Nicoya. Pánfilo Álvarez, de 86 años, vive en Juan Díaz, pueblo montañoso, a 30 minutos en carro de Nicoya, en el Pacífico Norte costarricense.
Es un hombre con complicaciones propias de la edad. Por ello, recibe cada dos meses, la visita de un médico general y de un auxiliar de enfermería, quienes le controlan los niveles de azúcar, la presión arterial, los hábitos de alimentación y sueño, y le dan sus medicamentos.
Ese miércoles de consulta médica, Álvarez se quejaba de mucha tos, por lo que también le aplicaron una inyección para tratarle el catarro.
Estas visitas se hacen cada semana, en diferentes partes de Nicoya, cantón famoso por la longevidad de su gente.
Los 5.384 mayores de 65 años que habitan aquí obligaron a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) a modificar sus programas de atención para esta zona, y tratarla de una forma distinta a como se trata en otras zonas del país en donde el grueso de las personas son más jóvenes.
“Lo normal en el país es tener un 10% de población adulta mayor; aquí en Nicoya hay de un 20% a un 25%. A esto hay que sumarle 300 mayores de 85 años y 25, de más de 100. Afortunadamente se nos aprobó un geriatra más para el servicio social”, comentó Tannia Tánchez, directora del Área de Salud de Nicoya.
Aquí, los ancianos con alguna enfermedad reciben visitas en la casa o tienen un sistema especial de citas en el Ebáis. Mientras, los más saludables se reúnen para hacer deporte, conversar, asistir a charlas o ir a actividades religiosas. Hay 17 grupos.
Salud integral. Las tardes de los miércoles son muy esperadas en Quebrada Honda de Nicoya. Decenas de adultos mayores se juntan para bailar y ejercitarse. El volumen de la música y la intensidad de sus movimientos hace difícil creer que los menores del salón acaricien los 70 años... y que quien más brinca, ya cumplió 93.
“Yo vivo sola, soy viuda desde hace siete años. Vivo divertida porque paso tejiendo todo el tiempo, pero aquí tengo a mi gente. Y si Dios me da vida hasta regalarme los 100 años, yo contenta”, comentó Sara Briceño.
Detrás de este proyecto está Aleyda Obando, trabajadora social del Área de Salud de Nicoya, quien hace unos años pensó en crear una iniciativa para dar calidad de vida a esta población.
“Mucha es gente que ya no trabaja, ya no cuida hijos y hasta tiene nietos grandes. Muchos pasan por duelos luego de una viudez. Por eso, necesitábamos mantenerlos activos”, manifestó.
Obando fue a tocar puertas en el Hospital La Anexión, la Universidad Costa Rica (UCR), la Universidad Nacional (UNA), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Fuerza Pública.
Los adultos mayores se empoderaron de la idea, al punto de crear su propia asociación que maneja fondos y donaciones.
“La salud no es solo física, también es mental y emocional. Ellos necesitan moverse, estar con gente de su edad, vivir su tiempo y no solo estar pendientes de nietos y bisnietos.
”Les damos talleres de autoestima, de salud, de cómo tomar sus medicamentos, pero también los dejamos recrearse”, explicó Obando.
Movimiento y recreación son vitales para el adulto mayor
Eran las 7 a. m. de un jueves. Isabel Alvarado, de 70 años, estaba lista para liderar una clase de aeróbicos en el Polideportivo de Nicoya. Sus alumnos eran, en su mayoría, mayores que ella.
Esta profesora de Educación Física y especialista en deporte se resiste a dejar de trabajar en lo que siempre ha amado: hacer que otros se sientan mejor mediante la actividad física. Aquella mañana alistó música movida, para combinar el ejercicio con un poco de baile.
"Cualquier adulto mayor puede hacer este tipo de actividades, a no ser que el médico le diga que no; pero siempre hay movimientos que pueden adaptarse a las condiciones de cada persona. La idea es movernos, aunque sea un poquito", aseguró la educadora.
"El ejercicio a estas edades aleja dolores musculares, da más flexibilidad y también previene enfermedades, sobre todo porque mantiene activa a la persona", agregó.
Quienes asisten a estas clases, no solo se sienten mejor debido a los ejercicios, también se animan por tener un grupo de amigos para departir, reírse y apoyarse en los duelos y momentos tristes.
"Cuando murió mi esposo, yo me puse muy delgada, pero unas señoras del grupo llegaron a mi casa a decirme que yo no podía quedarme encerrada y me trajeron para acá.
"Ahora soy la más animada para hacer ejercicios y no pasa una semana sin que venga a estas clases", manifestó Maura Pérez, de 84 años.
Eda Hernández, de 83, opina igual: "Si usted se queda solita en la casa, más bien se va a poner más triste y más enferma, y eso no se vale. Aquí usted tiene a sus amigos y ellos lo apoyan a uno", expresó esta nicoyana.
Calidad de vida. En Quebrada Honda de Nicoya, un grupo de adultos mayores se reúne para bailar y recordar su juventud.
"Para mí, este grupo es salud. Comparto con gente linda y, además, me sigo moviendo. Siempre me ha gustado bailar, me da energía. Solo hay una vida y uno no puede quedarse sin hacer nada", comentó Édgar Moraga, de 75 años, quien es viudo.
Para Moraga, este grupo es una de las razones por las cuales se mantiene tan sano. Y no es el único que piensa eso. Mireya García, de 66 años, opina igual.
"El secreto es el ejercicio, comer bien, vivir tranquilo, en paz con Dios y tener gente con quien compartir y reírse y, aquí, en el grupo, tenemos todo eso", afirmó esta vecina de Copal de Nicoya.
Para Isabel Alvarado, el que los mayores se apoyen entre ellos para superar sus duelos, hacer ejercicio y comer mejor, es parte de la clave de la longevidad de este cantón guanacasteco.
Plan procura mejorar los hábitos de los jóvenes
Una de las preocupaciones en Nicoya es si la longevidad se mantendrá en las nuevas generaciones o si, más bien, el sedentarismo y el consumo de comidas procesadas pasará la factura a su juventud.
En esta línea, una investigación de la Escuela de Ciencias del Deporte de la Universidad Nacional (UNA), del 2010, reveló que existen niveles altos de sedentarismo y de desnutrición en niños y adolescentes de varios cantones de Guanacaste.
Se analizó a 700 jóvenes de Nicoya, Cañas, Santa Cruz y Liberia, con edades entre 10 y 18 años.
Los resultados indicaron que, por día, los menores ven hasta 3,5 horas de televisión y hacen menos de una hora de ejercicios.
El índice de sobrepeso entre ellos fue del 14,2%, menor a la media nacional, de 21%. Pero sí preocupa que se hallaron niveles más altos de desnutrición y de bajo peso. Como reacción a esto, el Área de Salud de Nicoya, de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), tiene un plan con los adolescentes para incentivar en ellos el ejercicio, la vida al aire libre y la convivencia con familia y amigos
Pánfilo Álvarez, de 86 años, asegura que es difícil que los jóvenes alcancen su edad con buena salud: "son muy vagos, no quieren hacer nada y eso enferma", aseveró el nicoyano.
Por este motivo, es que la CCSS y los líderes comunales buscan, en conjunto con la Universidad Nacional y con el Ministerio de Educación Pública (MEP), un programa en el que los jóvenes involucren más el movimiento en su vida diaria.
"No queremos que ellos pierdan la longevidad que ha caracterizado a nuestra zona de vida. Buscamos crear espacios para que ellos puedan reunirse a practicar deporte y que puedan moverse más allá de su clase de educación física", concluyó Obando.