La eventual corrupción de otros le costó el puesto de ministro de Obras Públicas a Francisco Jiménez Reyes, ayer por la tarde.
La presidenta de la República, Laura Chinchilla, sacó su primera tarjeta roja en los dos años que lleva de Gobierno.
La razón es una: no podía pasar por alto la responsabilidad política de Jiménez, ante los eventuales actos de dos funcionarios del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi). Ambos habrían recibido dádivas de empresarios de construcción, que pretendían beneficios en las obras de la trocha fronteriza con Nicaragua.
Los funcionarios, un ingeniero y un técnico encargados de fiscalizar las contrataciones para hacer la carretera junto al río San Juan, supuestamente habrían recibido comisiones de empresas ticas para obtener beneficios.
Estas empresas nacionales también serán indagadas, dijo la mandataria en una conferencia de prensa en Casa Presidencial.
La presidenta aplicó el principio de la Antiguedad de “matar al mensajero”, porque alegó que debía enviar tanto a los costarricenses, como al exterior, “un gesto político que me parece necesario, indispensable”,
Para Chinchilla el simbolismo de esta carretera de 160 kilómetros, un costo aproximado a ¢20.000 millones y nacida del conflicto por la invasión nicaraguense a isla Calero, exigía una muestra de firmeza, de mano dura como no lo había hecho antes.
“El Gobierno de la República no va a admitir que una obra tan importante para el país haya sido utilizada para el enriquecimiento ilícito de funcionarios o de empresarios privados. Esto podría casi que asimilarse a una traición a la Patria”, dijo la presidenta.
El jerarca había resistido otras denuncias por negligencia y errores en el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT). Ejemplos sobran: los interminables arreglos al puente sobre el río Virilla (la platina), el robo de 215 armas a los oficiales de tránsito, los problemas en las vías a Caldera y a San Ramón y otros tropiezos de los que siempre salió ileso.
Jiménez pasó a ser el ministro número nueve en dejar el cargo en el gabinete de Chinchilla. Ninguno por destitución, solo él.
Incluso, fue difícil que la presidenta aceptara de que se trataba de una destitución, pues en un primer momento insistió en que ella le había solicitado la renuncia.
Fue hasta que se le preguntó por tercera vez si se trataba de una destitución, que la gobernante admitió el que la salida de Jiménez se debía considerarse así.
El gesto político de la mandataria marcó un precedente. Sin embargo, en el Congreso, la oposición ve el gesto tardío.
En tanto, gremios de la construcción y sectores políticos creen necesario que el proyecto de carretera continúe, que no se paren las obras que pretenden crear un corredor que haga al país independiente del río San Juan para trasladarse por la zona fronteriza.