en la que ha tropezado pero también ha crecido.
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Como arcilla en manos de un alfarero, aquella jovencita vecina de Limonal de Orotina ha sido formada por “las enseñanzas de la vida” y ha logrado llenar de brillo la pantalla chica nacional; sin embargo, su camino ha sido sorpresivo y en ocasiones hasta complejo.
Corona y televisión. Mientras estaba en el colegio, varias veces le propusieron participar en el reinado de la Feria de las Frutas en Orotina. Desde niña había visto los concursos de belleza como algo agradable, mas no los anhelaba. Cursando el primer año de Salud Ambiental, Verónica participó en el popular certamen y se convirtió en Reina de las Frutas.
Desde ese momento sintió atracción por los concursos de belleza y soñó con la corona de Miss Costa Rica.
En el 2004 participó por ella, pero no pudo materializar su sueño. En esa ocasión, Nancy Soto fue la elegida. Luego del “sufrimiento” tras la derrota, Verónica cayó en cuenta de que su anhelo requería mayor preparación y se fogueó en otros certámenes de belleza.
“Empecé a participar en concursos internacionales. Gané un par de coronas fuera (Miss Mundo Latino Internacional 2004 y Reina Mundial del Banano 2006)”, agregó.
En el 2007, Verónica participó por segunda ocasión en el Miss Costa Rica y se convirtió en la máxima representante de la belleza costarricense.
“Me dieron la oportunidad de volver a Miss Costa Rica y con todo el miedo y todo el susto volví; lo quería hacer, me animé y así obtuve la corona hace diez años”, rememoró.
Con cuatro meses de reinado, Verónica fue invitada a participar en la primera edición de Bailando por un sueño de Teletica. Ese fue su primer coqueteo con la televisión. Además de su notoriedad por ser Miss Costa Rica, el público empezó a “reconocerla y a encariñarse”. Participar como presentadora en Cantando por un sueño fue la oportunidad que se le dio en el 2008.
“Ser Miss Costa Rica me dio la oportunidad de ponerme en el ojo público, no fue algo con lo que soñé, ni siquiera estudié algo relacionado con la televisión; yo no tenía esa mentalidad de terminar en televisión. Luego ejercí lo que estudié por tres años: trabajé con la cámara de piñeros, entre otros empleos relacionados”, dijo.
En el 2010 volvió a participar en Bailando por un sueño ; en esa ocasión era la tercer edición del formato. Meses después una propuesta laboral llegó a la vida de Verónica. Repretel quería que formara parte de su equipo; en aquel momento la idea era que la modelo fuera la presentadora del segmento Adela .
Verónica se salió del molde al aceptar el contrato fijo en Repretel, pues fue a laborar al canal que compite directamente con Teletica, quien maneja la franquicia del Miss Costa Rica en el país.
“Fue curioso porque no es la tónica. En mi caso yo tuve esa oportunidad de aparecer en televisión (en canal 7) al ser Miss Costa Rica, pero el 6 fue el canal que me dio la oportunidad de consolidarme”, aseveró.
Luego de ser Adela y tras la salida de Marianella Cordero de la revista matutina Giros , Verónica fue contratada para sumarse al equipo de presentadores.
Durante dos años fue presentadora; sin embargo, el camino no fue “nada sencillo” para la mujer de resplandeciente sonrisa que engalanaba la pantalla todas las mañanas.
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“Ha sido un proceso de crecimiento con tantos golpes pero con tantas alegrías; la televisión no es sencilla. La tarea como presentadores es hacerlo ver sencillo, pero no siempre lo es. Yo entré en un momento difícil porque entré a sustituir a una persona (salieron Marianella Cordero y Enrique Rodríguez). Como Adela era fácil porque nada más me aprendía el texto y grababa, pero el peso de la televisión en vivo no se comparaba a lo que ya había hecho”, recordó González.
La variedad que ofrece la revista matutina significó un reto para aquella jovencita.
“Giros es un programa bastante complejo y de mucha variedad: aunque se habla de maquillaje y moda, también puede llegar un especialista a hablar sobre cáncer o padecimientos muy serios; entonces, es un reto grande, la revista implica que estés preparado. La inexperiencia y juventud puede traicionarte”, recordó González, quien admite que durante varios meses sufrió la poca aceptación por parte del público.
En total, Verónica suma seis años en el espacio, pues tras sus dos primeros años de trabajo, decidió dejar Giros por diferentes situaciones.
Tras su repentina salida en el 2013, Verónica aclaró que el motivo principal de su renuncia no fue por roces con su actual compañera Patricia Figueroa.
“Yo quería un tiempo para mí. La televisión puede llegar a abrumar. Con Patricia no hubo roces, con Pati podés aprender mucho, es una persona de muchos años de televisión; ella, por su posición, exige mucho. Para ella es fácil hacer las cosas, a uno como chiquillo le costaba más”, aseguró.
Verónica asevera que en ese tiempo “el problema era consigo misma”.
“Yo por ella no me sentí mal, el problema fue mío, sentí que no estaba encajando, que no tenía la madurez; uno lucha y trata pero llega un momento donde me sentí desgastada. Yo me exigía tanto: no quería equivocarme, quería verme perfecta, veía a Patricia inalcanzable y pensaba que no tenía ese desenvolvimiento y empecé a sabotearme y a minimizarme; no estaba feliz con mi trabajo ni mi desempeño. Decidí darme un espacio”, dijo.
Justamente en ese momento la empresaria decidió que tenía que apoyar un proyecto que su familia estaba emprendiendo.
“Estaba relacionado con lo que yo estudié y consideré que era momento de dedicarme a mi familia y darme un espacio de la televisión. Decidí reencontrarme profesionalmente”, dijo.
Varios meses después, con una actitud renovada y con “muchas ganas de disfrutar”, Verónica regresó a su casa en Repretel.
“Me volvieron a llamar para colaborar algunas veces, porque fue en el periodo en el que don Leo (Leonardo Perucci) se enfermó”, dijo. Desde ese momento Verónica supo que tenía que quedarse en Giros y así ha sido hasta la actualidad.
“Decidí darme el chance de ser yo, ya me sentía satisfecha con lo que hacía. Aprendí que tengo que ser yo y no como nadie más; eso me ayudó a consolidarme, me encontré y pude mostrar quién soy y eso me ayudó a encontrar a Verónica y mostrarlo a través de la televisión. Una de las cosas que más agradezco es sentir el cariño de la gente. Los primeros años son muy difíciles”, afirmó.
Integral. Ser presentadora de Giros no es la única tarea de Verónica en su día a día: desde hace dos años cuenta con MV Models, una academia de modelaje en la que preparan a muchachas de manera integral.
El negocio nació en sociedad con María del Mar Umaña y a parte de instruir a sus alumnas en pasarela, les dan clases de etiqueta y protocolo, automaquillaje, moda, entre otras.
“Quisimos ofrecer algo diferente, algo más integral, que las chicas que vengan con nosotros se vayan más con una formación integral, que aprenden de cultura general. Las mamás nos dicen que las muchachas cambian y eso nos alegra. Este es un proyecto de mucho trabajo, pero el enfoque que les damos es muy integral. Tenemos profesionales de diferentes áreas que nos ayudan. Ha sido un proyecto muy bonito y lo más gratificante es el crecimiento que tienen”, comentó.
Verónica apuesta por los retos y por el emprendimiento, razón que la llevó a firmar una sociedad con su compañero de programa Douglas Sánchez, pues el hermano del periodista tiene un negocio de tacos mexicanos que quieren convertir en una cadena y extenderla por territorio nacional.
“Cuando Douglas me habló del proyecto me encantó. La idea es abrir un local; por el momento no lo hemos puesta en marcha, estamos en el proceso”, contó.
Además de empresaria, Verónica es influenciadora de varias marcas en redes sociales, labor que aumenta su carga de trabajo diario, pero que la hace sentirse “satisfecha y feliz”.
En el hogar. González vive en Sabana junto a su esposo Alonso Gómez y su mascota Valentín, un inquieto can de la raza yorkshire terrier , quien saca de la rutina y llena de alegrías a sus dueños.
Verónica y Alonso están casados desde hace cinco años, y aunque no tienen un tiempo definido, ambos sueñan con tener hijos.
“A mi esposo y a mí nos encantan los niños, pero los dos estamos en un pico laboral muy fuerte (Alonso es dueño de una empresa constructora), entonces es difícil, porque hasta con Valentín tengo que organizarme. Tengo unos añitos todavía para hacerlo (tener hijos). Nosotros no hemos pensado quedarnos sin niños”, contó.
Con discreción, Verónica recordó la separación que experimentó con su esposo hace cerca de dos años.
“El matrimonio no es sencillo. Aunque soy ajena a la farándula a veces es difícil no verse enredado en tanta cosa del día a día y la relación de pareja necesita mucho tiempo para engranarse. Ha sido un proceso, hemos ido trabajando en esto. El matrimonio es un proyecto, hay que saber negociar, pero vamos bien”, comentó.
Casi todos los fines de semana Verónica, Alonso y Valentín viajan a Orotina para pasar días de tranquilidad allá. Es el lugar en el que la presentadora se siente feliz y plena junto a sus padres y la familia que ha formado en los últimos años.
Si a Verónica se le acercan ella saluda, si le sonríen, devuelve una sonrisa, pero según lo que proyecta y ella confirma es una persona con un círculo cercano cerrado.
“Me han golpeado, soy una persona que pensaba que todo el mundo es como uno. Si me tenés la confianza de decirme algo lo conservo para mí y voy a aconsejarte; yo pensaba que todo el mundo era así. Yo vengo de pueblo y ahí todos se conocen y ayudan. Yo pensaba que así era todo. Luego de verme involucrada en chismes porque traté de ayudar a alguien y se malinterpretó todo y después de recibir golpes tan fuertes aprendí a aislarme”, contó.
Vero, como le dicen de cariño sus compañeros de programa y seguidores, reconoce que actualmente se siente realizada con su vida, con su trabajo y con su familia. Además, admite que su esencia y sus raíces son algo inherente que no cambiará pues su trabajo, ingresos económicos y exposición “no definen la persona que es”.
Como la mayoría de los fines de semana, Verónica disfruta jugando con su pequeño Valentín en Orotina, mientras su esposo y familia la acompañan. Este domingo es especial porque nuevamente sale una publicación suya en el periódico “y eso nos sigue llenando de emoción”.