Desde hace 10 años nadie sabe nada de él. La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), en su Lista Roja de Especies Amenazadas, lo cree extinto en México, Guatemala, Ecuador y Perú.
En Costa Rica, los investigadores lo buscan sin cesar y, por ello, recurren a la población para dar con su paradero.
El pez sierra es un elasmobranquio y, aunque morfológicamente se parece a un tiburón, en realidad está emparentado con las rayas.
El pez es fácil de identificar por la sierra en su cabeza, la cual posee 20 dientes de cada lado; la utiliza para cazar, defenderse y hacerse espacio en el hábitat.
Cualquier dato puede ser útil para los investigadores de las organizaciones Misión Tiburón, Conservación Internacional y el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar-UCR).
“Resulta crucial identificar sitios donde aún se encuentra esta especie e identificar las principales amenazas que afectan su supervivencia. Solo así se podrán desarrollar mejores medidas de manejo y conservación que permitan asegurar su futuro”, destacó Mario Espinoza, investigador del Cimar.
La urgencia es porque esta especie podría desaparecer sin que realmente se le conozca o se entienda su papel en el ecosistema. “Los sierra, en la actualidad, son catalogados como los peces más amenazados en el mundo. Por ende, están incluidos en prácticamente todas las listas de conservación y convenciones internacionales”, destacó Andrés López, biólogo marino de Misión Tiburón.
Reportes
En el 2014, Misión Tiburón empezó a recabar información entre pescadores de comunidades del Pacífico.
En el 2016 se les sumó el Cimar y ampliaron el ámbito de acción al resto del país.
Ellos visitan comunidades para entrevistar a sus pobladores sobre su conocimiento de la especie, eso les permite conocer cuál era la distribución histórica de la especie y si recientemente la han visto. Así identifican sitios de importancia para estos peces.
El año pasado lo vieron dos veces en Boca Tapada de San Carlos, lo cual dibujó una sonrisa en los biólogos.
A la fecha, ya han realizado 250 entrevistas. En estas conversaciones también ahondan en usos tradicionales que se daban al animal. Por ejemplo, en el pasado, la sierra se utilizaba de adorno en casas, comercios, restaurantes y bares.
“Algunas personas nos dijeron que usaban la sierra para peinarse y otras que trituraban los dientes para echárselos al champú”, comentó Espinoza.
¿Cómo pueden las personas ayudar en el estudio? Si alguna vez en su vida vio un pez sierra o ha visto uno recientemente, cuéntele a los científicos.
Escriba un correo electrónico con su reporte y fotografías (si las tuviera) a info@misiontiburon.org y mario.espinoza_m@ucr.ac.cr.
También puede hacerlo a través de Facebook: www.facebook.com/pezsierracr
Asimismo, si observa una sierra en algún bar o restaurante, puede enviar un reporte con el nombre del pueblo y del local, la medida de la sierra, si es posible, o puede tomarle una foto junto a una regla o lapicero a la par, para que se vea la proporción. “Teniendo la medida de la sierra, uno puede proyectar cuál era el tamaño del pez y la edad”, explicó Espinoza.
Los investigadores también están recolectando muestras de tejido de estas sierras, para así obtener el ADN del animal.
“A partir de esa información, se podría reconstruir la distribución histórica y conocer si existió conectividad con otros peces sierra de la región”, explicó Espinoza.
Las visitas a las comunidades también son aprovechadas con fines de educación ambiental. Los biólogos imparten charlas en escuelas y salones comunales, también enseñan cómo liberar a un pez sierra sin hacerle daño cuando queda atrapado accidentalmente en una red.
Marcaje
En la segunda fase del estudio, por iniciarse este año, los investigadores se dedicarán a buscarlo en ríos y manglares.
Se tienen planeadas inspecciones en la desembocadura del río Tempisque, en el humedal Térraba Sierpe y en los ríos de Boca Tapada de San Carlos.
El objetivo es atrapar algunos ejemplares para tomarles datos biométricos como sexo, longitud y peso.
También se les colocaría una marca externa, tipo flexi, que servirá para realizar conteos visuales (método de captura y recaptura) que aportarían información sobre tamaño de población y distribución.
Asimismo se fotografiarían y se grabaría video.
Según López, la idea es también colocarles marcas acústicas, como se hace con los tiburones martillo en golfo Dulce.
A lo largo de cinco años, esas marcas emiten señales que son captadas por receptores colocados en sitios que fueron identificados como hábitats críticos.
Esa información es clave para conocer el uso que le da la especie al hábitat.
Para Espinoza, la meta es conseguir fondos para colocar marcas satelitales. “Eso nos permitiría conocer sus movimientos”, manifestó.
Una tercera fase del estudio involucra análisis de ADN.
“Utilizaríamos una técnica que se llama ADN ambiental. Consiste en ir al sitio donde se supone que está el pez sierra y recolectar muestras de agua. Se extrae el ADN del material orgánico que queda suspendido en el agua”, detalló.
El Cimar cuenta con equipo de filtración y con un Laboratorio de Genética y Biología Molecular de Organismos Acuáticos, en el cual se podrían hacer estos análisis.
En peligro
En el mundo existen cinco especies de pez sierra. En Costa Rica, se supone que están presentes dos.
Hace 30 años, este animal –que puede llegar a medir más de seis metros– solía abundar en zonas costeras del Pacífico y Caribe, así como en humedales de la Zona Norte.
Vive en bahías, esteros, manglares y desembocaduras de ríos, moviéndose entre ambientes de agua salada y dulce.
Se alimentan de peces, crustáceos y poliquetos o gusanos, por lo que dependen estrechamente del hábitat.
Es más, los biólogos creen que las hembras dan a luz en los manglares y las crías se desarrollan allí hasta que alcanzan la madurez sexual.
“Por eso, el deterioro de esos ambientes (por deforestación o contaminación) los afecta tanto”, dijo Espinoza.
El cambio climático impacta estos hábitats, tanto por el incremento de la temperatura del agua como por la disminución del caudal.
Otra amenaza es la pesca incidental o accidental, ya que se enredan fácilmente en los aparejos de pesca.
La pérdida de individuos es crítica para la población porque la tasa de remplazo es menor, es decir, los peces sierra no se reproducen tanto como para compensar aquellos que mueren.
Esto debido a que esta especie es de crecimiento lento, alcanza la madurez sexual a una edad avanzada (aproximadamente a los 10 años), se reproduce una vez cada dos años y da a luz a muy pocas crías.
“Esta es una especie sombrilla y, como mantiene una relación estrecha con su hábitat, si logramos protegerla entonces estaremos conservando otras especies que también utilizan los humedales, como los tiburones toro y peces que los usan como sitios de crianza”, destacó Espinoza.