“Un día me cansé de estar aguantando hambre”. Con esa fuerte frase Elena Correa revela el martirio que vivió por años con tal de mantenerse delgada.
Ella, quien mide 1.76 m., llegó a pesar 45 kilos. Cuenta que nunca le diagnosticaron ningún trastorno alimenticio, pero que la imagen de hace unos seis años evidencia su estado.
Elena, Miss Costa Rica 2017, asegura que aún durante ese certamen ella se sacrificaba y no comía adecuadamente con tal de verse delgada y tonificada. Su dieta se basaba en proteína y ensalada. Excluyó los carbohidratos y a veces comía solo dos veces al día.
“Por muchísimos años para mí estar sumamente delgada era lo ideal. Traté de estar en una agencia de modelaje en China y eso me traumó porque me dijeron que estaba demasiado gorda para los vestidos. Dije que era imposible adelgazar más; pero quería adelgazar para encajar”, revela Correa, de 30 años.
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Cambio para bien
Por mucho tiempo, los cambios físicos que acepta la sociedad y sus estereotipos son los que se direccionan hacia la delgadez, reafirmando una falsa idea de la belleza. Sin embargo, Elena apostó por lo contrario y decidió que, para sentirse bien, debía dejar de lado querer estar flaquísima y empezar a comer sin remordimiento.
“De un día a otro dije que iba a comer sin remordimiento. Fue una decisión que vino de buenas a primeras. Dije que quería sentirme mejor. La vida es corta. Quería comer lo que quería sin tener remordimiento por nada. Al inicio busqué a alguien que me ayudara. Mi cuerpo tiene un metabolismo alterado. Conseguí un nutricionista que me ayudó para ver qué comida tenía que ingerir, cada cuánto tenía que comer. Empecé a hacer ejercicios, empecé a tomar proteína y a comer seis veces al día. Un día me cansé de haber aguantado hambre”, admite Elena, quien se siente feliz de disfrutar de una porción de arroz o de cualquier carbohidrato sin sentir culpabilidad.
Actualmente, Elena pesa 68 kilos, 23 más que hace seis años. Estas medidas la hacen estar cómoda porque le transmiten seguridad. Se siente saludable.
“Me siento muchísimo mejor: más confiada, más segura de mí misma. Ya la ropa me queda diferente. El tema de la energía es diferente: ahora tengo mucha más. Antes me deprimía un montón, después de leer bastante del tema entendí que el hecho de no comer me inducía a tener depresiones. Ahora me siento feliz. Puedo comer lo que quiera sin estarme preocupando. El cambio que hice fue muy bueno. Con esto rompí un montón de inseguridades”.
Del archivo:
Tras su experiencia, Elena está convencida de que “los estereotipos son para romperse” y que la seguridad y perfección que tanto han promovido las redes sociales “no existe.
“Tenemos que ser únicos, inquebrantables, mostrarle al mundo lo que somos sin importar si nos aceptan o no. Lo importante es ser felices siempre. Para mí es importante recalcar esto. Lo importante es valorarnos. A las personas jóvenes les digo que se acepten a sí mismas. Son hermosas. Hay que valorarse y no dejarse bajar por nada ni por nadie. Solo nosotros podemos ponernos nuestros límites. Depende de cada uno”, agrega Elena, quien cuenta que no falta quien le diga que se ve “pasadita de peso”. A ella esto no la inmuta.
Ella recalca que ama “a esta nueva Elena”.
Otro cambio sutil del que la modelo ha hablado es del relleno que se hizo en sus labios.
“Era algo que quería hacer hace mucho. Me gustan los labios más gruesos. Ese es el único cambio en mi rostro. Lo demás son cachetitos”, bromea.
Una vida feliz
En agosto anterior, Elena cumplió un año de casada con el empresario Carlos Rodríguez. Dice que su vida matrimonial va muy bien y que en ese ámbito también se siente muy feliz.
Elena siempre ha hablado con absoluta naturalidad de su relación con Rodríguez, quien es 40 años mayor. Sus redes sociales son un espacio en el que conversa sobre sus cambios físicos y también de su vida amorosa, una que las personas ahora cuestionan mucho menos.
“Mi esposo y yo vivíamos juntos desde hace seis años. Todo ha sido muy lindo. La hemos pasado superbien. Vivimos comprendiéndonos y amándonos.
“La gente al fin entendió que nosotros nos queremos. Al final de cuentas la edad es solo un número en la cédula. Depende de cómo nos sintamos. Cada uno es dueño de su propia vida. Ya entendieron que nosotros no le hacemos daño a nadie”, comentó.
Por ahora Elena no piensa en la maternidad, pero tampoco la descarta para un futuro.
La estudiante de Medicina y administración de empresas también está muy entusiasmada en este nuevo año porque se graduará como administradora.
Para graduarse como médica le quedan cinco materias que requieren que asista a hospitales, pero por la actual pandemia dice que es imposible.