Hace no mucho tiempo, sentarse a hablar con Yiyo Alfaro implicaba referirse a un humorista; a un muchacho de pelo desordenado dispuesto a hacer cualquier clase de locura en el set de televisión o en una tarima de eventos.
Yiyo está orgulloso de su camino, cabe aclarar. Asegura que ha disfrutado mucho el proceso que se ha trazado desde hace una década, cuando irrumpió en la televisión nacional y se hizo una de las figuras públicas más reconocibles. Hoy, sentarse a conversar con él, refleja otras conversaciones, otros objetivos.
“La vida ha cambiado. Yo ya no soy el mae que estaba dispuesto a trasnochar haciendo eventos en bares. Eso está bien, por supuesto, pero ahora tengo otras metas. Quiero seguir desarrollándome como profesional. Yo me levanto todos los días a las cuatro de la mañana para perseguir esos nuevos sueños”, cuenta.
Sus palabras no son de la boca para afuera. En los últimos tres años, Yiyo ha transformado su día a día: encabeza la productora audiovisual Sy Films, se ha dedicado a la actuación dramática (inclusive una actuación suya fue premiada en Estados Unidos y Estambul), es uno de los presentadores estelares en las producciones de Canal 7 y concibió uno de los programas más exitosos de la tevé local del último lustro: Qué buena tarde.
Aquel muchacho que le hablaba a adolescentes desenfrenados ha quedado atrás; ahora lleva su pelo recogido y programa el contenido de sus shows pensando en que buena parte de su público son “señoras”. Actualmente, incluso, cumple metas personales como graduarse en una maestría en Historia del Arte.
“Es chistoso porque Choché (Romano, su inseparable amigo) me molestaba y me decía que por qué me puse a estudiar Historia del Arte si no me iba a servir de nada. Yo le dije que yo estoy buscando cosas que me hagan feliz y lucho mucho por eso”, revela.
La madurez de Yiyo Alfaro
La risa fue la tarjeta de presentación de Yiyo Alfaro en la televisión costarricense hace una década. Con su programa Lo que pone la gallina, él y su compinche Choché Romano se convirtieron en referentes del humor en la pantalla chica.
Se trataba de un programa en el canal VMLatino, en el que hablaban desde la música y las películas del momento hasta anécdotas de ligues, compas y fiestas. Juntos construyeron shows hilarantes y crearon momentos inolvidables para el público más joven.
Sin embargo, tras esa etapa de humor, Yiyo ha trazado un viaje personal que lo ha llevado más allá de los chistes y las risas.
La transformación de Yiyo ha sido un camino de autodescubrimiento y crecimiento. Después de haber aterrizado en Canal 7 con el programa Qué buena tarde, enfocado para un público más adulto, Yiyo se ha convertido más en un rostro family friendly, dejando atrás su imagen de “solo-risas”.
“Para mí lo más importante en mi vida es mi familia. Siento que tenerlos presentes y de prioridad, ha sido importante en mi vida adulta. Todo eso influye en cómo asumo las cosas”, cuenta.
En esa misma línea, para Yiyo el 2023 fue muy especial, porque el 5 de enero vio a su padre regresar a la casa, después de que tuviera un quebranto de salud y pasara varias semanas de diciembre internado en el hospital.
“Fue lindo verlo regresar, porque nosotros no abrimos los regalos el 25 (de diciembre), sino que lo esperamos hasta enero. Para mí momentos así lo son todo. Yo ahora enfoco mi vida en ser feliz y buscar momentos de ese tipo”, asegura.
Por eso, no es de extrañarse que ahora Yiyo no aparezca en escenarios que antes le resultaban muy habituales, como contar chistes en una tarima o animando el ambiente. “Me gustaba, pero siento que son ciclos cerrados. Además, no tengo tiempo. Me levanto a las cuatro de la mañana y, aun así, no me da tiempo de todo lo que quisiera hacer”, dice.
Además, Yiyo revela que él es “muy duro” consigo mismo. Siempre quiere tener más y más resultados, aunque muy dentro de sí sabe que ha tenido grandes logros. “Por ejemplo, este año seré por segunda vez presentador del Festival de la Luz, la transmisión más importante de diciembre. Para mí eso es un sueño cumplido porque es hacer feliz a familias enteras en toda Costa Rica. Yo ahora me esfuerzo por tener este tipo de premios”, agrega.
Eso sí, Yiyo tiene una confesión. El presentador asegura que él debe recordarse a sí mismo y felicitarse frente al espejo por todo lo que hace. “No quiero que suene a algo depresivo ni mucho menos, porque yo siempre soy de motivar el amor por uno mismo, pero cuando yo tengo una victoria en mi vida llego a mi casa y estoy solo. Estoy únicamente conmigo mismo y he aprendido a hablarme y felicitarme por todo el camino trazado”, dice.
“No es fácil, pero a veces paso el día entre mucha gente y llego a mi casa y me recibe un gran silencio. Los silencios también son buenos, pero hay que aprender a escucharse”, afirma.
Yiyo segura, entre risas, que es habitual que le pregunten por pareja y por formar familia. “Este año me fui invicto”, dice, refiriéndose a relaciones amorosas, pero cuenta que para él la felicidad se construye en pequeñas dosis de muchas vertientes distintas, no solo con un cupido.
“Ahora mi mente está en un viaje que tengo con mi papá y mi familia. Tenerlo después del susto médico fue muy fuerte, pero vamos a celebrar su vida y yo a celebrar que tengo gente y cosas tan lindas. Se trata de vivir día a día y agradecer”, finaliza.