“Trabajé hasta 48 horas seguidas, sin descanso. No había tiempo para la comida. Almorzaba al pie del microondas, que estaba metido en el baño. Comía ahí, porque en cualquier momento la persona a la cual atendía me llamaba”.
Así describe la enfermera Marcela Oreamuno Picado una de las peores jornadas de trabajo que ha tenido en su carrera como enfermera, en una empresa que nunca le pagó horas extra, labores nocturnas, vacaciones, seguros o pólizas por cuidar enfermos o adultos mayores.
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Oreamuno se graduó el 27 de junio de 2015 como licenciada en Enfermería. A la fecha, solo ha trabajado en una compañía. Actualmente, está desempleada.
Ella, al igual que Andrés Navarro Jiménez y decenas de enfermeros más, representan la otra cara de la moneda del descontrol en empresas que ofrecen servicios de cuido e irrespetan los derechos laborales.
Ambos comparten aspiraciones de trabajar para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la principal empleadora de personal de salud.
Sin embargo, según dijeron, la apertura de plazas de Enfermería no es frecuente y quienes logran ingresar a los hospitales públicos como auxiliares, lo hacen con un salario inferior al decretado para los enfermeros.
Cuando Oreamuno laboró para la empresa privada, tuvo que asistir a dos personas. En uno de los casos, se enteró que la familia invertía ¢1,6 millones mensuales en el servicio, en contraste, a los enfermeros les pagaban mucho menos del salario mínimo.
Críticas. Por su lado, Andrés Navarro se graduó de enfermero hace más de dos años.
En este tiempo, ha probado suerte en varias empresas y hasta en un reconocido hogar de ancianos del país. En todos los sitios, asegura, se topó con anomalías de diferente índole.
Por ejemplo, en el hogar tenían a una enfermera para atender a 85 personas.
Gabriela Alpízar Portilla, fiscal del Colegio de Enfermeras, también criticó que empresas y hogares contraten personas con apenas un curso de asistente de pacientes para hacer tareas como alimentación parenteral o cambio de sondas, las cuales son funciones que solamente deberían realizar los profesionales.
Alpízar relató, además, que en un hogar de ancianos en el cual hicieron una supervisión encontraron a estos cuidadores quitando pañales a los viejitos sin siquiera cambiarse los guantes al pasar de uno a otro.
Este es un peligro para el paciente, la familia y hasta para la persona que se presta a realizar esas tareas sin estar capacitada, advirtió la fiscal.