EscucharSolo porque “el que calla otorga”, le solicito a La Nación, por segunda vez, un derecho de respuesta para contestarle a Rodolfo Cerdas. Paso de nuevo por alto sus insultos y descalificaciones personales. Como estoy en paz conmigo mismo, hace muchos años que no me preocupan las amarguras de los otros. Solo 10 puntos aclaratorios.
1. - La Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) no pertenece al Ministerio de Seguridad Pública. Pertenece al Ministerio de la Presidencia. Un error conceptual de fondo, porque el superior jerárquico del director de la DIS es el ministro de la Presidencia.
2. - De acuerdo con la ley, la dirección funcional de las investigaciones criminales, cuando se ha cometido un delito o se investiga un posible delito, corresponde a la Fiscalía General de la República (Ministerio Público) y no al Ministerio de Seguridad Pública.
3. - En consecuencia, para hacer una escucha telefónica, hay que solicitar por medio del Ministerio Público una autorización a un juez penal de la República, y solo esa autoridad judicial puede autorizar y realizar la escucha.
En la nueva Ley contra el Crimen Organizado, esa facultad se traslada a un equipo de jueces, siempre en el ámbito del Poder Judicial.
4. - Por ese procedimiento, escuchando y monitoreando las llamadas de dos grupos de narcotraficantes colombianos, se logró incautar en pocas semanas 30 toneladas de droga que estaban distribuidas en diferentes bodegas y casas de habitación en el Valle Central.
5. - Fue por reacción a esas enormes incautaciones y mediante otro procedimiento de escuchas telefónicas, autorizado por un juez de la República y solicitado directamente por la Fiscalía General, que se supo que el narcotráfico había enviado al territorio nacional a un grupo de sicarios para atentar contra la vida del ministro de Seguridad Pública.
6. - En todos esos casos y sobre la rigurosidad del procedimiento de las escuchas telefónicas, pongo de testigo a don Francisco D’Allanesse, ex fiscal general.
7. - Nunca, en el tiempo que me desempeñé como ministro de Seguridad Pública, se utilizó otro procedimiento que no fuera ese, ni por parte del suscrito, ni del director de la DIS don Roberto Solórzano, ni tampoco por el señor ministro de la Presidencia.
8.- En un altísimo porcentaje (a mi juicio un 70% o más), la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, es eficiente y se logran resultados, si se acierta en el proceso de investigación y recolección de información. Sin información correcta y actualizada, lo único que se logra son incautaciones por “guava” o porque la droga la dejan abandonada los narcotraficantes en algún recodo perdido de la costa o flotando en el mar. El que no entiende este punto esencial, no entiende lo elemental de la lucha contra el narcotráfico.
9. - La DIS y Roberto Solórzano, en especial, desempeñaron un importante papel en ese esfuerzo nacional de enfrentar, con determinación y con eficiencia, al narcotráfico y al crimen organizado. De ello “no se benefició Berrocal”, como dijo en una entrevista en La Nación otro señor, al declarar sobre la DIS. Se benefició Costa Rica y su gente.
10. - Hace tres años, sin embargo, escribí un artículo en La Nación, en que opiné que la DIS debería transformarse en la Dirección de Investigación Policial (DIPOL), adscrita al Ministerio de Seguridad Pública y no al Ministerio de la Presidencia. La guerra fría terminó hace más de 20 años y lo que ahora se necesita es utilizar, al máximo, todos los recursos de inteligencia e investigación disponibles –humanos y materiales– para combatir al narcotráfico internacional (colombiano y mexicano) y al crimen organizado. Esa es mi posición y sobre ello he escrito muchas páginas, en consultorías internacionales.
Los diputados anuncian una nueva investigación en la Asamblea Legislativa. Me alegra enormemente que así sea. En la pasada Asamblea Legislativa no se investigó nada y se politizó el tema, por órdenes de la Casa Presidencial. Quizás ahora, los diputados puedan regresar y analizar, objetivamente, las 35 citas sobre Costa Rica que aparecieron en las computadoras de Raúl Reyes, en sus intercambios con Rodrigo Granda, el segundo hombre y el canciller de las FARC, que publicó La Nación en mayo del 2008.
Quizás, entonces, por fin, podamos entender a qué se referían los jefes guerrilleros cuando hablaban de sus “excelentes” relaciones en nuestro país. Así se entenderá mejor por qué, un domingo de abril de ese año, se decidió mi salida del Ministerio de Seguridad Pública y se valorará el costo que se pagó por hacerle frente al narcotráfico internacional.
Para no ganarme otra columna llena de descalificaciones personales de Rodolfo Cerdas, aclaro que él nada tiene que ver con este asunto, ni con la lucha contra el crimen organizado. Don Rodolfo solo se dedica a pontificar todos los domingos desde su columna de opinión. Otros entendemos de otra forma la política y el compromiso con Costa Rica.
