Barcelona
"Ha llegado el momento" de la independencia, afirmó con firmeza Jordi Martí Bautista, uno de los manifestantes que se echó a la calle este martes en Barcelona para protestar contra la respuesta policial al referendo del domingo.
Este exfuncionario de aduanas jubilado, de 68 años, votante del partido independentista de extrema izquierda CUP (Candidatura de Unidad Popular), dijo que la violencia de la Policía no da alternativa, como estimaban muchos otros de los cientos de miles de manifestantes en esta jornada de huelga general.
"¡Lo que han hecho las fuerzas de seguridad del Estado no lo vamos a olvidar en una generación! El 1.° de octubre fue el día de la fundación de la nueva Republica", afirmó Martí. Fue "el detonante final".
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En uno de los pocos restaurantes abiertos en la plaza Universidad, unas enfermeras almorzaban chorizo y patatas bravas tras manifestarse al grito de "independencia".
"Hasta ahora tenía mis dudas, porque no veía claro que la independencia nos beneficiase, y voté 'no' el domingo. Pero con la represión me doy cuenta de que tenemos que irnos" de España, explicó una de ellas, María Dolores Pardillo, catalana de 59 años.
El Gobierno de la región (Generalitat) parece dispuesto a declarar la independencia de manera unilateral, basándose en la victoria del sí en el referendo (con 90% de los votos), que sin embargo no tuvo las garantías habituales. Algo que inquieta a una parte importante de la sociedad catalana, pero no al ejecutivo regional.
"Es la hora de la rebelión pacífica y la creación de un país libre", exclamó Julia, una estudiante de 14 años, en la manifestación de cientos de miles de catalanes este martes en Barcelona.
A 500 km al noreste de Madrid, una multitud de todas las edades y bajo todos los estados de ánimo -exaltación, felicidad y también tristeza, en algunos casos- dio la impresión de estar viviendo ya "su" emancipación.
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La manifestación partió desde la plaza España en dirección a plaza Cataluña. Seis estudiantes de 14 años se hacían fotos ante un edificio decorado con una inmensa pancarta que decía: "Welcome to the Catalan Republic" (Bienvenido a la República Catalana), en un punto muy transitado por los turistas que llegan del aeropuerto.
"Es la hora de la rebelión pacífica y la creación de un país libre", afirmaba Julia.
Para ella, el presidente de la región, el separatista Carles Puigdemont, está ya en medida de declarar la independencia, porque "toda Europa ha visto que España no es una democracia: nosotros votábamos, y ellos nos pegaban".
En cuanto al discurso que pronunció el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, tras aquella votación, "se diría que no había visto las noticias", espetó la hermana de Julia, Paola: "No habló de heridos, dijo incluso que no había habido referendo", protestó la joven, quien no es independentista pero se manifestaba "a favor de la libertad de expresión y contra la violencia".
Las dos palabras, "Rajoy, dimisión", resonaron en el centro de la ciudad, así como la consigna "¡Fuera las fuerzas de ocupación!".
Una gran cantidad de pancartas estaban dirigidas al dirigente conservador: "somos las nietas de las abuelas que golpeaste ayer", "la violencia es el último recurso del incompetente", o "la autoridad emana del consentimiento de los gobernados y no de la amenaza de la fuerza", entre otras.
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En la plaza Universidad, donde cientos de manifestantes almorzaban, el ambiente era más distendido y no había policías nacionales ni guardias civiles a la vista.
Un manifestante alzó bien alto su pancarta, que rezaba: "no soy independentista".
Este arquitecto técnico de 38 años, Lluís Fusté, tenía un mensaje para Rajoy y Puigdemont. "Uno: me parece lamentable que no dejen votar a nuestro pueblo para decir lo que quiere. Y dos: no quiero la declaración unilateral de independencia, y si Puigdemont la hace, también será lamentable".