San José (Redacción). Aunque han pasado ocho años desde que el tenor Luciano Pavarotti cantó en nuestro país, pocos olvidan lo que se vivió ese 31 de enero del 2004, en el antiguo Estadio Nacional.
Cómo hacerlo si ante miles de miles de ilusionados fanáticos, uno de los más reconocidos cantantes líricos del orbe, dio una deslucida aparición que defraudó tanto a expertos, como a aficionados a la ópera.
“Pavarotti al filo” tituló Viva en una crónica que ocupó la portada de la sección.
“Quizás fue el viento, quizás la baja temperatura que hizo temblar a más de uno, lo cierto es que el famoso Paravotti de 68 años, tuvo algunos tropiezos en la primera parte de su primer gran concierto masivo en Centroamérica. Sin embargo, aquello no fue un fiasco porque en la segunda parte y en el cierre de la actividad el tenor se lució, la emoción del publico que casi abarrotó el Estadio Nacional fue tal que la gente lo aplaudió de pie durante su últimas cuatro intervenciones”.
Según recuerda Doriam Díaz, entonces responsable de la fuente de Cultura de la sección, la cobertura del espectáculo fue complicada para los periodistas que cubrieron el espectáculo.
“La primera parte del concierto fue muy angustiante para los que teníamos que hacer una crónica de la actividad, porque el cantante tenía muchos problemas que se evidenciaron al escucharlo, e incluso, se limpió la garganta en público”, recordó Díaz, quien actualmente es la subeditora de Viva .
La periodista añadió: “Definitivamente ya no eran los mejores años del maestro (...) viéndolo desde ahora fue un concierto histórico, memorable, aunque no un gran concierto”, aseguró.
Un recuerdo similar tiene el tenor Gonzalo Castellón, quien hizo la crítica del concierto: “recuerdo que estaba con Doriam en una de las primeras filas y al principio nos volvíamos a ver con desconcierto porque Pavarotti estaba irreconocible, estaba ‘gallando’ terriblemente, lucía desconcentrado; fue una situación extraña porque cometió errores no habituales en un cantante como él: se equivocaba en la letra, entraba donde no tenía que hacerlo”
El único que guarda un buen recuerdo de este encuentro es Marvin Araya, director de la Orquesta Filarmónica, la agrupación responsable de acompañar al tenor.
“Ese concierto fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, porque fue uno de los primeros grandes conciertos internacionales en los que la Filarmónica participó; no olvido que la gente vitoreaba a la orquesta, incluso, muchos nos dijeron que le salvamos la tanda a Pavarotti”, aseguró.