“Apréndanse esta palabra: gerontolescencia”, dijo esta semana Alexandre Kalache, brasileño especialista en envejecimiento.
“Antes, ni siquiera existía la adolescencia porque se creía que los niños pasaban de aprender a leer a trabajar, y a una generación le tocó romper moldes y poner la adolescencia. Ahora nos toca a nosotros romper otro molde y poner la gerontolescencia”, añadió ayer el especialista, quien fue encargado del Programa de Envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante 14 años.
Durante un seminario sobre ciudades amigables con el adulto mayor, celebrado en el hotel Herradura, Kalache se dirigió a gobiernos locales y adultos mayores:
“Hay gente cronológicamente vieja, pero funcionalmente joven. Hace unos años, la gente se pensionaba y un par de años después moría, pero ¿ahora?, ya las cosas no son iguales, ¿pretendemos que las personas pasen tejiendo bufandas durante 30 años?”
“Tenemos que darles oportunidades de surgir”, agregó.
Ciudades amigables. Kalache escuchó las propuestas que algunos gobiernos locales costarricenses han puesto en práctica para darles más espacio a los adultos mayores.
Su idea es que Costa Rica sea un país lleno de ciudades amigables con el adulto mayor.
Estas ciudades tienen ocho características, según la OMS: ser una ciudad limpia, con espacios al aire libre y edificios adecuados a personas mayores; tener un servicio de transporte público con precios asequibles y facilidades para personas mayores; que las viviendas estén adecuadas a las discapacidades y desgastes que se dan con la edad; que los adultos mayores tengan espacios de participación en sus comunidades.
También se incluye el que las personas sean tratadas con respeto; el que tengan opciones de empleo temporal; el que tengan espacios para hacer oír su voz y el que tengan servicios de salud adaptados a sus necesidades.
“No solo es darles atención médica y de salud, es más complejo. Ellos necesitan posibilidades de estudio, empleo y de participación ciudadana”, concluyó Kalache.