El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) identificó a Costa Rica como uno de los “puntos calientes” donde las condiciones atmosféricas modificarán el paisaje que actualmente conocemos.
Desde la década de 1990, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) del país vienen creciendo. Esa acumulación de gases en la atmósfera provoca un efecto invernadero que causa que la temperatura tienda a la alza.
Así, y según las previsiones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), la temperatura en el 2080 aumentaría entre 3 °C y 6 °C con respecto al período 1961-1990.
La temperatura promedio, dato basado en cuatro modelos dinámicos, pasaría de 22 °C en el 2014 a 28 °C en el 2050, 29 °C al 2070 y 30 °C al 2090.
“Se evidencia con claridad el desarrollo de temperaturas medias que no existían en el clima actual. Por ejemplo, el nuevo rango de temperatura entre 28 °C y 30 °C en las zonas bajas y costeras”, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el informe con motivo de 10 [[BEGIN:INLINEREF LNCINF20141014_0005]]simulaciones fotográficas[[END:INLINEREF]].
Estas fueron realizadas por el Centro de Tecnología y Artes Visuales (Cetav), a petición del PNUD, y destacan cómo se verían 10 sitios en Costa Rica en el 2080. Para ello, Cetav tomó como base los escenarios climáticos elaborados por el IMN para el 2080.
De esta forma, la temperatura máxima que se experimenta actualmente durante abril en el Pacífico Central se extendería hasta mayo en el 2080.
En el Caribe, el mayor incremento en la temperatura sería en octubre y el menor en marzo.
En la cordillera de Talamanca así como en los volcanes Irazú y Turrialba, donde las temperaturas hoy rondan los 8 °C y 10 °C, llegarían a registrar temperaturas entre 12 °C y 14 °C en el 2080.
Este incremento de la temperatura y su consecuente variación en el patrón de lluvias se vería reflejado en la estructura del bosque seco de Guanacaste, el cual empezará a reemplazar especies de plantas con hojas caducas por otras con hojas más suculentas como los cactus, que tienen capacidad de acumular agua.
Para el 2020 se prevé que desaparezca el bosque de páramo (propio de las zonas altas como el Chirripó) y vaya extinguiéndose el bosque pluvial montano, montano bajo y premontano así como el bosque muy húmedo montano.
Otros tipos de bosque aparecerán a partir del 2080 como el muy seco tropical y el seco premontano.
Así se señala en el reporte sobre impacto del cambio climático en la biodiversidad (serie técnica 8), el cual fue elaborado en el marco del proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .
La modificación del paisaje tiene repercusiones en los servicios ambientales que proveen los ecosistemas como regulación del calor, protección de acuíferos y suelos, así como proveer de hábitat a la biodiversidad cuya observación se ha convertido en fuente de ingresos de comunidades que apuestan al turismo como motor de desarrollo.
“El cambio climático es el desafío más importante para la humanidad en nuestros tiempos. Ya está perjudicando la vida humana en todas las esferas y nos está afectando a todos nosotros, no solo a algunos. Nuestra actuación hoy frente al cambio climático va a definir cuan vivible va a ser nuestra tierra para nuestros hijos y nietos ”, comentó Yoriko Yasukawa, representante de PNUD en Costa Rica.
Para Damiano Borgogno, oficial del programa de cambio climático en PNUD-Costa Rica, es importante integrar la información científica con la toma de decisiones en el ámbito político.
“Por ejemplo, y a partir de estos datos, no tendría sentido construir una represa hidroeléctrica en Guanacaste y si se va a construir una carretera en el Valle de la Estrella, lo mejor sería hacerla con materiales más resistentes a las inundaciones. Pero solo integrando todos los aspectos es que se puede tomar la mejor decisión”, dijo Borgogno.