Quienes estuvimos atentos a la cola de producción de HBO, al comienzo de la pandemia, logramos excavar en una de las joyas más grandes e infravaloradas que la cadena ha producido.
Luca Guadagnino, aclamado por Call Me By Your Name y quien en ese momento venía de lograr el remake de Suspiria, se sumergía por primera vez en el mundo de las series de televisión en el 2020. Su propuesta, titulaba We Are Who We Are, fascinaba desde los adelantos, pues se notaba una completa subversión a los cánones televisivos.
Esperando que el tiempo le dé el lugar que se merece, HBO MAX estrenó el pasado viernes esta producción, un drama en el que no se necesita que ocurran grandes eventos para que fluyan las emociones. Aunque había sido estrenada previamente en HBO GO, es hasta ahora que la gran cadena estadounidense la incluye en su nuevo catálogo, dando la oportunidad de visitar esta emotiva e incomparable serie de televisión.
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Una historia inolvidable
We Are Who We Are sigue a Fraser (Jack Dylan Grazer), un solitario adolescente de Nueva York que se ha mudado a una base militar estadounidense ubicada en Italia, ya que su madre, una coronel del ejército, fue transferida junto a su esposa.
El particular Fraser llama la atención por su forma de vestir y de comportarse. Poco a poco conocerá a otros chicos en la base del ejército, con quienes entablará una relación completamente inesperada.
En ese entorno conocerá a otro introvertido personaje: Caitlin (encarnada por la magnífica debutante Jordan Kristine Seamon). Al hablar y profundizar en su relación, ambos se topan frente a preguntas referentes a su identidad, conectándose mutuamente en esas reflexiones.
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Y es que, si desde el título se declara la intención de explorar identidades, el director Luca Guadagnino comprende que tal tarea no se puede asumir desde las convenciones dramáticas seriales más conocidas.
We Are Who We Are no tiene cliffhangers, giros de tuerca ni nada similar en ninguno de los ocho capítulos que componen esta sorpresiva y atípica producción de HBO. La serie es, desde sus primeros respiros, una historia honesta que no nos promete grandes ganchos estilo culebrón, sino que es una historia de cocción lenta en la que cada momento tiene su peso propio.
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Una batalla de paintball a cámara lenta, unos recorridos por la pradera, una carrera en bicicleta en medio del espléndido calor italiano… Guadagnino regresa a su natal Palermo para contar esta historia íntima que reflexiona sobre crecer y conocerse a uno mismo con un abordaje único, fuera de cualquier lugar común en que habita el género del coming of age.
Con un final estupendo, We Are Who We Are presenta esta producción que, antes de una serie televisiva, se percibe como un colosal largometraje dividido en ocho partes. En cada capítulo solo hay que dejarse llevar por la música de Blood Orange que tanto comparten los protagonistas, así como por la brisa de ese verano italiano que acaba sintiéndose tan cercano.