Irán Román está convencido de que la música hace que nuestro cerebro cambie. Por ello, este músico e investigador mexicano se dedica a estudiar tal fenómeno en el Centro de Investigación Informática en Música y Acústica de la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Román visitará el país entre el 13 y el 26 de julio para impartir un taller en el Festival Sonoro, organizado por el Centro de Investigación Centroamericano en Audio y Acústica (CICAA).
El científico conversó con La Nación sobre las investigaciones que ha realizado en el campo de las neurociencias y cuál podría ser su aplicación.
¿Cuál es el hallazgo sobre el cerebro y la música que más lo ha asombrado?
Lo que más me impacta es darme cuenta de que la música –como un objeto sonoro y con todo el potencial de comunicación y de información que nosotros le ponemos– tiene un impacto tremendo en la manera en que nos desarrollamos y en la forma como cambia nuestro cerebro.
¿Cómo ha observado esto?
A través de mi investigación sobre el procesamiento de sintaxis en la música. La sintaxis del lenguaje es procesada en un área conocida como el área de Broca, en la parte izquierda del cerebro. Hay evidencia de que el orden y la jerarquía que tiene la música son procesadas también en una sección homóloga a la de Broca, pero situada en el hemisferio derecho del cerebro.
”(...) Nuestras experiencias cantando, tocando, aprendiendo teoría musical, sobre cómo funciona la música, son experiencias a través de las cuales nosotros desarrollamos una intuición, que es el lenguaje musical”.
¿Los géneros musicales que escuchamos nos afectan de determinada manera?
El área de las neurociencias es una disciplina un tanto joven; yo me atrevería a decir que ese tipo de especificidad podría existir, pero hasta ahora no hay evidencia que lo pueda respaldar. En el caso de la música occidental, el rock , el pop y la música clásica, las leyes de la armonía que las gobiernan son bastante similares. Lo que cambian son elementos más sutiles, como el timbre o el instrumento que se usa. Entonces, hasta ahora, los estudios que hay sobre la sintaxis de la música son generalizados, y parte de mi proyecto es descifrar cómo esos elementos que han sido ignorados hasta el momento pueden estar interfiriendo.
Usted habla de que la música puede moldear al cerebro, ¿a qué se refiere con eso?
Nuestro cerebro es una entidad que está en constante recambio. Si, por ejemplo, nos ponemos a aprender un lenguaje, los procesos de nuestro cerebro empiezan como: ‘ Ok , voy a empezar a replicar lo que mi instructor me está diciendo’; luego evolucionan y te conviertes en alguien completamente capaz de hablar esa lengua. Esto es porque el cerebro genera nuevas conexiones”.
¿Cuál es la utilidad de descifrar los mecanismos en la música que ayudan a reconfigurar nuestro cerebro?
Mi profesora, Takako Fujioka, está analizando cómo las actividades musicales están llevando a arreglos del cerebro de una forma funcional a personas que sufrieron derrame cerebral, y que perdieron la capacidad de coordinar cualquier habilidad motriz.
”Hay muchas otras aplicaciones en la neuroplasticidad inducida por la música”.