Hace más de un año la vida de William Fernández, el serio periodista y quien cosechó credibilidad durante 20 años por su trabajo en Noticias Repetel, empezó a cambiar.
Sus piernas se hincharon tanto que ni siquiera las podía doblar. El dolor insoportable y los cambios radicales en sus extremidades lo llevaron a emergencias del hospital San Juan de Dios en reiteradas ocasiones. Por mucho tiempo no hubo respuesta.
La última vez que visitó ese servicio una doctora le dijo que si no soportaba las molestias, debía regresar, sin embargo, no le dio un diagnóstico específico. Todo se tornó más complejo cuando al dolor físico se sumaron ataques de pánico y crisis de ansiedad. William acudió al hospital psiquiátrico en Pavas y allí le indicaron que sus dolencias no eran mentales, sino físicas.
Al comunicador lo remitieron al hospital josefino y tras varias idas lo internaron por un mes.
“En el hospital me indicaron que mi corazón estaba trabajando al 18 % y que varios órganos no estaban recibiendo sangre, entre ellos los riñones, de allí el por qué me estaba hinchando al retener líquidos. También resultaron con daños el hígado, el corazón y el cerebro porque me dieron varios derrames y no me di cuenta; el estrés acumulado por años fue el detonante de tan graves padecimientos”, detalló.
Por su estado de salud, Fernández, de 51 años, fue pensionado en el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte. Él aún no está completamente recuperado. Acude a citas entre siete y ocho veces al mes en las que está siendo tratado por diferentes especialistas, quienes lo mantienen en observación y lo someten a exámenes de rigor.
William permanece lleno de fe. El dramático proceso le dejó varias enseñanzas, entre ellas valorar a las personas que lo acompañaron fielmente en los meses de más angustia. Todavía vive con algunas secuelas de la enfermedad, reconoce que es un milagro viviente.
“Yo siempre trato de pensar en positivo… y los dolores e incomodidades que pasé, además de estar un mes en el hospital, no es nada agradable, pero fue tiempo que me permitió valorar a las personas que me acompañaron en el proceso, y el valorar aún más la salud, cosa que no había hecho hasta el momento”, dijo.
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“No hay que dar la salud por sentado”
—¿Qué aprendizajes le dejó el proceso?
—La primera lección es agradecer a mi Dios y Señor y a mi Virgencita que nunca me abandonaron en el proceso, al contrario, estuvieron y siguen estando a mi lado, dejándome de lección, no dar la salud por sentado, siempre cuidándome aunque me sienta bien, o el cuerpo no me lo reclame.
También, agradecer y valorar de corazón a todas las personas que me ayudaron en el proceso: mi hermana Laura que estuvo soportando mis incomodidades y acompañándome al hospital. Mi padre, que no faltó ni un solo día de visita junto con su esposa, pese a que él también está enfermo del corazón. A mi exjefe, Jerry Alfaro quien intervino para que me pudieran internar y revisar con profundidad y me dio la oportunidad de regresar a trabajar una vez salido del hospital. Su apoyo fue extraordinario, fuera de lugar. La lista de personas es larga y no tengo manera de cómo agradecerles.
—¿Qué fue lo más complejo que experimentó?
—Estuve a punto de morirme, eso fue lo que más me costó aceptar. Mi apoyo fundamental fueron mis familiares y amigos del canal, quienes estuvieron allí para ayudarme.
Como dato curioso, yo odiaba hacerme los exámenes de resonancia magnética y el tac, porque el simple hecho de meterme en el aparato me ahogaba. Los médicos y técnicos tenían que amarrarme para que no me moviera y evitar así que se estropeara el examen.
—¿Cómo cambió la dinámica de su vida?
—Fue como pegarse un frenazo. Ahora hago las cosas no tan a la carrera como antes. Siempre fui muy acelerado para todo, lo que muchos llaman intenso. Aprendí a frenarme y a disfrutar mucho más de las cosas que la vida te pone en el camino. Definitivamente, el cambio en las prioridades es fundamental. Mi trabajo era el centro de mi vida, ahora lo es mi familia, los seres queridos y los que me apoyaron y aunque suene egoísta, mi prioridad soy yo mismo.
—¿Cómo quiere motivar a los demás luego de su vivencia? ¿Qué mensaje les quiere transmitir a las personas que pasan por momentos complicados, sea por salud o por la vida misma?
—Me falta mucho por aprender, pero si hay algo que aprendí es que Dios no abandona a nadie. Pese a que mi situación se puso muy difícil, siempre tuve fe y oré demasiado y la verdad Dios y María Santísima Auxiliadora me escucharon, pues soy salesiano de corazón. Yo tengo un dicho que aplico con constancia: “Dios siempre escucha y a veces tarda porque lo hace en el momento apropiado, pero siempre escucha y responde”. Tener fe es básico.
—¿Cómo se siente en este momento?
—Físicamente me siento bien, aunque aún me quedan algunos daños en el corazón, la cabeza y a nivel psicomotor, me cuesta mantener el equilibrio y otros órganos a los que les tengo que poner atención y cuidarme mucho. Lo repito: soy un milagro viviente.
—¿Qué aspiraciones tiene? ¿Qué es lo que más anhela en este momento?
—Ahorita lo que más anhelo es recuperar completamente mi salud, para eso estoy trabajando muy unido con un montón de médicos de la Caja Costarricense de Seguro Social, quienes me están ayudando a salir adelante y a mi familia y seres queridos.
—¿Usted obtiene la pensión poco más de 10 años antes que el promedio? ¿Cómo quiere aprovechar su tiempo libre?
—No lo he pensado con detalle, pero me gustaría pasar y dedicar más tiempo a mi familia y a las personas que fueron muy unidas conmigo. También quisiera meterme a mejorar mi inglés, o aprender mandarín…. Ahhh y también dedicarme a la cocina.
—¿Le gustaría vincularse con algún proyecto periodístico, dado que cuenta con varias décadas de experiencia?
—Claro que me gustaría, pero más como asesor que como trabajador. Ya tengo un ofrecimiento del Instituto Poynter de Estados Unidos, para dar unas charlas virtuales a periodistas de todo el mundo. Estamos montando en este momento la plataforma y espero que pronto pueda brindarlas. Pero estoy abierto a las posibilidades que se presenten siempre y cuando no afecten mi salud, que es mi prioridad.
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—¿Qué mensaje comparte con las personas en estos tiempos tan complejos que se viven por el nuevo coronavirus?
—El coronavirus nos ha llevado a vivir situaciones que son muy difíciles y que no se han vivido con anterioridad. Yo creo que esta pandemia es como una carrera de resistencia. Hay que ser fuerte pese a las circunstancias, y siempre dar un paso más hacia adelante cada día.
“Una de las cosas que más me han llamado la atención es que la gente se vuelve emprendedora y surge la inventiva para poder salir adelante. Es cuestión de ponerse uno a prueba. Sé que para muchos es muy difícil, porque han perdido sus trabajos o les han reducido la jornada. Es tiempo de aprender a vivir en sencillo, y de valorar lo que tenemos, por poco que sea. Y lo más importante: nunca perder la fe de que vamos a salir adelante. Creo que a los ticos nos falta unirnos aún más para ayudarnos mutuamente y hacerlo con la gente que más lo necesite. Esto va a pasar, pero hay que aprender a vivir con la covid mientras regresamos a la que se conoce como la nueva normalidad”.