Dicen que hubo un pueblo en Babilonia que quiso edificar una torre que llegara hasta al cielo, para así demostrar su grandeza. Tal arrogancia tuvo como castigo divino que, de pronto, cada persona hablara en una lengua diferente, terminaran dispersándose por el mundo y que la edificación quedara inconclusa.
Aquel relato mitológico, conocido como la parábola de la Torre de Babel, tiene bastante parecido con la construcción del Hotel Ryugyong, al que llaman el “hotel de la perdición”. Solo que en lugar de esparcir a la población por el mundo, provocó que nadie jamás se hospedara dentro.
Este emblemático edificio comenzó a construirse en 1987 en la capital de Corea del Norte, como una muestra del poderío del país asiático. Sin embargo, acabó en un coloso dormido de más de 3.000 habitaciones distribuidas en 105 pisos, que al día de hoy no ha albergado ni a un solo huésped. El enorme proyecto nunca ha podido ser inaugurado o habilitado al público oficialmente.
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Este nació como una propuesta para demostrar el poder de Corea del Norte en medio de la Guerra Fría, siendo además una respuesta a la edificación del lujoso hotel de Swissôtel The Stamford, conocido anteriormente como el Westin Stamford, ubicado en el centro de Singapur.
La historia de ‘El hotel de la perdición’
Los norcoreanos querían dar un golpe en la mesa, y dejar claro su ingenio dentro de la industria de la construcción, buscando crear la maravilla arquitectónica más alta del mundo en forma de pirámide. Esta estaría conformada con cinco restaurantes giratorios en la cima para brindarle una vista inigualable a los visitantes.
Inicialmente, se tenía previsto que sus puertas fueran abiertas al público en 1989, pero con el tiempo el proyecto sufrió múltiples dificultades económicas y técnicas, por lo que al final sus adecuaciones no lograron concretarse. No obstante, durante los años posteriores algunas empresas e inversionistas intentaron finalizar la fabricación sin ningún resultado, convirtiendo el Hotel Ryugyong en una edificación abandonada producto de los errores de planificación.
Además, con la caída de la Unión Soviética en 1991, Corea del Norte sufrió un duro golpe en su economía, por lo que tuvo que afrontar una crisis financiera muy fuerte que afectó drásticamente el comercio del país.
En 2008, Orascom Group, un conglomerado egipcio, decidió retomar el proyecto y financiar la reparación de la fachada, lo que llevó a que parte del hotel fuera cubierto con paneles de vidrio y acero inoxidable, devolviéndole la esperanza a la población.
Pese a que la empresa logró mejorar la apariencia del inmueble, actualmente las obras del interior siguen estando estancadas, debido a que no cuentan con el equipamiento necesario para el funcionamiento normal del establecimiento.
Sumado a esto, durante más de una década el edificio ha recibido el nombre del “hotel de la perdición”, en vista de que sigue siendo una estructura de hormigón vacía a la que muy pocas personas han tenido acceso, con el único fin de utilizar las instalaciones como una pantalla gigante para proyectar propagandas políticas.