La conversación era sobre el estreno de la segunda temporada de Narcos, la serie de Netflix que se ha concentrado en la vida de Pablo Escobar. Al otro lado decían que era una de las mejores series del momento y que la nueva temporada estaba maravillosa.
“Mae, ¿y qué le pareció el personaje Limón?”, pregunté. “Increíble, mae. Es demasiado jachudo”. Procedí: “El mae que hace ese papel es tico. ¿Usted sabía eso?”. No cabían muchas palabras entre tanta emoción. “¡Con razón tiene ese acento tan inconfundible!”, dijo.
Supongo que esto ha pasado varias veces desde que Netflix estrenó la segunda parte de Narcos –especialmente lo del acento tico del actor Leynar Gómez, oriundo de Puntarenas–, pero quien se mostró sorprendido por su presencia en la serie que tanto estaba disfrutando es un artista costarricense que vive en el extranjero y que sueña con exponer su música en cuanto lugar sea posible.
Yo pensaba que todo el país estaba enterado de esto. Mis compañeros periodistas de entretenimiento de La Nación venían hablando de esto desde hace meses, cuando Leynar (quien ha actuado en las películas nacionales Puerto padre y Presos) no podía decir “A” sobre su participación en Narcos porque le ponían una onerosa multa. Pero al parecer pocos fuera de la oficina lo sabían.
Busqué su nombre en Twitter y varios tuits de ticos iban por esa misma línea: “¡Yo sabía que ese acento era de Costa Rica!”, escribió una muchacha. Busqué su nombre en los sitios de algunos de los medios más populares del país, y casi nadie informaba de esto.
Incluso a mediados de la semana, cuando esta revista se mandó a imprimir, Leynar no estaba en la agenda de los medios tradicionales. Es incomprensible, puesto que la prensa tica se ha obsesionado durante años con los éxitos de los compatriotas en el extranjero, y este tiene que ser uno de los logros más planetarios alcanzados por alguien que nació y creció en este país.
Pongámonos en contexto: al principio, el personaje de Leynar en Narcos iba a ser secundario, una cosa pequeñita, pero su cástin fue tan bueno que le dijeron que se fuera a vivir un año a Colombia, porque iba a aparecer en los 10 episodios de la temporada. Le dieron un personaje principal, nada menos.
Limón, el personaje, fue el chofer de confianza de Escobar durante sus últimos meses, al punto que cuando el capo de la cocaína murió en manos de la policía, Limón era el único de sus hombres que lo acompañaba. El tipo al que encarnó Leynar fue la penúltima pieza del Cartel de Medellín en morir, y lo hizo defendiendo a su adorado patrón.
Más allá de los méritos del costarricense en la serie (que hace un excelente trabajo vendiéndole al espectador su metamorfosis de un joven taxista de barrio pobre a un narcotraficante sanguinario), el solo hecho de que forme parte de una de las series más populares de Netflix –¡uno de los líderes indiscutibles de entretenimiento mundial!– es suficiente para darle la primera plana.
Ese no ha sido el caso. En cambio, cuando de entretenimiento y arte se trata los medios locales están más interesados en la nueva canción de la modelo a la que todo el país maltrata, lo que sea que hagan las estrellas extranjeras o el disco que pagó a grabar con su propio dinero una artista emergente (como si el autofinanciamiento no fuera la norma en prácticamente cualquier expresión cultural o artística en el país).
¿Por qué sucede esto? Mi teoría es que los periodistas de estos temas están no solo distanciados de los artistas locales –más preocupados por tratar de meter a sus amigos y familiares gratis al área de prensa del concierto que por poner atención a la música–; también están distanciados del público, que no solo incluye a quienes consumen todos los chismes de la farándula, sino también a quienes ven Narcos en Netflix.
Como Leynar, hay artistas costarricenses en todos los campos logrando cosas extraordinarias, porque vienen de un país que no tiene una industria cultural sólida ni mucho menos una prensa justa. Aquí es cierto que quien sea que alcance grandes cosas (como actuar en Narcos o, o ya saben, jugar en el Real Madrid) es por sus méritos, no por la ayuda de amigos en los medios.
Pero tranquilidad ante todo, que todavía es posible que la historia de Leynar Gómez (una cosa maravillosa que los invito a conocer) salga en diciembre en los Sueños de Navidad de Teletica, ¿tal vez?