“¡Se murió!”, se dejó decir en voz alta alguna imprudente dentro de la sala de redacción. Yo, frenético mientras revisaba Twitter en busca de información fundamentada, me quedé en una pieza y sin habla.
Era la tarde del jueves 5 de marzo y por un momento me vi escribiendo –haciendo de tripas corazón– un obituario para Harrison Ford. Afortunadamente el precipitado anuncio de su muerte provenía de una fuente falsa, aunque eso no impidió que algunos medios de comunicación dieran por muerto al actor, como sucedió con un noticiario nacional que estaba en vivo justo cuando sucedió el accidente (y yo, parte del equipo periodístico que anunció con años de anticipación la muerte de Gustavo Cerati, entiendo su congoja).
Por dicha Harrison Ford no murió esa tarde, aunque sí se llevó varias lesiones de consideración para la casa y dejó a la humanidad con el corazón en la boca. Desde luego que nadie espera que este granuja hollywoodense sea eterno pero bueno, al menos sí el que no nos dejé aún. No ahora...
Faltan menos de 10 meses para el estreno de Star Wars: Epidosio VII - El despertar de la Fuerza y muchos (muchísimos) somos los que comemos ansias para ver de nuevo a Harrison metido en los zapatos de Han Solo. Sumemos a eso los planes de filmar una segunda parte de Blade Runner y se entiende por qué los planes futuros de Ford son tema de interés mundial.
Aquella tarde leía críticas de periodistas locales a la cobertura excesiva, a su criterio, que se le daba en muchos medios a la noticia del accidente aéreo del actor estadounidense, indigna –a su parecer– de titulares y portadas.
No podría estar más en desacuerdo: estamos ante una figura de talla mundial, cuya obra ha influenciado el consumo cultural de varias generaciones. ¿Por qué un accidente de las mismas circunstancias que involucre a un personaje político o económico sí es noticia “seria”? No lo entiendo...
Horas después, ya con la tranquilidad de que Harrison Ford vería la luz del siguiente día, escribí las siguientes líneas en Facebook. Se las comparto.
“Porque disparó primero; porque una princesa lo ama y él lo sabe; porque su mejor amigo es un wookie ; porque se puso el nombre del perro; porque encontró el Santo Grial y el Arca de la Alianza; porque saltó del Avión Presidencial en el último segundo; porque derrotó solito a los carteles narco colombianos y a los terroristas irlandeses; porque demostró que el asesino no fue él sino el manco; porque persigue réplicas sobre los techos; porque es un vaquero sin miedo a los aliens; porque saltó de una represa; destruyó (dos veces) la Estrella de la Muerte; se dio de golpes en un bote en llamas en una noche tormentosa; porque protegió a un niño testigo; porque ha piloteado en medio de asteroides; porque estando ciego derrotó a Boba Fett; porque ha volado helicópteros; avionetas; naves contrabandistas, y jets; porque es el mejor piloto de la galaxia; porque siempre gana todos los pleitos a pesar de que pelea horrible; porque el látigo es una extensión de su mano; porque tiene 70 años y aún tiene mucho por hacer; porque puede estrellar un avión en un campo de golf y salir caminando...
Porque hoy caí en cuenta de que lo respeto y admiro mucho más de lo que pareciera prudente.
Porque es Harrison Ford y aún no estamos listos para dejarlo ir”.